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Me encuentro en estos momentos terminando de ponerme mi lápiz labial

color cereza, hoy es uno de esos dias donde lo único que necesito es alcohol y sexo del bueno.

Vivo sola en uno de los penthouse más

lujosos de todo Nueva York, me mudé de

casa desde que comencé independizarme, no toleraba las quejas de mi madre, ni las peleas de mis hermanos.

Tengo dos hermanos, Mary y Oscar, soy la mayor de los tres. Mary se casó con un

buen hombre y mi hermano es homosexual, ante mamá trata de

disimularlo. No me gusta discriminar a nadie por su preferencia sexual, pero si me gusta que sean transparentes y digan la verdad.

Mi padre nos abandonó cuando apenas

éramos unos niños, él le fue infiel a mi

madre con su mejor amiga, se fue con ella y formó una familia dejándonos solos sin nada. Desde entonces he velado por el bienestar de mi familia.

Cuando terminé la preparatoria, ingrese a la universidad y decidí estudiar Administración de Empresas, después de terminar la universidad comencé a crear mi propio imperio, hoy en día soy una de las mejores empresarias de todo el país.

Connor Brown es mi prometido, pero no lo amo y mucho menos tengo pensado casarme con él pero como el es uno de los abogados más importantes del país mi madre quiere que contraiga matrimonio con el.

Al principio me negué, soy ambiciosa y

siendo sincera es un hombre apuesto,

adinerado, me da buenos polvos, es el hombre que cualquier mujer desea

tener. No vivimos juntos, de vez en cuando pasa la noche conmigo, él es el único hombre al que le permito que duerma conmigo y que venga a mi departamento.

Salgo de mi habitación con mi bolso en

manos y las llaves de mi auto, apago todas las luces del departamento y salgo de él. Entro al ascensor, presiono el botón del piso al que quiero que me lleve y espero a que este baje. Al salir del ascensor le doy una mirada coqueta al chico del lobby para luego salir hacia el parqueo. Me acerco a mi auto y abordo en él. Busco una música en la radio, después de encontrar un buen Rap, salgo con rumbo a Vértigo Night Club.

Ese es uno de mis clubes favoritos, ahí es donde se consiguen los mejores ligues para solo una noche. Al llegar me estaciono frente al club, me miro antes de salir en el espejo que esta en el auto, confirmo verme bien para después salir de este.

Entro al club y como era de esperarse, había una multitud de personas bailando, otras fumando, algunas borrachas hasta más no poder. Lo típico de un club nocturno. Me acerco a la barra y enseguida Manuel nota mi presencia. Él es un chico lindo, incluso me lo he follado unas cuantas veces, es un buen polvo, pero no más que eso y lo bueno de todo esto es que él lo tiene claro.

— ¿Champán o vas a querer otra cosa,

preciosa? —me preguntó él mientras servía otro trago.

—Esta noche se me antoja un tequila con

limón y sal, por favor —coloqué mi bolso sobre la barra.

—Veo que tienes un día pesado, que estás

pidiendo un trago como ese.

—No te imaginas cuanto, esta noche vine

por dos cosas: sexo y alcohol. —Sonreí con malicia.

—Pues es tu día de suerte, hoy hay muchos hombres y mucho alcohol —dijo él con una sonrisa.

Me pasó una botella de tequila con un

vaso, dos limones cortados a la mitad y un salero, me serví mi trago, mordí el limón y comencé a beber.

—Iré a ver a quién follo esta noche, nos

vemos luego, muñeco —me bajé de mi

asiento y me adentre a la pista de baile.

Mientras movia mis caderas y me dejaba

llevar por la música inspeccionaba el

Iugar. Habían muchos hombres altos, otros delgados, algunos pequeños, unos fuertes. Pero mí mirada se detuvo en un hermoso hombre que estaba sentado en la zona VIP con otros hombres más. Él estaba vestido con un hermoso traje negro, su camisa era negra, su aura era dominante, se veía que tenía tatuajes por su cuello y uno en la cara, es musculoso, todo de él me llamaba la atención.

Vi que en la zona VIP donde él se

encontraba al lado de su mesa había otra

mesa, donde estaba sentado uno de mis

socios, así que dejé de bailar y decidí subir a saludar a mi socio. Mientras subía por las escaleras movia mis caderas de manera sensual, vi como los hombres que estaban con él me miraban o más bien me comían con la mirada. Él me miró, nuestras miradas conectaron, pero no se la sostuve por mucho tiempo.

Llegué a la mesa de mi socio y él muy

a gusto me recibió, me senté quedando

frente a frente del Dios griego que había

observado hace unos segundos.

— ¡Que sorpresa tenerte por aquí, Marcus! —dije sirviéndome una copa de champán.

—Lo mismo digo mi querida Maya.

— ¿Viniste por sexo al igual que yo? —dije sonriendo de manera sensual.

—Digamos que sí cariño —me devolvió la

sonrisa.

Duramos un rato bebiendo y riéndonos

de porquerías, pero en fin, para lo que da el alcohol.

El dios griego que tenía frente a mí

no dejaba de mirarme, de vez en cuando

le sostenía la mirada. Decidí despedirme

de Marcus el cual ya se encontraba bien

acompañado de dos morenas, salí de ahí y me dirigí hacia el baño para luego irme a mí casa.

Justo cuando iba a entrar al baño, sentí la mano de un hombre en mi cintura, me

volteé a verlo y vi que era la hermosura de hombre que me comía con la mirada hace rato.

— ¿Quieres que vayamos a un lugar más

privado, preciosa? —que voz, Dios mío, creo que mis bragas se mojaron con tan solo escucharlo.

—Esas cosas no se preguntan, guapo, por

supuesto que sí.

Dicho esto me sujetó más fuerte de las

caderas, con su mano me guiaba hacia la

salida. Al salir me subí a su auto, después

él se subió en el lado del piloto, en todo el camino no dejábamos de mirarnos disimuladamente.

Estaba tan cachonda que no me importaba que él estuviera manejando, llevé una de mis manos hacia su entrepierna y noté que tenía una enorme erección, sabía que él tenía buen material con tan solo verlo alterado por encima de la tela del pantalón.

—Te follaré aquí mismo si sigues haciendo eso —dijo él mientras conducía.

—No me importaría, me gustaría vivir esa aventura —dije mordiendo mi labio.

Abrí la correa de su pantalón, luego lo desabroché, liberando su enorme erección, la sostuve con una de mis manos, lo miré a los ojos y saboree mis labios.

—Mierda, me la pones dura con tan solo

hacer eso —dijo apenas audible.

—Me alegra saberlo.

Bajé mi cabeza para luego pasar mi lengua por su enorme erección, escuché como él soltó un jadeo, eso me indicó que le estaba gustando lo que le hacía.

Continué lamiendo su miembro, cada vez aumentaba el ritmo, como pude lo entré todo a mi boca, relaje la garganta un poco para que esta se adaptara al tamaño de su miembro, una vez que logré lo que quería apreté su miembro con mi garganta logrando que él soltara un gemido.

Seguí follando su miembro con mi boca

hasta que logré obtener su liberación,

primera vez que le practicaba sexo oral a

un hombre que no fuera Connor, no sé que me pasó, este hombre me ha puesto tan cachonda que quise hacérselo desde que lo vi.

Su semen sabía delicioso. No sé si es

que este hombre come mucha fruta para

endulzar semejante manjar, pero de que

sabe rico lo sabe.

Me limpié los labios delicadamente,

acomode su miembro nuevamente en su

lugar y yo volví a ponerme en la postura

que estaba anteriormente. Luego de 2

minutos aparcamos en un hotel bien

lujoso. Lo conocía porque había venido

anteriormente a darme mis buenos polvos con algunas de mis presas.

El se bajó del auto, se dirigió a mi puerta, la abrió y esperó a que saliera del auto,

cuando bajé él lo cerró y posó

su mano en mi cintura, haciendo presión en ella para dirigirme.

Entramos al hotel, pensé que él iba a reservar una habitación, pero fue todo lo contrario, vi como sacó unas llaves de su bolsillo, entramos al ascensor, mientras el ascensor subía le hablé.

— ¿Ya la tenías reservada? —pregunté

mientras observaba su hermoso trasero.

—Nena no es por presumir, pero yo soy el dueño de este hotel y de unos cuantos más —dijo él antes de que se abriera el ascensor.

Puse los ojos en blanco sin que él se diera

cuenta por su comentario, a pesar de que

se ve sexy no me gustan los hombres que

ventilan o presumen de lo que tienen a

los demás, pero al menos él trato de sonar diferente.

Abrió la puerta de la suite presidencial, al entrar dejé mi bolso en uno de los muebles, él cerró la puerta detrás de mí y sin darme tiempo a reaccionar se

abalanzó sobre mí. Mientras nuestros labios se devoraban yo quitaba su saco junto con su camisa, él llevó una de sus manos a mi espalda, daba caricias sobre ella mientras me besaba.

Dejó de besarme para empezar a besar y morder mi cuello, sentía como chupaba y dejaba marcas sobre él.

—Tú cuerpo es todo lo que necesito en estos momentos para sentirme en las nubes —dijo mientras mordía la piel de mi cuello.

—Pues espero que me lleves junto contigo para sentirme también en ellas —le hablé entre gemidos.

Nuestros labios se unieron, era un beso

urgido, que cada vez aumentaba más el

ritmo, tenía frente a mí a una belleza como hombre.

Llevé una de mis manos hacia su nuca y la otra mano que me quedaba libre la llevé hacia su camisa, como pude se la quité. Su cuerpo era una belleza, sus músculos, sus tatuajes, todo de él era el mismo cielo, pero a la vez era el infierno y a mí me gustaba estar en ambas partes.

— ¿Te gusta lo que ves muñeca? —preguntó con arrogancia.

—Me encanta —dije mordiendo mis labios.

Me acerqué a él nuevamente y uní nuestros labios, él bajó el cierre de mi vestido, luego me lo quitó dejándome solo en bragas pero con mis senos expuestos ante él. Su miraba era de pura lujuria, sus ojos estaban oscuros por toda la excitación que en ese momento nuestros cuerpos sentían.

—Quiero grabar en tu piel cada caricia,

cada mordida, cada marca, quiero que

cuando te veas al espejo pienses en lo rico que te follé —decía él mientras mordía mis pezones.

— ¿Eso quieres? —pregunté de manera

coqueta.

—No muñeca, eso es lo que haré.

Dicho esto quitó mis bragas y las tiró en el piso, abrió mis piernas y comenzó a besar toda mi feminidad.

—Déjame aspirar a poseerte y tenerte

para mí —dijo esto para luego comenzar a darme el mejor sexo oral del mundo.

Su lengua era cálida y deliciosa, sus

movimientos eran bien coordinados y su

lengua subía y bajaba rápidamente, la

entraba en mi hueco para darme más

placer, tomó sus dos dedos y los entró en mí.

Yo jalaba su pelo hacia mí con fuerza

para que él no dejara de atender esa zona que tan urgida estaba por su atención. Sentí como mi vientre empezaba a contraerse indicándome que mi orgasmo se aproximaba, él lo notó y aumentó más los movimientos de sus dedos y de su lengua, no resistí más y dejé salir todos mis fluidos sobre sus labios.

Él limpió toda mi zona y saboreó todo mi líquido, después que terminó besó mi zona para luego buscar un preservativo en el bolsillo de su pantalón el cual estaba tirado en el suelo.

Tomó el preservativo y lo rompió, se lo

colocó sobre su enorme erección, llenó de saliva su miembro para poder lubricar un poco más aunque no hacía falta, yo parecía un pozo de lo mojada que estaba. Puso mis piernas sobre sus hombros y de una sola estocada entró en mí, me costó un poco acostumbrarme al tamaño de él, pero poco a poco lo fui logrando.

Comenzó a embestirme rápido y sin piedad. No me importaba, yo no buscaba gentileza de su parte, quería que fuera salvaje y duro conmigo y él me lo estaba dando.

Volvió a besarme y a morder mis labios mientras me embestía, bajó hacia uno de mis senos, los lamía y mordía duro, mis gemidos y los jadeos de él era todo lo que se escuchaba en la habitación. Varias embestidas más y llegué a mi orgasmo, él después de embestirme dos veces más llegó al de él, sacó su miembro que estaba dentro de mí, se quitó el

preservativo lo hizo un nudo y lo tiró a un lado de la habitación.

Se acostó quedando su rostro hacia arriba y decidí esperar a que se durmiera, y así lo hizo, cuando me aseguré de que ya estuviera completamente dormido, me levanté lentamente de la cama, entré al baño, me di una corta ducha, me vestí nuevamente y salí de la habitación.

Bajé por el ascensor y al llegar a recepción le dije a uno de los hombres que se encontraban reservando habitaciones que me pidiera un taxi, lo esperé y cuando ya estuve en él, me fui en dirección a mi departamento.

***

Desperté por la insistencia de Connor, él

estaba sentado tomando una taza de café

frente a mí mientras que yo moría por

seguir pegada a la cama.

— ¿Qué diablos quieres? —pregunté de mal humor.

— ¿No podías coger otra maldita noche para irte a beber y follar como coneja?

—Primero me bajas la maldita voz que no soy una bebé de 4 años y segundo, no somos nada para que me estés reclamando —me levanté de la cama y me dirigí hacia el baño.

—Te recuerdo que dentro de 3 meses nos

vamos a casar y segundo, actúas como una niña.

—Creo que te lo has tomado muy en serio lo de la boda —dije riendo mientras me cepillaba los dientes.

—Eres tan despreciable.

—Lo bueno es que lo sé.

Cerré la puerta del baño y me adentré en la ducha, dejé que el agua cayera por todo mi cuerpo, mientras me lavaba con el jabón vi los moretones que tenía por mis senos, las marcas que había en mis nalgas y no pude evitar sonreír.

Había pasado la mejor noche

de mi vida, no me arrepiento de nada y si

me lo vuelvo a encontrar me lo follo otra

vez, no dejaría pasar la oportunidad de

comerme a semejante belleza nuevamente.

Salí de la ducha, me miré al espejo y vi que tenía unos buenos y notorios chupones, no pensaba tapármelos, al contrario, los dejaré ahí para que todos vean lo bien que la pasé anoche. Así soy, descarada, sin escrúpulos, mucho menos sentimientos, no me importa lo que la gente piense de mí, al fin y al cabo

solo son palabras y mayormente provienen de personas mediocres que quieren reflejar en ti lo que en ellos no pueden.

Voy directo a mi vestidor, saco un traje

color rojo, una blusa de encaje del mismo color, unos tacones color negro, y me visto. Me aplico un poco de maquillaje, un labial color marrón, unos aretes, collar, tomo mi bolso y salgo de mi habitación ignorando la presencia de Connor.

Saludo a la señora que se encarga de

limpiar mi departamento, ella me tenía el desayuno preparado, pero como ya iba tarde a la empresa decidí rechazarlo. Entré al ascensor y Connor entró junto conmigo, no dejaba de mirarme, mucho menos de comerme con la mirada, sé que él está furioso porque tuve sexo con otro. Pero él debe saber que así soy, no tengo

ataduras con nadie, no me interesan,

mucho menos me gustan, él fue el único en confundir las cosas, desde un principio le dejé bien claro como serían las cosas entre nosotros, esto es un matrimonio arreglado, yo busco beneficio en ti y tú buscas beneficio en mí.

Si tenemos sexo está bien, pero eso no

quiere decir que debes estar celándome

o molestándose porque salga a beber o a

disfrutar de la vida, en fin, sabía que esto

podía llegar a pasar, sé muy bien el efecto que causo en los hombres, por eso no lo culpo.

El sonido del ascensor indicando que ya

llegamos me sacó de mis pensamientos,

salí del ascensor, cuando salimos hacia el

parqueo me di cuenta de que mi auto lo

había dejado en Vértigo Night Club.

—Sube, más tarde lo iré a buscar —se a lo que él se refería.

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