Home/ El Regalo de Luna Ongoing
A mí, una Sirena, se me prohibió estar con mi pareja, un hombre lobo.
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Prólogo.

Desde niño, a cada criatura sobrenatural, se le contaba una historia sobre una gran bendición que se les concedía.

Ese regalo era verdaderamente precioso, ya que era su otra mitad, la otra parte de su propia alma, y ​​se llamaba pareja.

Sin embargo, debido a una horrible guerra que ocurrió en el pasado, los ancianos acordaron prohibir el apareamiento entre las especies del mundo sobrenatural, y desde aquel día se firmó una declaración entre Hombres Lobo, Sirenas, Brujos, Hadas, Dragones y muchos más. Por lo tanto, muchos compañeros desafortunados que estaban unidos en ese momento fueron abandonados por su otra mitad.

La Diosa de la Luna advirtió lo que sus criaturas estaban haciendo y no se sintió para nada complacida. A medida que pasaba el tiempo y muchos corazones y almas terminaban rompiéndose en pedazos, decidió tomar control de la situación y tratar de cambiar nuevamente las cosas para mejor.

Capítulo 1: Cornal alto. - Parte 1.

"¡Layla, despierta!"

Gruñendo y dando vueltas en mi cama, luego de escuchar los gritos de mi madre desde abajo, tomé la manta y cubrí mi cabeza, mientras la calidez y la comodidad de mi hermosa cama me envolvían y me arrullaban lentamente para volver a dormirme.

La puerta se abrió de golpe y la manta se deslizó de mi cuerpo cuando unas manos me agarraron y comenzaron a hacerme cosquillas a mis lados.

Enseguida, comencé a dar vueltas y reírme sin parar, mientras mi hermano me hacía cosquillas sin piedad.

"Despierta dormilona."

"¡¡LUCAS!! ¡¡DETENTE!!"

“¿Cuál es la gracia?”

“¡Por ​​favor, basta, ya estoy despierta! ¡Estoy levantada!"

Luego de estallar en carcajadas, mi hermano se detuvo y me miró con una sonrisa. "Tienes suerte de que fui yo quien entró tu habitación para despertarte. Si hubiera sido mamá, hubiera traído un balde de agua y te hubiera mojado entera".

"No, ella no lo haría".

“Oh, ya la he visto con un balde, pero si la próxima vez prefieres que te despierte ella, está bien, no hay problema. De todos modos, llegarás tarde a la escuela si no te levantas ya”.

Cuando miré mi despertador, advertí que tan solo tenía 20 minutos para prepararme, así que no perdí tiempo, me levanté rápidamente y corrí hacia el baño.

Creo que fue la ducha más rápida que pude haber tomado en mi vida. Después de lavarme los dientes, peinarme y maquillarme ligeramente, eché un vistazo a mi habitación para ver si Lucas todavía estaba dentro, y cuando vi que no se encontraba, salí y fui a mi armario para vestirme con mis jeans favoritos y un top corto blanco.

Mire por última vez mi reloj, y vi que todavía me quedaban unos minutos, así que agarré mis zapatos y mi bolso y bajé corriendo a la cocina, donde encontré a mi madre junto a la estufa preparándonos el desayuno.

"Lay, ¿te olvidaste de poner la alarma otra vez?", preguntó mi madre mientras traía un plato de panqueques a la mesa.

"Lo siento mamá, pero anoche me quedé hablando con Eliza por Skype y lo olvidé".

"¿Cómo está Eliza?"

Eliza era mi mejor amiga desde que habíamos ido juntas al jardín de infantes. Ella y su familia habían ido a visitar a sus abuelos, ya que su manada tendría el primer nado anual, y el hecho de nadar en familia a principios de primavera y verano, era algo realmente importante en el mundo de las sirenas.

"Ella está feliz, ya que se está preparando para nadar mañana".

"Oh, eso suena maravilloso, estoy segura de que se divertirá".

Mientras estaba comiendo mis panqueques, mi hermano entró a la cocina, besó a nuestra mamá en la mejilla y tomó un tenedor. En consecuencia, lo miré con recelo mientras se acercaba a mi asiento, hasta que finalmente lo hizo, tomó un trozo de mi panqueque y se llevó a la boca.

"¡¡LUCAS!!"

"Mmmm..., están increíbles, mamá".

“Mamá, dile a Lucas que se sirva su propio plato con panqueques, él me está robando el mío”.

Mamá simplemente nos miró y se rio entre dientes, sacudiendo la cabeza.

"Bueno, ¿estás lista?, ya tenemos que irnos." Me preguntó Lucas mientras tomaba su bolso y se lo echaba al hombro.

“Sí, ya terminé. ¡Gracias mamá, estaba delicioso!

"De nada cariño. Que tengan un buen día, y Lucas, por favor, no le causes problemas al Señor Perison”.

“¡Oh, vamos mamá! ¡Ni siquiera tú puedes hablar en serio cuando dices su nombre!"

"¡Lo digo en serio, Lucas!"

"Sí, está bien, me comportaré como un ángel".

De hecho, no pude evitar reírme cuando escuché a mi hermano.

Finalmente, subimos a su auto y nos dirigimos a la escuela.

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