Home/ Mi querida y mis gemelos, quédate conmigo Completed
El hombre guapo con el que me acosté quería que le diere a la luz a gemelos.
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Hacía mucho calor...

Tal vez era porque había bebido mucho, pero Ashley sentía demasiado calor.

Poco después, le pareció oír que la puerta se abría de un empujón.

A duras penas abrió los ojos y miró en dirección a la única luz. Ashley vio a unas cuantas personas que, en actitud respetuosa, estaban de pie junto a la puerta, dando la bienvenida a una figura alta y recta que venía del otro lado de la alfombra roja.

El hombre se detuvo y preguntó con voz seria: "¿Es virgen?"

"Sí, señor".

"¿De qué estarán hablando?"

"¿Quién es ese hombre? ¿Acaso es Dion?"

Ashley abrió los ojos, intentando ver quién era el hombre. Por desgracia, la puerta estaba cerrada, así que no pudo ver nada con claridad. Lo único que podía percibir era a un hombre caminando hacia la cama.

De repente, un cuerpo frío se inclinó hacia ella y Ashley fue incapaz de detenerlo.

El hombre la apretó contra su cuerpo, él tenía los ojos llenos de lujuria. A oscuras, besó sus labios rojos con pasión, le dio la vuelta y la aprisionó.

"Duele..."

El dolor hizo que Ashley soltara un quejido, y todo su cuerpo se encorvó. "Dion, me duele mucho... Dion... ¿Podrías dejarla...?"

El hombre se sorprendió y se quedó quieto por un momento. Era la primera vez que una mujer gritaba el nombre de otro hombre mientras tenía relaciones sexuales con él.

"Relájate".

Al escuchar la voz desconocida del hombre, Ashley se inquietó.

Él no era Dion. Si Dion ya estaba con su supuesta mejor amiga, ¿cómo podía estar ahora en su cama?

"¡¿Quién... quién eres tú?! No me toques..."

Ashley movió las manos intentando defenderse con todas sus fuerzas. Sus uñas puntiagudas lograron arañar el cuello del hombre. Él se quejó del dolor y ella creyó que le había arrancado algo del cuello.

A medida que el placer aumentaba, el dolor se desvanecía poco a poco.

Del interior de la suite de lujo se escuchaban continuamente los sonidos de un hombre y una mujer, y cada vez sus voces se volvían más intensas.

Los guardaespaldas que estaban fuera de la suite seguían de pie con una expresión seria, como si no pasara nada.

...

"¡Ah!" Ashley se despertó de repente, sudando por doquier.

En el exterior ya había sol, pero su esbelta espalda estaba cubierta de sudor frío.

¡Volvió a soñar con esa noche!

Ashley respiró hondo y se limpió el sudor de la cara. Se acordó de la voz grave de aquel hombre, de su pecho frío, de sus ojos oscuros que la miraban fijamente, y...

Aquella noche de hace dos meses fue la más lamentable de su vida.

Al enterarse de que su novio y su mejor amiga la habían traicionado, se dirigió con tristeza a un bar para beber en compañía de otras personas. Pero por desgracia, alguien la drogó. Entonces la llevaron a una lujosa suite mareada y perdió la virginidad.

Las mejillas de Ashley estaban rojas. Ni siquiera se atrevió a pensar en ello y se apresuró a cambiarse de ropa.

En el laboratorio, Ashley estaba ocupada realizando un experimento. A mediodía, una compañera de clase le trajo el almuerzo. El ligero olor a pescado la hizo sentir mal.

Dejó a un lado su experimento incompleto y se fue al baño a vomitar durante largo rato.

"Ashley, ¿por qué has vomitado? ¿Acaso te cayó algo mal? Ah, ¿estás embarazada?"

Ese comentario fue un golpe para Ashley, y su rostro se puso aún más pálido.

"¿Estoy embarazada? ¿Podría ser una coincidencia?"

Pero así era.

En el hospital, una doctora le entregó el informe de la prueba y señaló la localización del feto. "¡Felicidades, señorita Woods, en efecto, está embarazada! El feto tiene unos 70 días y todo está en orden".

En cuanto escuchó eso, Ashley se sintió desorientada y su cuerpo se estremeció. Entonces se apoyó en la pared para mantener el equilibrio.

Estaba embarazada... En verdad, ella estaba embarazada.

Pero no sabía quién era el padre de su hijo.

¿Quién era el hombre que se acostó con ella aquella noche?

Deambuló por el pasillo del hospital durante mucho tiempo y al fin encontró el consultorio de la doctora. "Doctora, yo, yo no quiero tener un hijo. Quiero abortar".

"¿Qué?"

La sonrisa de la doctora desapreció en ese momento, porque no esperaba que aquella chica tan joven y débil fuera tan despiadada. Entonces no pudo evitar decir: "Señorita Woods, usted ya está embarazada. Es una lástima que no quiera tener a su hijo..."

"¡Yo... no quiero tener este hijo!" Ashley se aferró más al brazo de la doctora y le suplicó: "Quiero abortar. ¡Ahora!"

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