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Estar conmigo era difícil, así lo decían todos. Me termine convenciendo de eso y finalmente fui mi peor enemiga

Muchas veces sola lloraba en el baño, era realmente el único lugar lúgubre que encontraba tranquilidad

La gente me criticaba y lo entendía en parte, pero lo que realmente jamás puede explicarme porque me termine convenciendo de esa realidad, finalmente todos tienen sus historias que lo hacen ser como son

Aquí comienzo, cuando mi madre quedo embarazada era bastante mayor, tenía dos hijas grandes que se llevaban por un año de diferencia.

Las personalidades de ambas eran bastante diferentes, por un lado la mayor, Abigail, muy callada, tranquila, risueña y ubicada. Por otra parte Andrea, hiperbolizada, dominante y controladora. Chocaban siempre

En realidad nunca supe mucho de su relación antes de mi, sé que eran amigas y que se querían mucho pero peleaban de manera recurrente, Andrea hasta el día de hoy es difícil de tratar.

Mi mamá me tuvo con muchos problemas de salud, por eso vino el nombre de Esperanza, nací de 7 meses y con problemas respiratorios.

En cierto sentido creo que me obligo a nacer porque yo hasta el día de hoy cuestiono mi existencia, con 35 años y aún no puedo descifrar que estoy haciendo aquí.

La historia de mi infancia la recuerdo muy poco, ya que a los 5 años presencia una historia que hasta el día de hoy no olvidó.

Sentí como mi casa se movía y rugía, era una niña jugando con una amiga. Pero en ese momento murió mi inocencia y mi niñez

Mi hermana Abigail, tomo la decisión de dejar de lado vivir, al día de hoy voy conociendo muchas cosas de ella pero creo que con 5 años no recuerdo ni su voz

Ella tomó un arma y se disparó directamente en su cuello, murió al instante, creo que dejó una carta pero con la desesperación nadie la vio

Yo solo veía a mis padres correr y preguntarle a ella, porqué lo había hecho, ella no estaba ahí. Ya se había ido, yo los miraba y no entendía que pasaba. En mi cabeza no había sangre, solo la veía a ella durmiendo

Con el pasó de los minutos las cosas se fueron tornando peores y muy confusas. En segundos me sacaron de mi casa, de mi espacio con una tía.

Yo no entendía que pasaba. Ella solo me explico que mi hermana se había pegado en la cabeza con el velador y por eso se había ido con Dios. En mi pequeñez traté de ligar el ruido con ese asunto y lo procesé por casi 10 años

En mi casa pequeña nada era igual, mi tía me llevó a su casa y me quede allá a dormir, solo recuerdo que preguntaba cuando iría a ver a mi hermana, pero ella no sabía que decir,

hasta el día de hoy la valoro por eso

.

Ese día ella preparo hamburguesas y dormí en una cama nido. Pero yo solo quería ir a mi casa. Incluso salimos a dar una vuelta en auto y cuando pasamos por fuera estaba todo cerrado por la policía. Quiero confesarles que este detalle no lo recuerdo, ella me lo dijo

Pensé que había estado días, pero ella me contó que solo fueron 10 horas. Que raro era todo, no veía a mi mamá, a mis hermanas, mi papá y mi mascota que tanto amaba

Estaba fuera de si, pero al día siguiente la tía me dejó ir

Creo que hasta el día de hoy hay canciones que me recuerdan ese día, como el pescador de hombres. Cada vez que lo escucho me pongo a llorar

Entro y estaba lleno de gente que para mi era desconocida, familiares, gente que solo fue a ver qué había pasado, personas de muchas religiones que rezaban por la “muerta pecadora” que se quitó la vida

Mientras trataba de no ver alrededor me acerqué a donde estaba el cuerpo en esa colosal cama de madera. Ella estaba ahí sonreía, yo pensaba que iba a despertar porque siempre jugaba a asustarme

Una persona dijo que me alejara pero mi hermana Andrea me acercó

Que raro es eso, en un instante estás vivo y al otro no. Te quedan cosas pendientes, dudas, metas por sacar

Ella estudiante de ingeniería, buena para las matemáticas y llena de sueños. Por dentro luchaba con sus propios demonios

Mientras fueron pasando las horas debía enfrentarme a otra realidad. La de mi mamá, me acerco al final del pasillo y estaba ella fuera de si, no me reconocía y la gente alrededor le decía que era su hija menor. Pero ella solo mencionaba a Abigail, que triste fue decirle en ese momento:

- Mamá, soy Esperanza, tu hija, ¿no me reconoces?

Al final no lo hizo, no la juzgo con el paso del tiempo he visto la historia a través de sus ojos y creo que es una herida que no ha cicatrizado a pesar de los 30 años que han transcurrido.

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