A decir verdad, en esta parte de mi vida, sentía que ya no podía seguir así; pues, aparte de que estaba aterrorizada todo el tiempo, incluso tenía miedo de mi propia sombra.

Cuando escuché un ruido en el primer piso, supe inmediatamente que Allan estaba en casa y, que probablemente estaba buscando algo de alcohol en sus gabinetes; sin embargo, también tenía muy en claro que, cada vez que él estaba borracho, se ponía mucho más violento de lo normal. 

En realidad, en ese momento tenía tanta hambre que, incluso escuché cómo mi estómago nuevamente empezó a gruñir; no obstante, no quería poner un pie fuera de mi habitación porque temía que Allan pudiera verme y, sobre todo, encontrar cualquier excusa para pegarme. 

De hecho, por mucho tiempo me cuestioné el por qué mi madre se casó con Allan o, qué fue lo bueno que había visto en él; sin embargo, ahora ya no sé ni por qué me sigo preguntando ello, pues conozco a la perfección la respuesta. 

A decir verdad, principalmente todo se debía a que él era rico y que mi madre necesitaba mucho el dinero; ya que, mi padre murió cuando yo apenas tenía diez años y, desde su muerte, empezamos a tener problemas económicos. Por ello, mi madre tuvo que hacer algo para que pudiéramos salir adelante; así que, un año después, a pesar de que ella no amaba a Allan y, que él tampoco la quisiera, ella se casó con ese hombre.  

Tras recordar a mi madre, toqué inconscientemente el medallón que tenía alrededor de mi cuello; ya que, justamente fue un regalo que me dio cuando cumplí doce años y, en el momento que ella aún estaba sana. Dos años después a ello, mi madre se enfermó de cáncer de pulmón y, a Allan pareció no importarle nada lo que le sucedía; pues, no solo no hizo lo posible por cuidarla, sino que ni siquiera pagó sus medicamentos. Sin nada más que pudieran hacer por ella, mi madre murió un año después, cuando yo solo tenía quince años.

Con el recuerdo de mi madre en mente, abrí el medallón en mis manos y, miré la foto que se encontraba dentro, donde aparecíamos mi madre y yo con amplias sonrisas en nuestros rostros; después de todo, ese día yo estaba realmente muy feliz. Al pensar en ella, suspiré profundamente y, me dije a mí misma: "No te imaginas lo mucho que te extraño, mamá. Además, sé que sí tú estuvieras aquí, no dejarías que todo esto suceda". 

Después de decirme eso, cerré cuidadosamente el medallón con mis manos y, fui a acostarme inmediatamente a mi cama. En realidad, no podía negar que, estaba realmente muy agradecida de que mañana fuera finalmente el primer día de mi último año de clases; ya que, de esa forma, no tenía que estar todo el tiempo en casa con Allan. 

En realidad, no puedo negar que, recuerdo claramente la primera vez que me golpeó; después de todo, solo fue seis meses después de que mamá muriera. 

**Recuerdo pasado**

Acababa de terminar mi tarea, así que bajé inmediatamente a la cocina a prepararme un sándwich; sin embargo, ni bien puse un pie en ese lugar, vi cómo Allan, mi padrastro, estaba apoyado en el mostrador con una botella de whisky en su mano derecha. No obstante, como él era así la mayoría de los días, no le dirigí la palabra cuando ingresé; es más, simplemente me acerqué al refrigerador a buscar el queso, el tomate y la mayonesa. 

"Kayla", escuché que llamó Allan por detrás; así que, sin dudarlo, cerré la refrigeradora, me di la vuelta para mirarlo y, esperé en silencio hasta que él hablara. 

"¿No escuchaste que te estuve llamando?", preguntó Allan en un tono completamente serio; mientras que, con una ligera y fija mirada en él, le respondí: "No, estaba en mi habitación haciendo mis tareas". 

"Cuando te llame la próxima vez, quiero que me respondas, ¿está claro?", dijo Allan furiosamente, acercándose a mí con total rapidez; mientras que, yo solo arrugué ligeramente la nariz por el inmenso olor a alcohol de su aliento. 

"Está bien, no hay problema; pero, esta vez, realmente no te escuché", intenté explicarme claramente; pues, ya estaba algo confundida por su repentino comportamiento. Sin embargo, Allan actuó con total rapidez, me tomó por sorpresa y, solo reaccioné cuando estaba sosteniendo tristemente mi mejilla; de hecho, esa fue la primera vez que me golpeó y, me dolía como el infierno. 

"¿Me escuchaste?", rugió Allan con seriedad, haciendo que yo solo lo quedara observando con gran sorpresa; de hecho, ahora creía firmemente que aquel hombre debía estar demasiado borracho, pues nunca antes pensé que me pegaría de esa forma. 

"Sí", murmuré débilmente y con total nerviosismo; mientras que, golpeando la botella vacía en el mostrador, Allan me ordenó furiosamente: "Bien, perfecto. Bueno, ahora ya no tengo whisky; así que, quiero que vayas a la tienda y me traigas un poco".

** Fin del recuerdo **

A decir verdad, habían pasado dos años completos desde que eso sucedió, dos años desde que mi vida no ha sido la misma; en realidad, dos años desde que mi vida cambió rotundamente y, que no era para nada normal.  

De hecho, al principio pensé que me había golpeado porque estaba borracho y, que esa sería la única y última vez que lo haría; sin embargo, no pude haber estado más equivocada en toda mi vida. 

En realidad, Allan continuó golpeándome constantemente por cada cosa y, fue empeorando con el tiempo; de hecho, parecía que se había convertido en un verdadero monstruo. 

Por ello, como ya no puedo soportarlo más, espero con ansias hasta que cumpla dieciocho años para poder largarme de aquí; después de todo, aquel día que me golpeó fue el primer y, el principio de una vida desdichada.