About
Table of Contents
Comments (3)

  —Carther... nena despierta — sus manos acariciaban lentamente mi cintura regando besos desde mis hombros hasta el cuello— anda Carther, no vas a llegar a tu examen

  —Solo cinco minutos más — tome su mano y la bese para cerrar mis ojos y seguir durmiendo—

  —Nada de cinco minutos — se levantó y comenzó a sacar las sabanas, las tome para tirar de ellas, pero siempre ha tenido más fuerza que yo—

  —Stephen! ¡porque siempre tienes que destaparme! — me levante de mala gana y con el genio del demonio, ¿cómo esperaba que estuviera de bueno humor si me levantaba así? —

  —comenzó a reír, voltee a verle molesta, ¿qué le hacía tanta gracia? me acerque para golpearle con la almohada pero me atrapo antes de que llegara a él, tomando mi antebrazo me apego a su pecho— tienes que dejar ese mal genio preciosa— me dio un beso rápido y una sonrisa apareció en su rostro— o podemos quitarlo a besos ¿ qué prefieres?— Sus labios se acercaron rápidamente para besarme mientras sonreía, sus labios eran suaves, cada vez que me besaba me sentía en casa, me hacía tan feliz, tenerlo otra vez, sus manos acariciaban mis mejillas lentamente, con paciencia, de pronto se detuvo y abrí mis ojos ¿ por qué se detenía?

  —¿Que prefieres ángel? — el rostro de Stefano apareció frente a mí, ángel, odiaba que me llamara así, ¿por qué lo odiaba? ... Stephen, fuego, Stefano...— ¿qué prefieres ratoncita? — mientras más me alejaba más parecía acercarse, no importaba cuanto retrocediera, de pronto caí sobre la cama y escuche un fuerte ruido.

  Apagué la alarma de mi teléfono, desperté de golpe, mi corazón estaba demasiado acelerado, otra más. ya no sabía qué hacer con ellas, las pesadillas no parecían terminar. Han pasado cinco meses desde el accidente, he intentado sacar cada imagen de mi mente, pero el siempre vuelve, en un sueño, en una canción, en algún aroma, el siempre vuelve.

  El apartamento que me regalo mi padre para mi cumpleaños era justo lo que necesitaba para escapar de los recuerdos, era un lugar cerca del centro de la ciudad, muy tranquilo, me mude hace un mes, y todo parece ir bien, o eso intento aparentar, las cosas han cambiado bastante, yo lo he hecho.

  He pensado que sería buena idea tener un compañero de habitación, invite a Carlos y acepto encantado, la verdad nunca imagine que seriamos tan buenos amigos, para habernos conocido como lo hicimos, no pintaba nada bueno nuestro futuro. Por el momento estoy acostumbrándome a vivir sola, debo colocar más de tres alarmas para no dormirme, a la cuarta mi padre me está llamando. Frente a mi vive un chico llamado Jared, trabaja en un bar, cerca del apartamento, nos conocimos el día que llegue, parece una buena persona, no hablamos demasiado, siempre nos encontramos cuando salgo a tomar aire a la azotea, fuma demasiado, pero ya no lo hace cuando estoy cerca, al menos. Arriba de mi piso vive una chica llamada Amanda, es enfermera, asique no pasa mucho tiempo en casa, por lo que las fiestas y vecinos ruidosos no forman parte de mi lista de problemas, excepto por Kian.

  Cada una semana o a veces menos, alguna chica sale llorando por el pasillo, y da el portazo, el tipo es estudiante de medicina, y no voy a mentir, es guapo, tiene un coeficiente intelectual envidiable, tiene dinero, pero es un completo idiota. El primer día que llegué la venia de su turno, al principio pensé que solo quería ser amable cuando me ayudo a ordenar las cosas en casa, pero cuando comenzó con el discurso sabía que su amabilidad era otra cosa. No tarde mucho en intentar de evitarlo, no necesitaba ese tipo de chicos en mi vida ahora mismo.

  Pero la lógica de los hombres es algo extraña, y mientras tu les dices que no, que no te interesa, parece haber algo mal en su cerebro que lo traduce a algo totalmente distinto, Kian es uno de ellos, hasta que no esté en su cama no va a dejar de molestar, de todas formas, me agrada, es... simpático.

  Me vestí rápidamente, aun con imágenes de mi pesadilla en la cabeza, odiaba quedar con las sensaciones del sueño en el cuerpo, sonó mi teléfono y lo miré con desconfianza, que paranoica podía ser a veces.

  —Carther! ¡vas cinco minutos tarde! — el grito de Carlos casi me deja sorda—

  — Son cinco minutos exagerado, llego en diez — tomé las llaves y salí cerrando la puerta—

  — Eso quiere decir que estarás aquí en veinte, dios Carther, cuando vivamos juntos te despertare a las cinco de la mañana, lo juro — corto dejándome con la palabra en la boca, de los dos, el siempre sería el más centrado y responsable—

  Saque mi moto del estacionamiento y me coloque el casco, a papa no le gustaba demasiado la idea de que me quedara con ella, pero la velocidad era lo único que me hacía olvidar las cosas que luchaba por no recordar. Jared iba entrando al edificio, seguramente había tenido otra noche de aquellas, lo salude con la mano y el me respondió rápidamente, se acercó trotando hasta mi mientras me colocaba mi mochila en la espalda.

  —Ya te vas chica piccaso? — se apoyó en el manubrio de la moto y quito su cabello del rostro con una mano, Jared era de esos chicos que no eran musculoso, arrogante, ni intentaba llamar la atención de nadie, pero sin querer lo hacía.

  — Tengo examen, y ya voy tarde, otra vez — suspire y acomode mi casco—

  —Bueno... si llegas a tiempo y aprueba, puedes pasar cuando quieras al bar y lo que pidas será gratis — lo miré dudosa, pero extendí mi mano para estrecharla con la de el—

  — es un trato, ahora no hagas trampa — empuje sus brazos lejos del manubrio— que no llegare si sigues ahí parado—

  —No corras demasiado chica — sonrió y se alejó dejándome salir del estacionamiento, necesitaría de un milagro para llegar a tiempo, pero mientras más tarde iba, parecía que el mundo andaba aún más lento, los semáforos no cambian nunca, maldije más de diez veces antes de llegar a la universidad. Di gracias al cielo cuando la puerta del salón aún estaba abierta, Carlos meneo la cabeza al verme entrar desesperada a sentarme.

  Pero lo logre y tendría mis tragos gratis, la verdad este último mes solo había bajado las calificaciones a pesar de que era en todo lo que me concentraba, sabía que aun tenia cosas que resolver, mentiría si no vivía con miedo a que Stefano se apareciera de la nada, pero definitivamente esta vez estaría preparada.

  El día era monótono, como todos los otros, y la rutina comenzaba a matarme, y la soledad comenzaba a gustarme, estuvo bien por algunos meses, pero, aunque a todos les dijera que estaba bien, que sola podía hacerlo todo, no era tan cierto. Estaba molesta con el mundo, un corazón roto puede transformar a la persona más dulce en la más fría de todas. Recuerdo cuando creía que eso no era posible ¿porque cerrarse a algo tan bonito como enamorarse? ¿por qué el amor duele? se supone que es un sentimiento puro, que no lastima... pero ese era el problema, las personas no saben amar, solo terminas aceptando que la manera en la que estas siendo amada es la correcta.

  Mi manera de amar a Stephen no fue la correcta, perdonar es correcto, pero no cuando pasa por sobre ti, no cuando te lastimas a ti misma por mantener a tu lado a alguien que crees te pertenece, pero las personas no se pertenecen, no son cosas de las cual puedes apropiarte, son seres a los cuales puedes acompañar en esta vida y amarles tanto como te sea posible.

  No comenzaría a meterme con otros tipos para borrar a Stephen de mi mente, el primer mes lo intente, y fue un completo fracaso, no puedes borrar sentimientos, ni siquiera el tiempo podía con ellos. No significaba que pensaba quedarme toda la vida sola, pero cuando estuviera lista, las cosas pasarían. Toma tiempo aceptar que todo lo que creías de una persona realmente era tu idea sobre ella y no lo que era en verdad, yo intente cambiarlo, siendo que lo que tenía que hacer era amarlo tal y como era y esperar que por amor a mí el quisiera ser diferente.

  Y creí que lo había hecho, tal vez lo hizo, pero ya era tarde, el dolor no puedes quitarlo solo disculpándote. Llegue a casa cerca de las siete y ya comenzaba a atardecer, ir a la azotea a esta hora era mi mejor panorama. Me coloqué un suéter y subí hasta ella.

  El cielo estaba pintado de tonos rojizos, las nubes eran de un color morado, debería subir a pintar alguna vez.

  —sí que te gusta este lugar — voltee encontrándome a Kian apoyado en la baranda, al ver que no respondía comenzó a hablar nuevamente— tranquila Cat que no estoy aquí para coquetear

  —Es Carther — viva confundiendo los nombres, asique no me sorprendía demasiado—

  — Carther, ¿te has enamorado alguna vez? — su pregunta me tomo por sorpresa, ¿el hablando de amor? —

  — Si — no dije nada más, no éramos muy cercanos como para comenzar a contarle de mi vida— pero dudo que tú lo estés o lo hayas estado.

  — ¿por qué lo dices? — me miro aparentemente ofendido— no puedes juzgarme si no me conoces— punto para el—

  — No lose, te veo con muchas chicas... no sabría qué otra cosa pensar — me encogí de hombros y centre mi vista en el atardecer —

  — ¿Sabes? los cabrones también se enamoran— ¿por qué siquiera me está hablando de esto? — Las mujeres parecen llevar mejor una ruptura — sonrió sacando un cigarrillo para empezar a fumar—

  —Siendo medico deberías saber que eso no es bueno para tu salud — se encogió de hombros y llevo el cigarrillo a su boca—

  —Me relaja — se apoyó nuevamente sobre la baranda y admiro el paisaje— las mujeres son complicadas, siempre quieren más de lo que les puedes ofrecer—

  — ¿Eso lo dices porque quieres follarlas y ellas esperan casarse contigo? — reí meneando la cabeza— no todas son así, y no todos son como tú, deberías ver cuál es el problema ahí eh.

  — ¿Tú crees que ese royo de " no quiero estar con nadie para que no me lastimen" corre solo para las mujeres? — tiro su cigarrillo al suelo y lo piso para apagarlo— te aviso que no, claro que un hombre jamás va a aceptarlo—

  — lo acabas de hacer tu — me abrace a mí misma, comenzaba a hacer frio— y dime, chico herido, ¿quién rompió tu corazón? supongo que no una de las chicas que desfilan por tu apartamento.

  — Supongo que hablar con un desconocido de esto es normal — dijo sarcásticamente— era una chica de mi ciudad, supongo que no le di lo que esperaba de mí y se aburrió de esperar —

  — ¿y que esperaba? —

  —Que tuviera tiempo para ella, solo eso quería...— suspiro algo deprimido— mi carrera no me da para estar las veinticuatro horas pegado al celular para hablar con alguien, ni tampoco para estar en casa todo el día con ella, y encontró a alguien que si lo podía hacer — se encogió de hombros— es una mierda, pero así es — suspiro y sonrió como si no importara— pero bueno, ¿de amor nadie se muere no?

  — Tu deberías saber eso, yo solo estudio arte — reí y miré el cielo que comenzaba a oscurecerse— deberíamos entrar, comienza a hacer frio.

  —Ve tú, creo que ya descubrí porque te gusta tanto este lugar — me regalo una de esas sonrisas perfectas y emprendí mi rumbo de vuelta a mi piso. Tal vez Kian no era tan cabrón como lo creía, y tal vez tenía razón, cada uno encuentra su modo de superar un corazón roto, y yo debía encontrar el mío.

You may also like

Download APP for Free Reading

novelcat google down novelcat ios down