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El tío de mi marido resultó ser mi real Príncipe Azul...
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"Esta noche no debes encender las luces y por ningún motivo permitas que el joven maestro Ferguson te vea la cara, ¿entendiste?", advirtió un hombre.

"¡Haré de tu vida un infierno si no logras que se quede contigo y arruinas a la familia Wadleigh!", continuó.

La chica comenzó a temblar luego de recordar la advertencia de su padre.

Su hermana escapó una noche antes de su boda, por lo que ella no tuvo más remedio que ofrecerse como voluntaria para casarse con Joshua Ferguson; además, su padre se estaba volviendo loco y esa parecía ser la única solución para resolver el problema de la familia Wadleigh.

Antes de irse, su padre le mencionó y advirtió en innumerables ocasiones que, siempre y cuando pudiera acostarse con Joshua, la familia Wadleigh tendría la excusa perfecta para llegar a un acuerdo con la familia Ferguson.

La mujer llevaba un velo y un extraño la condujo hacia una habitación.

El desconocido estaba cerrando la puerta cuando ella se armó de valor para preguntar nerviosamente:

"Pues... ¿Cuándo llegará el joven maestro Ferguson?"

"Nosotros tampoco lo sabemos. Señora, usted misma debe prepararse y esperarlo". 

El extraño cerró la puerta al terminar sus palabras.

Savannah Wadleigh puso el cerrojo de inmediato y se quitó el velo. Entonces, se quedó mirando al impresionante vestido de boda que llevaba puesto; debido a todo, tenía sentimientos encontrados. 

Se había casado con Joshua Ferguson, un conocido mujeriego de la ciudad de Mayjadell; alguien que siempre estaba rodeado de mujeres. Incluso su vida privada era un desastre y aprovechaba su poder para molestar a los demás... Era un hombre despreciable.

De hecho, existía un dicho en la ciudad de Mayjadell que decía: era mejor casarse con un hombre pobre, que con Joshua Ferguson. Con eso, estaba claro que todos sabían lo terrible que era. 

Sin embargo, a la familia Ferguson les agradaba tanto la hermana de Savannah, que ofrecieron una fortuna para casarla con Joshua, sobre todo porque la chica era de buen carácter y una modelo a seguir entre todas las jóvenes adineradas. 

Al final, la familia Wadleigh no tuvo más remedio que aceptar. Sin embargo, lo que nunca esperaron era que, la chica, escaparía la noche antes de la boda.

Savannah tampoco quería casarse con Joshua, pero una noche escuchó que su padre tenía planes de casarla con un anciano de 60 años, por lo que, de repente, se dio cuenta de que casarse con Joshua no era una mala opción. ¡Era miembro de la familia Ferguson!

No obstante, para lograr su objetivo tenía que acostarse con él, porque sino, su sacrificio sería en vano. 

De pronto, alcanzó a escuchar unos pasos que poco a poco se acercaban a la puerta y, no pudo evitar entrar en pánico; estaba tan asustada que comenzó a temblar y se hizo bolita sobre la cama.

En eso, la puerta de la habitación se abrió con un crujido y escuchó un par de pasos firmes.

Al parecer, el intruso no tenía intención de encender las luces, por lo que Savannah soltó un respiro sintiéndose aliviada.

En el momento en que el hombre se detuvo frente a la cama, el tiempo pareció haberse detenido para ella, ni siquiera podía moverse. La chica tenía su corazón en un puño. 

¿Cuál sería el siguiente movimiento de aquel hombre?

Savannah pensó que el mujeriego la obligaría a estar con él, por eso, se sorprendió cuando el hombre simplemente se dio la vuelta para irse, luego de haber estado en silencio durante unos minutos.

Entonces, Savannah recordó la advertencia de su padre y salió de la cama rápidamente; al alcanzarlo, tiró de su camisa con fuerza. 

"Es... nuestra noche de bodas." Utilizó todo su valor para hablar.

El hombre se detuvo de inmediato ante la sorpresa de que ella hubiera tomado la iniciativa.

Y, en la oscuridad, se dio la vuelta para sostener la barbilla de la mujer. 

"¿Sabes quién soy?" La voz del hombre era ronca y baja, cada palabra que decía era tentadora. 

"Jo... ¿Joshua Ferguson?"

"¿Cómo?" Parecía un poco molesto y levantó el tono.

Al instante, la chica quedó aturdida y preguntó con cuidado: "¿Mi... esposo? ¿Cariño?"

Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, él presionó sus delgados labios contra los de ella, tomando su boca con fiereza. 

Su acción la sorprendió y trató de alejarlo de inmediato, pero, de pronto recordó las palabras de su padre y poco a poco dejó de resistirse.

Solo cerró los ojos y apretó los puños con fuerza, esperando por el siguiente paso del hombre.

«Esta noche... algo debe ocurrir». 

Hubo un fuerte sonido de desgarro y su ropa terminó hecha pedazos.

"No tienes mucho pecho", comentó él con frialdad.

Así, su enorme mano continuó deslizándose sobre el cuerpo de la chica, hasta que de repente se detuvo.

Las palabras del hombre la hicieron sentir humillada.

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