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-¡Tururup turururururup turururururururururu, rup!

El hombre abrió los ojos con aquel conocido sonido de su celular entonando las notas del vuelo del moscardón, de Nikolai Rimsky Korsakov, indicándole que ya era hora de despertar, el aparato marcaba las 6:11 de la mañana del 20 de Junio del 2002, el Sol nacía en aquél paisaje semi desértico, mostrándole un bello amanecer a aquél hombre que cuando podía, sabía muy bien como disfrutar de la belleza de un amanecer.

-¡Va a estar fuerte el calor Edgar!

Le dice Juan de Dios a su amigo y compañero de labores que dormitaba cerca de él.

-Si perfo, hasta los pájaros se van a caer.

Le contesta Edgar, que era un joven atlético de unos 22 años, tez morena y ojos mongoloides.

-Además hoy es el día más largo del año. –replica Juan de Dios. –Ya que es el solsticio de verano del 20 de Junio y tardará 15 horas en ponerse el Sol, es cuando Quetzalcóatl baja por la pirámide de Chichén-Itzá, hoy al medio día y con la forma escalonada de la pirámide, la sombra del Sol dibuja el cuerpo de una serpiente que baja por un costado, rematando en una de las cabezas que están colocadas al final de las escaleras; ¿Quién sabe cómo le hicieron los mayas para acomodar la pirámide en el ángulo exacto? 

-Para que precisamente hoy se realice un efecto de luz y sombra que todavía aún impresiona a propios y extraños.

-Me gustaría verlo. –dice Edgar.

-Yo ya lo vi. –le comenta Juan de Dios. -Hace muchos años mí papá me llevó.

-¡Entonces fue hace siglos, perfo!

Le dice a modo de broma; Edgar a Juan, como haciendo alusión a su edad.

-¿Cómo te ves a tus 22? ¡Mejor perro! ¿Cómo me ves a mis 33? ¡Brincos dieras!

Le replica Juan de Dios regresándole la broma, y así continuaron su viaje platicando y bromeando entre temas familiares y de trabajo, aquellos 9 hombres, que conformaban la tripulación nacional del equipo de perforación de pozos petroleros no. 722, de la compañía petrolera canadiense Presicion Drilling, instalado en el estado de Tamaulipas en México, a unos 30 minutos de la gran ciudad industrial de Reynosa, situada en la frontera con Texas, USA; Juan de Dios era el perforador y encargado de turno;

30añero, de tez blanca, cabello castaño claro, algo largo, complexión fornida de unos 90 kilos y 1.78 de estatura

-¿A dónde nos lleva don Pedro?

Le pregunta al chofer de aquella Van de la Ford de modelo reciente, que era un señorón de unos 60 años, casi 2 metros de estatura y con toda la pinta de un recio ranchero norteño. 

Éste le contestó.

-Aquí cerca jefe, a unos 10 minutos por la carretera a Monterrey y otros 15 de brecha, entrando a la izquierda.

-¿Sabe usted como se llama el pozo? -Pregunta Edgar.

-Se llama Caudaloso 2 y dicen que anoche se les arrancó. –Contesta don Pedro.

-¿Escucharon eso? –pregunta Juan de Dios. –El pozo esta descontrolado en el día más largo y caluroso del año; ¿Trajeron su dotación de coca colas para aguantar la insolación?

Su celular ahora marcaba las 6:50 horas, cuando vieron alzarse en medio de aquella selva de mezquites a la alta torre de unos 40 metros de altura, pintada de rojo y blanco, contrastando con los colores desérticos de aquella selva que la rodeaba, don Pedro estacionó la van de pasajeros en reversa como lo indicaban las normas de seguridad, a un costado de la caseta comedor donde estaban las gavetas, en las que el personal de la tripulación guardaba sus efectos personales y equipo de protección personal o EPP por sus siglas en español, la tripulación bajó de la unidad y comenzó a prepararse para la jornada, que empezaba con la obligatoria plática de seguridad al comenzar cada turno y a su llegada al pozo, salió a recibirles el Rig Manager de aquél equipo de perforación, quien era básicamente el encargado del buen funcionamiento de las partes mecánicas y normas de seguridad, así como el buen estado de las diversas herramientas, y sistemas de seguridad que existían en el área de trabajo, su nombre: Ron Olsen. 

Un 40renton alto, delgado, blanco y de ojos azules, con toda la pinta de aquellos indomables y testarudos inmigrantes que conquistaron el viejo oeste norteamericano, al poco tiempo llegó Mike Ursulak, un joven y atlético supervisor de perforación, con apariencia de jugador de hockey sobre hielo, calvo y simpático que sabía llevarse bien con los trabajadores como si estuviera entre paisanos, llegó también el Company Mano; Luís Molina, de estatura media, tez clara y cabello oscuro, oriundo de Veracruz, ya conocido por aquel grupo de trabajadores nacionales, habiéndose ganado su confianza por su carácter jovial y amigable típico de los veracruzanos.

Ya todos listos y acomodados alrededor de la metálica mesa comedor, iniciaron la jornada aquellos trabajadores mezcla de personal canadiense y mexicano con la plática de seguridad del día.

-Pues bien, la situación es peligrosa –dijo el rig manager Ron. –Y se requiere poner toda la atención, el pozo quiere salirse de control, no hay circulación de fluido de control y las válvulas superiores de cierre de pozo están cerradas.

-Estamos calculando el material y tiempo necesario para restablecer la circulación, estamos a 2116 metros y solo nos faltan 182, para que lo podamos considerar como terminado y la compañía lo pueda cobrar, deben de estar alertas y siempre listos a cualquier evento, el quemador está listo para ser encendido y en caso de un descontrol, siempre va a estar un hombre en la válvula de estranguladora de presión, desfogando el exceso de presiones al quemador. 

Edgar levanta la mano para hacer una pregunta.

-¿Cuál es la máxima presión permitida?

-¡600 libras! -le contesta Ron. –Aunque la pared del pozo ya está fracturada en alguna parte del agujero descubierto, es muy importante no rebasar esa presión para evitar abrir más las fracturas en la formación.

-Ok compañeros. –dice Juan. –Ya escucharon, así que todos a sus puestos y por mientras limpieza del equipo, recuerden que si escuchan la alarma primero deben identificarla y luego actuar.

-¿Todos saben los códigos de la alarma?

Los trabajadores guardaron un silencio que Juan rompió con el característico tono alto de su voz.

-Por lo que escucho no, 1 toque indica un arrancón, 2 toques es la alarma de incendio, y 3 toques espaciados es alarma de abandono, aunque también si escuchan que la corneta suena continuamente, es porque el perforador ya se quemó o murió, y no tuvo chance de dar los 3 toques, asegúrense de identificar primero el tipo de alarma y luego actúan, ahora a darle duro y con ganas que ya nos faltan 14 días.

Y así, entre risas y comentarios divertidos, preguntas y otras cosas referentes a la operación, se terminó la plática de seguridad del día, y comenzó aquella primera difícil y calurosa jornada del 20 de Junio del año 2002, después de unas horas Juan de Dios, revisó la hora en su pequeño celular e indicaba las 12:00 horas. 

Mientras revisaba la bitácora de los perforadores, checando el desarrollo y datos técnicos de aquel pozo llamado Caudaloso 2, se dio cuenta que solo había 2 pozos en aquella zona, los Caudalosos 1 y 2, siendo el primero de estos, explorado y terminado por la compañía nacional de perforación

PEMEX

, dándolo por terminado a la profundidad de 2166 metros.

-¿Qué extraño? –Pensó inquisitivamente en este dato. -¿Por qué no a 2200 metros o 2300 metros como éste que estamos terminando?

Y cavilando en estos tecnicismos petroleros, le hizo el comentario a Mike Ursulak, que apareció en ese momento en la caseta del perforador, que se encontraba colocada a unos 9 metros de altura, con respecto al suelo, en el piso de perforación a un costado de la torre de perforación, Mike encogió los hombros y Juan de Dios divertidamente le dijo, que al parecer PEMEX no había continuado la perforación del pozo caudaloso 1, porque era tan peligroso que ya no pudieron hacerle más.

Y con una risa de aceptación el supervisor canadiense le preguntó a Juan de Dios.

-¿Sabes preparar y trabajar el lodo de perforación?

-¡Claro! –Contesta Juan. –Me he pasado la mitad de mi vida preparando lodo.

-Pues bien, entonces la orden es restablecer la circulación, controlar la pérdida de lodo y continuar perforando hasta la profundidad de 2300 metros, ya el ingeniero de fluidos agregó el material obturante al lodo. 

-Y podemos comenzar a bombearlo.

Escuchando esto Juan se puso el casco de protección, salió a la consola de controles y accionó los diferentes sistemas de medición de presiones y conteo de emboladas por minuto, así como los detectores de gas y con Edgar en la válvula de control de presiones, y el personal de supervisión tomando lecturas en el manyfold de estrangulación, como es técnicamente conocida.

Un componente de tuberías y válvulas, que desvían los fluidos provenientes del pozo, al separador gas-lodo y al quemador

activó girando las perillas de aceleración de las bombas, y lentamente aquel espeso y aceitoso fluido de control fue introduciéndose en aquel accidentado pozo, que amenazaba con descontrolarse en cualquier momento, después de más de media hora de estar bombeando fluidos de control, a un ritmo controlado de 40 emboladas por minuto, los indicadores de presión de las bombas dieron la tan esperada señal, el fluido introducido regresaba y no se perdía en su totalidad, lo que indicaba que los fragmentos de cáscara de nuez habían funcionado, taponando las micro grietas que habían debilitado las paredes del pozo caudaloso 2, cuando el contador de EPM indicaba las 1300, los indicadores de presión empezaron a moverse, eso confirmaba que el material anti perdidas estaba funcionando muy bien, obturando las micro fracturas de las paredes del pozo, disminuyendo la pérdida y permitiendo así que el lodo regresara a la superficie, pasando por las líneas de control hacia el manyfold, y regresando por el separador gas lodo a las presas, que era de donde las bombas tomaban el lodo para introducirlo al pozo.

Completando así lo que en tecnicismos petroleros, se conoce como ciclo de circulación, y cuando la presión fue constante, estable y el separador gas-lodo había hecho su trabajo de mandar el lodo a las presas, y el gas a la atmósfera, procedió a abrir el preventor superior, avisando antes a los demás trabajadores por el altavoz, accionando la palanca de apertura del preventor superior, en la consola de control remoto de cierre de pozo, cercana al tablero de controles del perforador, y tomó el altavoz para dar el tan esperado aviso, y con voz bien modulada y actuada dijo:

-¡Atención, atención! A todo el personal involucrado en la operación; ¡El lodo está circulando!

Restableciendo así la confianza en aquel grupo de obreros y técnicos, cuyo trabajo ese día era precisamente ése, controlar el pozo para seguirlo perforando, terminarlo y entregarlo al departamento de producción, la alegría se dejó ver en los rostros de los trabajadores al escuchar el aviso del perforador, liberando la tensión de encontrarse en peligro, pasada una hora un llamado del Company Mano a la caseta del perforador, por medio del teléfono interno cambiaría totalmente las cosas, Luís Molina le indicaba que acelerara el bombeo, para reducir el tiempo de operación de control, y continuar con el programa de perforación.

-Enterado.

Dijo Juan de Dios lamentándose de la instrucción, pero antes de cambiar la velocidad de bombeo, movido por un mal presentimiento les dio aviso a sus supervisores. 

Ya enterado el rig managuer Ron y el supervisor Mike, procedió a acelerar gradualmente las bombas de 40 EPM a 45 EPM, y a 50 EPM, buscando un aceleramiento lento y gradual en el ritmo de bombeo, buscando no desestabilizar súbitamente las presiones, evitando así un golpe de presión o de ariete, que podría romper las de por sí ya endebles paredes del pozo, logrando llegar a 55 EPM sin pérdida de la presión con la circulación sostenida del lodo, estaba en eso cuando escuchó una voz imperativa indicándole.

-¡Acelérale a 80 emboladas por minuto!

Era el rig managuer Ron, que con la característica desesperación que prepondera en la conducta del personal de confianza, que labora en compañías internacionales, en su afán por reducir costos de operación, tomó la perilla circular que regulaba la velocidad de las bombas, dando un acelerón que indicó 120 EPM, regresándola hasta que el indicador marcó las solicitadas 80 EPM; Juan de Dios tomado por sorpresa no tuvo tiempo de impedirlo, visiblemente contrariado trato de hacerle ver al imprudente rig managuer, que su acción podría desembocar en un golpe de presión que rompería nuevamente las paredes del pozo, provocando una nueva perdida de circulación, y por ende la disminución de la columna de fluido de control, disminuyendo la presión hidrostática, que era al fin y al cabo la que mantenía al gas y al aceite del pozo en el fondo, estables y controlados; Ron Olsen haciendo caso omiso de sus comentarios, solo lo miró de soslayo diciéndole:

-Continua así hasta que yo te dé otra orden. 

Y abandonó el área de controles.

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