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¡Me casé con un apuesto billonario después de que mi prometido me engañara!
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"Felicidades Teresa. ¡Te vas a casar mañana!".

"¡Bebamos! ¡Esta noche será la última vez que podrás volverte loca!".

En la víspera de su boda, Teresa Holland bebió demasiado porque estaba feliz y quería celebrar. Así que, regresó tropezando todo el camino a casa. Tan pronto como abrió la puerta, vio un par de medias negras tiradas en la entrada.

En cuanto se dio cuenta de que no eran de ella, se puso seria.

"Aston, Teresa no volverá esta noche, ven a la cama y hazme feliz...". De pronto, se escuchó la voz de una mujer que trataba de ser encantadora.

"Está bien, pero vamos al baño. ¡Es emocionante cuando lo hacemos allí!". Esa voz varonil atravesó el corazón de Teresa como una daga.

¡Era su prometido, Aston Potter que se encontraba con Jenny Simonson, la reconocida modelo!

¡Cómo se atrevía a engañarla un día antes de su boda!

Teresa estaba tan furiosa que se puso roja de rabia.

Él abrazó a Jenny con fuerza, hablándole seductoramente. "Llenaré la tina con agua. Ve a ponerte algo sexi".

"Aséate un poco y yo volveré en unos minutos", respondió ella con una sonrisa maliciosa.

"¡De acuerdo!", dijo él, antes de salir corriendo hacia el baño.

Una vez que se quedó sola, Jenny vio a Teresa parada junto a la puerta.

Sin rastro de culpa o remordimiento en el rostro, la modelo se acercó con arrogancia a Teresa y sonrió. "Ya que ahora sabes la verdad, ¿seguirás adelante con tu boda? Estoy embarazada de Aston. ¡Será mejor que termines con él!".

Dicho eso, ella se metió al baño.

"¡P*rra!".

No importaba lo bien que ella pudiera controlar sus emociones, sentía la fuerte necesidad de abofetearlos.

A lo largo de los años, tuvo que sacrificar muchas cosas para estar con Aston; incluso, se peleó con su familia. Y no solo eso, también renunció a su carrera dentro de la industria de la moda, sin pensar en que era considerada la mejor modelo de la ciudad. Después de eso, las puertas se le cerraron por completo, ya que le prohibieron regresar.

Había pagado un precio muy alto a cambio de su relación con ese hombre y, ahora, Jenny estaba pisoteando todo su esfuerzo.

Sin embargo, ¡ella no estaba dispuesta a darse por vencida!

No soportaba escuchar los ruidos que salían del interior del cuarto de baño, por lo que salió corriendo de ese lugar, cerrando la puerta detrás de ella.

Al día siguiente, se despertó en una habitación de hotel. Se levantó de la cama y se arregló, para después irse al Ayuntamiento, desde donde llamó a su prometido.

No obstante, antes de que ella pudiera decir nada, él la interrumpió. "Jenny sufrió un accidente automovilístico, así que debo ir al hospital a verla. Hablaremos de nuestro matrimonio en unos días, ¿de acuerdo?".

'¡Menuda escoria!', pensó Teresa con incredulidad. Esta era la última oportunidad que ella estaba dispuesta a darle, ya que después de eso, no sería tan estúpida como para dirigirle una sola mirada.

Recogió su bolso, decidida a irse de allí, pero al salir se topó con un hombre vestido elegantemente, alto, de rasgos bien definidos y claramente de etnia mixta.

Teresa había trabajado en los ambientes de la moda y del entretenimiento durante muchos años, así que lo reconoció a primera vista. Con esa apariencia tan sobresaliente, era obvio que destacaba en cualquier lado. No era otro que el presidente de Comcast Entertainment, Howie Simonson, un personaje tan poderoso, que ya era legendario en la industria.

Había visto la foto de ese hombre en los titulares, sin embargo, era mucho más guapo en la vida real. ¡No había punto de comparación con sus fotografías!

'¡Qué coincidencia! ¿Howie también vino a registrar su matrimonio?', pensó la chica.

Justo cuando se preguntaba qué estaba haciendo en ese lugar, el asistente de Howie empezó a hablar con voz temblorosa: "Señor Simonson, la señorita Meadows todavía está en camino. Llegará media hora tarde".

El hombre frunció los labios y respondió con indiferencia: "Dile que mejor ya no venga".

Después de eso, se dio la vuelta para irse, pero su asistente empezó a correr detrás de él para detenerlo: "El presidente me dijo que tenía que encontrar una novia hoy mismo...".

El corazón de Teresa dio un vuelco y un plan audaz apareció en su mente.

Él era un hombre con un patrimonio neto de cien millones de dólares. Podría haber elegido a cualquier mujer, pero lo más probable era que solo necesitara una pareja para mantener tranquila a su familia.

Entonces Howie chasqueó la lengua con molestia. "Te doy diez minutos para encontrarme a alguien".

'Si ese es el caso ¿Por qué no podría ser yo?', pensó Teresa.

La chica apretó los dientes y reunió el valor para caminar hacia él y sonreír con gracia. "Señor Simonson, parece que tienes prisa por casarte. Yo estoy en la misma situación. ¿Por qué no me das una oportunidad?".

El asistente de Howie se sorprendió. ¿Cómo se atrevía esa mujer a proponerle matrimonio?

Sin embargo, pronto se dio cuenta de que su jefe estaba evaluando cuidadosamente a Teresa. Después de unos segundos, él asintió. "Busca los antecedentes de esta mujer".

El asistente se puso en acción de inmediato y buscó en su celular toda la información relacionada con ella. En un momento se la entregó al señor Simonson.

La chica estaba un poco nerviosa, porque aunque era miembro de la familia Holland, no valía la pena mencionarla cuando se trataba de un hombre como ese.

¿Podría él enamorarse de alguien como ella?

El hombre revisó su información y volvió a ver a la chica. "¿Estás segura de que no te arrepentirás de casarte conmigo?".

El corazón de Teresa dio un vuelco, pero asintió con determinación. "¡No me arrepentiré!".

"Está bien". Howie le devolvió el documento a su asistente y tomó la mano de Teresa. "Vamos por el certificado de matrimonio".

Quince minutos después, ellos dos ya estaban casados.

"Señor Simonson, hay algo que debo decirte".

Howie salió de las oficinas del Ayuntamiento y la llevó hasta donde lo esperaba una limusina negra. "Entra en el auto".

Después de obedecer sus órdenes, Teresa organizó sus pensamientos y se aclaró la garganta. "Gracias por elegirme. Ahora que somos marido y mujer, haré todo lo posible por cumplir con mis deberes como esposa; nunca te pondré las cosas difíciles, pero tengo dos requisitos. Espero que puedas cumplirlos".

Howie se cruzó de brazos y preguntó: "¿Cuáles son?".

"En primer lugar, espero que no hagas público nuestro matrimonio. En segundo, tengo algunos asuntos pendientes que resolver y necesito tiempo para ello. Por supuesto que no tendré relación con ningún otro hombre ahora que estamos casados, puedes confiar en mí".

Él asintió mirándola fijamente. "Puedo darte un año para que te ocupes de tu pasado, pero una vez concluya ese término, haré público nuestro matrimonio".

"¡Perfecto, muchas gracias!", exclamó Teresa con una sonrisa.

"Además, tendrás que mudarte a mi residencia lo antes posible, porque no pienso estar separado de mi nueva esposa. Mi asistente te enviará la ubicación más tarde", dijo Howie.

Aunque no había ningún tipo de sentimiento que los uniera, no sería demasiado difícil vivir juntos, por lo que ella accedió de inmediato. "Me mudaré tan pronto como sea posible".

Ninguno de los dos puso objeciones, así que una vez que estuvieron de acuerdo, ella se bajó del auto y se fue.

Entonces, el asistente preguntó confundido: "Señor Simonson, ¿regresará a la empresa o planea anunciarle la buena noticia a su padre?".

"Envía a alguien para seguir a Teresa, pues necesito que me informes todos sus movimientos", ordenó Howie con frialdad.

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