—Quiero el divorcio.

Levanté la cabeza y me quedé mirando a mi esposo sin pestañear. La copa de vino que estaba llevándome a los labios se detuvo en seco. Sabía que Grey abordaría el tema pronto desde que nos habíamos enterado que su primer amor había regresado después de haber permanecido en París por cinco años, pero nunca hubiera esperado que lo hiciera en la noche de nuestro cuarto aniversario. 

—¿Por qué? —La pregunta salió de mis labios antes de que pudiera contenerme. Ya sabía la respuesta, pero de todas maneras quería escucharlo decirla. Quería saber si podía ofrecerme un poco honestidad como un último acto de bondad antes de que nos separáramos. 

—Quiero un hijo, Lily, y no has podido darme otro hijo como mi esposa —dijo sin remordimiento. Su rostro se mantuvo perfectamente impasible. Ante la mención de nuestro hijo, mis ojos se ensombrecieron al recordar lo que había pasado. Hace dos años habíamos perdido a nuestro pequeño en un accidente automovilístico, yo había estado con él y hasta el día de hoy me culpaba por su muerte. A pesar del dolor, había tratado de hacer darle otro hijo a mi esposo, pero había fallado en cada ocasión. 

—He estado esperando por años y ya no puedo esperar más. Creo que es momento que continuemos nuestras vidas por separado —agregó haciendo que me quedara pasmada antes sus palabras porque no sonaba como el Grey que conocía. 

Sabía que estaba mintiendo, esa no era la única razón por la que quería divorciarse. Apreté los puños sobre mi regazo cuando recordé la vez que lo había visto de casualidad con Natalia en un restaurante lujoso. Me había dado cuenta de que estaban en una cita pero había decidido guardar silencio y esperar a ver si me decía algo, pero parecía que había esperado demasiado de él. Al parecer estaba ocultándome más de lo que había intuido si no quería hablarme de ella.

Aunque, no sabía si realmente podía culparlo. Natalia no solo era su primer amor, sino también era una modelo italiana. La mujer había sido lo suficiente fuerte para priorizar su carrera por sobre el amor y, a pesar de ello, Grey no la había podido olvidar. No quería mentirme, en lo profundo de mi corazón, sabía que todavía estaba enamorado de ella. Después de todo, nuestro matrimonio nunca había sido uno de amor. Mi esposo me había elegido, a una simple camarera sin nombre, para vengarse de su padre ya que este se había casado con su amante después de que su madre lo había dejado. Su padre todavía no lo perdonaba por este acto de rebeldía. 

Me di cuenta de que todavía tenía la copa en el aire así que me la vacié de un trago. Ilusamente pensé que me ayudaría a relajarme, pero me sentí igual de mal cuando lo terminé. 

—Me estoy esforzando, Grey, por favor dame una oportunidad más. ¿Por qué no esperamos un año más para ver si quedo embarazada? Si no lo hago, estaré de acuerdo con el divorcio —le rogué mirándolo directamente a los ojos y pisoteando mi orgullo en el proceso. Era la única forma en la que pensaba que podía salvar nuestro matrimonio. 

—No puedo esperar más, Lily. Es tu trabajo como mi esposa darme hijos y no pudiste cumplirlo. Es razón suficiente para dejarte. 

Sus palabras se clavaron en mi corazón, quitándome el aire. Grey Bradford no era una persona cruel. No reconocía al hombre sentado frente a mí, era casi un completo extraño. Aunque mi esposo no había estado enamorado de mí, siempre había sido amable. Nunca me había levantado la mano, ni tratado mal en ningún momento. Mirando su rostro indiferente, me preguntaba adónde se había ido ese hombre. 

Se me dificultó respirar, parecía como si hubiera enterrado su mano en mi pecho y estuviera estrujándome el corazón. Había sacrificado la única oportunidad de irme al extranjero para trabajar en mis sueños por él y así me lo estaba pagando. No podía creer que me estuviera pidiendo el divorcio con tanta facilidad, si solo tuviéramos a mi pequeño Dylan esto nunca hubiera pasado. Cerré los ojos para componerme, suprimiendo las lágrimas y apretando los puños hasta dejarlos blancos de la rabia. 

Cualquier mujer del país desearía tener a Grey, sin embargo, para mí, casarme con él había sido la peor decisión de mi vida.