Home/ Obligada a casarse con un desconocido Ongoing
"No puedo llevarte a casa cariño, tengo a tu mejor amigo esperándome en la cama".
About
Table of Contents
Comments

Punto de vista de VERA

"¿A dónde vas tan tarde, Vera?", me preguntó mi mamá, al sorprenderme sosteniendo el pomo de la puerta.

"Verás, Castro y yo habíamos acordado celebrar mañana, pero él no me ha enviado mensajes de texto y tampoco me ha llamado por teléfono, así que estoy un poco preocupada. Me dijo que ha surgido un problema familiar...", suspiré. "Es nuestro sexto aniversario y solo quiero consolarlo; los asuntos de su familia han sido una pesada carga para él, así que quiero tener el gesto de darle sus tortas de huevo favoritas para levantarle un poco el ánimo".

Bueno, claramente no recuerdo los cuatro años restantes ni cómo nos conocimos.

Así es. No tengo recuerdos de cómo me desperté en un hospital hace un par de años. Mi mamá me dijo que no se trataba de algo significativo, así que no pregunté mucho al respecto. Cuando Castro dijo que él había sido mi novio en el pasado, inicialmente lo dudé, pero él pudo demostrarlo contándome innumerables cosas que sabía sobre mí.

Así que seguimos saliendo.

Ella sonrió, comprendiendo cada palabra que brotaba de mis labios. "Debo decir que es un gesto muy dulce de tu parte, cariño, pero ya es muy tarde, así que te prestaré mi automóvil para que vayas hasta allá".

"¿De veras?", repliqué, al tiempo que me acercaba y le daba un beso en las mejillas. "¡Gracias, mamá!"

Ella sonrió y luego emprendí el viaje en automóvil a casa de mi novio. Mis mejillas se sonrojaron de emoción al pensar en que pasaría la noche con él. Siempre había disfrutado cada minuto que pasaba con él; por eso habíamos estado juntos durante tanto tiempo. Me encantaba estar a su lado.

Miré los pasteles de huevo. "Ustedes van a hacerlo feliz, ¿vale? De lo contrario los echaré a todos", dije riendo.

¡Estaba tan emocionada!

Cuando llegué, tal y como lo esperaba, el automóvil de sus padres no estaba por ningún lado. Suspiré, aliviada, pues no quería meterme en líos. Castro me había advertido que no fuera a su casa, pues sus padres discutían constantemente. Sonreí, al tiempo que cogía la caja llena de pasteles de huevo.

Había estado allí muchas veces, así que tomé el camino más corto hasta su habitación. Tras haber trepado la cerca, tomé la escalera que había en su patio y me dirigí hacia su habitación. Trepé por la escalera y descendí suavemente en su terraza. Al parecer no estaba dormido, ya que las luces estaban encendidas.

Por fortuna, la puerta estaba abierta.

"¡Uf! ¡Sí!"

Mis ojos se abrieron desmesuradamente. ¿Qué era aquello?

No...no era posible.

Agarré con creciente fuerza el pomo de la puerta y resistí el impulso de entrar por un minuto, al escuchar los ruidos provenientes de su habitación, Mi visión se tornó borrosa. Cuando abrí la puerta, no podía creer lo que veían mis ojos.

Me resultaba imposible respirar; el dolor era tan abrumador que mis rodillas empezaron a flaquear. Las lágrimas corrían incesantemente por mi rostro mientras gritaba a todo pulmón. No escuchaba mi propia voz ni entendía lo que sucedía. Lo único que sabía en ese momento era que se había consumado una Traición.

Ambos me vieron; el rostro de la chica me resultaba familiar, pese a que las lágrimas nublaban mi visión. Ella lanzó un grito ahogado y se apartó de mi novio de un salto, cubriéndose con la manta, mientras los ojos de Castro se abrían desmesuradamente. Ninguno de los dos dijo una sola palabra.

Simplemente me quedé allí, petrificada.

"Mi..Mi..." tartamudeé mientras mis sollozos se intensificaban. "Mi novio y mi..." La señalé y completé la frase "...mejor amiga."

"Vera", dijo Castro.

"¡CÁLLATE LA BOCA!", espeté mientras lo miraba fijamente hasta que comencé a sollozar. La tristeza y la depresión que me embargaban de repente dieron paso a la ira. "¿CÓMO CARAJOS PUEDES HACERME ESTO, CASTRO?", grité.

Él se levantó y trató de acercarse a mí, pero lo aparté, dirigiendo mi ira hacia la chica que estaba a su lado. Ya ni siquiera podía considerarla mi amiga. "¡TÚ..TÚ! ¿CÓMO PUDISTE?", exclamé, llorando.

Ella también lloraba, pero seguramente no estaba sufriendo tanto como yo en ese momento.

Sentí entonces una mano en mi codo y, al volverme, vi a Castro. De inmediato le propiné una fuerte bofetada en el rostro. "¡Feliz sexto aniversario Castro!", exclamé, al tiempo que le sonreía amargamente. Abrí la caja que contenía las tortas de huevo, las dejé caer al suelo y arrojé lejos la caja, muy enfadada.

Le lancé una última mirada a mi mejor amiga, quien ni siquiera se atrevió a mirarme. Luego, salté por su ventana y aterricé suavemente en el suelo. Subí rápidamente al automóvil y puse en marcha el motor.

¿Como habían sido capaces?

Lloré sin cesar mientras conducía lentamente de regreso a mi casa; mi voz resonaba por las calles. Ya no pude contenerme, así que me detuve y lloré con todas mis lágrimas. No podía parar de llorar. ¡No podía soportar aquel inmenso dolor!

Agarré el volante con fuerza y ​​lo golpeé con la cabeza. "¿POR QUÉ? ¿Y CÓMO PUEDO DEJARLOS VIVOS?", pensé con amargura.

Eran tan especiales para mí... nunca podría volver a llorar así en toda mi vida.

Pasé toda la noche llorando, agarrando las mantas, loca de rabia, mientras vertía lágrimas de infinita tristeza. Traté de no hacer mucho ruido, pues no quería que mi mamá me viera actuar de aquella manera tan patética.

Pasé el día entero sin dormir. Me levanté y me dirigí hacia el baño como si fuera un robot. La sensación de vacío era tan intensa que no tenía ganas de hacer nada. Bajé las escaleras y me senté a desayunar.

"¡Cariño, aquí tienes unos panqueques! ¿Por qué tienes los ojos así?", dijo mi mamá, al tiempo que se acercaba a mí, con una gran preocupación plasmada en su rostro.

Aparté su mano y repuse: "No es nada mamá; es solo que he visto demasiadas películas".

"¿Oh, en serio? Entonces, ¿por qué tienes la camisa puesta al revés?", señaló ella.

Entonces bajé la vista. ¡M*ldita sea! La etiqueta de la misma estaba en la parte delantera.

Se sentó frente a mí y tomó mi mano. "¿Qué sucedió anoche, Vera? Me desagrada mucho que me ocultes cosas", dijo frunciendo el ceño.

Aunque no quería preocuparla... tampoco tenía la intención de mentirle, pues no habría podido tener una mejor madre. Ella me había criado sola. No crecí disfrutando de la compañía de un padre y realmente la ausencia de una figura paterna nunca me había afectado demasiado, pues me bastaba con la presencia en mi vida de la persona que en ese momento estaba frente a mí.

"Ca... Castro me engañó. Debería haberlos matado, pero no tuve el valor para hacerlo", le confesé.

Ella me dio unas palmaditas en la espalda y me dijo: "Chica loca, sé que es algo muy doloroso para ti, pero no puedes matarlos, ¿vale?"

Era de esperarse que mamá dijera esas cosas. Me reí un poco y la besé en las mejillas. "Estoy segura de que voy a estar bien, pero no sé cuándo", le dije.

"Me parece increíble que un chico tan bueno como él haya sido capaz de hacerte eso", suspiró.

Yo tampoco podía creerlo.

¿Cómo...cómo pudo suceder eso?

Las escenas de nuestra vida juntos desfilaban ante mis ojos. Cada recuerdo me golpeaba con gran fuerza, debido al dolor que me causaba la realidad. Comencé a arrepentirme de todo lo que había compartido con él; aunque sentía una gran amargura, la verdad era que todavía lo amaba.

Incluso después de sorprenderlo sosteniendo relaciones s*xuales con mi mejor amiga.

Mis ojos se hincharon una vez más y mi mamá me abrazó con fuerza. Lloré de nuevo, sollozando fuertemente en su hombro. Agarré su camisa, sintiendo un gran dolor, y le dije que no podía respirar. Al despertar sentí un dolor todavía peor.

Pensé que la noche anterior solo había sido una pesadilla; ahora resultaba que jamás despertaría de esa pesadilla.

"¿Quieres marcharte?"

Mis ojos se abrieron desmesuradamente mientras me apartaba de ella. "¿Marcharme?", repliqué, extrañada, todavía sollozando después de haber llorado tanto.

"Me refiero a irte de este lugar conmigo", explicó.

"¿De qué estás hablando? ¿Acaso es por mi problema? No..."

"No, no es eso. En realidad quería decirte que obtuve un ascenso en mi trabajo y me enviarán a la sucursal principal de la empresa. Sabía que no te irías, ya que Castro vive en este pueblo. Por eso decidí que sería mejor que vivieras de forma independiente, pero, ahora que veo qué clase de persona es él realmente, creo que deberías venir conmigo", explicó.

Le sonreí, abrazándola fuerte. "Sí...Sí, mamá, será mejor que nos vayamos de este lugar".

Ella me dijo que nos mudaríamos la semana siguiente. Era demasiado pronto, pero pensé que cuanto antes nos marcháramos mejor sería. Necesitaba alejarme de allí. Después de lo que pasó esa noche, me deshice de mi teléfono, que contenía todos los recuerdos de lo que había compartido con la gente de aquel pueblo. A menudo veía a Castro venir a nuestra casa, pero yo siempre le decía a mamá que le dijera que no estaba en la casa en ese momento. Pasaron los días y él siguió yendo, incluso hasta el punto de suplicarle a mi mamá que lo dejara verme. Pero me limité a mirarlo con desdén desde mi ventana, recordando la traición de ellos en mis narices. Por ningún motivo los perdonaría.

Pasaron los días; yo pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en mi habitación mientras llegaba el momento de nuestra partida. Cerré la cremallera de mi bolso y eché un último vistazo a mi habitación. Mis ojos se posaron entonces en un retrato que estaba justo al lado de mi armario.

Se trataba de un retrato de nosotros tres: Castro, Violeta y yo.

"¡Qué ironía!", me burlé, soltando deliberadamente aquel retrato, el cual cayó al suelo. El vidrio que lo cubría se hizo añicos y yo me regocijé ante ello. Luego, salí de la habitación.

Ya estaba harta de toda esa situación.

Subí al automóvil de mi mamá y me deslicé en mi asiento. Observé los árboles mientras mamá se alejaba de todo eso que yo simplemente esperaba que desapareciera. Sonreí. "Feliz sexto aniversario", susurré.

You may also like

Download APP for Free Reading

novelcat google down novelcat ios down