About
Table of Contents
Comments (6)

  JAMES

  Nueva York

  23 de noviembre del 2010

  Estaba acostumbrado a que las personas que me importaban se marcharan de mi vida, pero tenía la esperanza de que ella no lo hiciera. Y, sin embargo, tal como hicieron los otros, Bonnie también se fue.

  Ya había pasado poco más de un año desde su partida.

  Algunas veces la odiaba por haberse ido, la mayoría de las otras me odiaba a mí mismo por no haberla detenido. Por no haber sido capaz de protegerla y mantenerla conmigo. Me quería, y yo a ella. Supongo que, en ciertas circunstancias, el querer no es suficiente.

  Nuestra última conversación seguía revoloteando en mi cabeza, torturándome.

  —La música es tu vida, James —me dijo con lágrimas en los ojos—. Amas lo que haces, no puedes abandonar tu sueño y a tus amigos… No por mí. La gira es el próximo mes. No renuncies para irte conmigo, tienes que pensar con claridad, por favor. No permitas que esas chicas egoístas que dicen admirarte te quiten más. Yo volveré a ti, prometo que lo haré, solo necesito… tiempo. Necesito aprender a lidiar con este temor. Si tú me das tu palabra de que no me seguirás, de que continuarás con tu vida aquí y esperarás por mí, sé que podré hacerlo... Volveré a ti, James, confía en mí sobre esto, por favor, te lo suplico.

  Me dijo esas palabras exactas el día que se marchó, la última vez que la vi.

  No fui capaz de negarme a su petición, no pude decirle que no lo haría. Y hacer una promesa como esa solo me había vuelto miserable porque, maldita sea, ¿cuánto más le tomaría regresar? Y si no lo iba a hacer, si ella en realidad no pensaba volver a mí, ¿por qué no había sido clara conmigo? ¿Por qué dejarme atrapado en un maldito ciclo inconcluso en el que me estaba matando lentamente?

  Suspiré y enterré mis dedos en mi cabellera, frustrado.

  —¿Vas a hacerte un maldito tatuaje?

  Parpadeé en dirección a Logan, quien preguntó enarcando las cejas, mirándome como si ese hecho fuera una locura.

  —¿Acaso no estoy autorizado para hacerlo? No será el primero que obtenga. Además, dijiste que este tipo, Larson, hace los mejores… Y él estará solo por corto tiempo en la ciudad, ¿verdad? —le recordé, señalando brevemente la fotografía de exhibición de Pearce Larson, el artista de tatuajes al que estábamos visitando.

  —Sí, pero… ¿vas a tatuarte esto? —inquirió con el mismo tono de incredulidad, señalando la hoja donde estaba escrita la frase que planeaba grabar de forma permanente en mi piel—. ¿Y esto? —señaló ahora la última página del que se había convertido recientemente en mi libro favorito.

  Le fruncí el ceño.

  —¿Cuál es tu problema, Logan? Me pediste que te acompañara a hacerte un tatuaje, ¿por qué no puedo obtener uno yo?

  —Carajo, no es eso, hombre. Simplemente… ¿sabes al menos qué mierda significa? —señaló de nuevo las dos letras escritas a mano, con tinta antigua, sobre la amarillenta página del libro.

  Rodé los ojos.

  —No importa. Lo que signifique para quien lo escribió no importa, lo hago por lo que significa para mí. Y, en todo caso, eres el menos indicado para cuestionarme sobre esto. Te recuerdo que un par de tus tatuajes los obtuviste en estado de ebriedad, sin tener ni puta idea de lo que hacías.

  El rubio me enseñó las palmas y, con un gesto de resignación, asintió.

  —Vale, lo capto. Pero tú no eres igual a mí, eres mejor. No haces las cosas al azar. Así que… ¿puedo al menos saber entonces qué significa esto para ti? —pidió, dándole dos palmaditas al libro.

  Compartimos una mirada y le respondí.

  —Esperanza.

  Logan Price era mi mejor amigo de toda la vida, si hubiese sido otro el que preguntara, lo habría mandado a la mierda. Últimamente eso se me daba bastante bien… no es que estuviera orgulloso de ello. A veces no lo podía controlar.

  Mordí el interior de mis mejillas y él bajó la mirada en silencio. No di más explicaciones, sabía que de algún modo Logan lo entendía.

  Yo estaba perdido, podía verme a mí mismo en el fondo del pozo, anhelando salir a la superficie, cosa que a veces me parecía imposible de lograr. Y, sin embargo, en medio de la amargura, el dolor y la desesperación de estar atrapado, gracias a ese libro descubrí que una pequeña parte de mí tenía la esperanza de que este no sería el final. Una pequeña parte de mí, tal vez demasiado ingenua, todavía tenía esperanza de que las cosas iban a mejorar.

  —Sabes, James —dijo Logan con repentina seriedad, lo cual no era común en él; su ceño estaba fruncido y sus ojos color esmeralda se hallaban todavía clavados en el piso—, sé que los últimos meses han sido una mierda. La última gira… no fue como las anteriores. Y eso es jodido. Los chicos… tú, yo… —arrugó la nariz— solíamos ser libres allí. Estar en el escenario los cinco, tocando nuestras canciones… mierda, nada se podía comparar. Pero esta vez fue todo sobre la tensión, hubo gritos, fallos, molestia… No éramos nosotros, no pusimos nuestro corazón en cada presentación y como el infierno que eso se notó. Los putos críticos no dejan que nadie lo olvide. —Hizo una pausa, tomando una lenta y profunda respiración antes de encontrar su mirada con la mía—. La cosa es, James, que la culpa de todo esto…

  —Es mía, lo sé.

  Como el infierno que lo sabía. Les había fallado.

  —No, joder. No.

  —Logan, por favor… —comencé a decir, pero él no me dejó continuar.

  —¡No es sobre ti, carajo! —Su rostro enrojeció—. Es sobre lo que pasó con…

  Entrecerré los ojos hacia él, el resto de la oración flotó en el aire.

  —No te atrevas a mencionarla, Logan. No.

  Él apretó los labios con impotencia y me dio una mirada dura.

  —Han pasado meses, James, creo que es el jodido momento de hablar sobre ello. Porque te veo y… —negó con la cabeza— no parece que lo estés superando, sino todo lo contrario. Y eso es una puta mierda injusta. Mereces ser feliz.

  —Tal vez no lo merezco, después de todo fui yo quien escogió esta vida. Yo elegí la música, los escenarios y todo lo que eso conlleva… —respondí entre dientes.

  No me gustaba estar teniendo esta conversación.

  No quería hablar sobre Bonnie. No con él, ni con nadie.

  —Eso es basura. Ba—su—ra, ¿me oyes? Nadie merece ser infeliz por escoger hacer lo que ama. Mira, Bonnie no…

  —Detente —gruñí, dándole una mirada de advertencia mientras mis dedos se clavaban en el reposabrazos del asiento—. Este es el momento exacto donde te detienes, Logan. No vamos a tener esta conversación, no eres tú quien decide cuando es el momento. Ella se fue, ambos sabemos la razón. Es mi culpa, por quien soy y por lo que no pude ser…

  —No, James, no es…

  —Corta el rollo, Logan —volví a interrumpirle, dándole una mirada amarga—. No quiero hablar de ella.

  Él apretó los labios y negó con la cabeza, yo aparté la mirada.

  Sabía lo que quería decirme… lo mismo que todos. Pero no quería hablar más de Bonnie. Ella se había ido porque el miedo pudo con ella, porque mis fans, que no aprobaban nuestra relación, la persiguieron y atosigaron sin cansancio hasta hacerla quebrar. Joder, incluso la amenazaron de muerte. Entendía perfectamente por qué ella se había ido… vivir conmigo no era vida, pero igual dolía. Dolía no haber sido suficiente para protegerla, para darle la confianza de quedarse a mi lado.

  —Así que los rumores eran ciertos, el maldito Logan Price de verdad está aquí —dijo una tercera voz, abordándonos. Pronto descubrí que pertenecía al mismo hombre por el que esperábamos: Pearce Larson.

  Pearce era delgado y alto, con el cabello castaño algo crecido, igual que la barba. Tenía múltiples piercings y lucía sus brazos llenos de tinta con orgullo.

  Logan se puso de pie, riendo. Fue una risa un tanto forzada, pero bastante creíble. Este amigo suyo no pareció notarlo.

  —Sé que me extrañabas, hijo de perra.

  Pearce soltó una carcajada también y saludó a Logan con un abrazo. Entretanto, tomé mi libro de la mesita baja donde lo había dejado Logan y me puse en pie.

  —Pearce, este es mi amigo James. Y, James, este es el legendario Pearce Larson del que te hablé.

  Intercambié un breve apretón de manos con el aludido.

  —James Wolf, seguro te conozco, hombre. Soy un gran fan de la música que hacen todos ustedes. Mi novia enloquecerá cuando sepa que estuvieron aquí el día que ella decidió quedarse en el spa del hotel. Mejor así, no querría que me dejara por alguno de ustedes —bromeó, riendo y dando unas palmadas en la espalda a Logan—. Entonces… ¿vienen los dos a poner su piel en mis manos el día de hoy? Tienen garantía de que estarán satisfechos con el resultado, me corto la polla si no es así.

  —Esa es una apuesta arriesgada —comenté.

  —Así de seguro estoy de mi trabajo, Wolf. Síganme, por aquí… —indicó, dirigiéndonos a la habitación contigua donde se hallaba su sala de trabajo—. ¿Ya saben lo que van a hacerse?

  Le mostré lo que quería tatuarme y él asintió con aprobación.

  —Profundo, me encanta. Puedo visualizarlo. ¿En qué área te gustaría?

  Indiqué el lado izquierdo de mi pecho y Pearce asintió de nuevo.

  —Quedará jodidamente fantástico, James, lo prometo. Confía en mí. —Miró entonces a Logan, quien contemplaba las fotografías de los antiguos trabajos de Pearce—. ¿Qué hay de ti, cabrón?

  Logan sonrió de medio lado.

  —Solo un nombre. Kaity.

  —¿Es Kaity una señorita afortunada que logró atraparte?

  —Kaity es mi hermanita de seis años.

  —Oh, hombre…

  —Te lo he dicho, bastardo, no pones en tu piel de forma permanente el nombre de chicas que de seguro no serán duraderas en tu vida. —Logan se encogió de hombros—. Solo mi madre y mis hermanas van a estar aquí —se tocó la espalda, por debajo del hombro, donde tenía ese tatuaje al que ahora añadiría el nombre de Kaity.

  —No estoy juzgándote por ello, colega. Entonces… ¿quién va primero?

  Logan fue primero. Horas más tarde, él tenía el nombre de su hermanita grabado en la espalda y yo tenía mi propio tatuaje en el pecho. Era un diseño sencillo, solo con tinta negra, pero increíble. Pearce había cumplido su palabra, estaba satisfecho con el resultado. Bien por él que no tendría que cortarse la polla.

  Me giré cuando apuntó su cámara hacia mí para obtener una foto de su trabajo recién terminado y negué con la cabeza.

  —Si no te importa, prefiero que no haya fotos.

  —Vamos, hombre. ¿No puedo tener al menos una?

  —Preferiría que no —repetí con seriedad.

  Él levantó las manos, inconforme y resignado.

  —Como desees.

  Pearce se deshizo de la cámara enseguida y terminó de colocarme el vendaje necesario para cubrir el tatuaje. En cuanto terminó, se alejó a hablar con Logan y un tipo que acababa de llegar. Me puse la camiseta y la chaqueta antes de tomar mi libro de donde él lo había dejado.

  Contemplé la última página, allí donde estaba esa nota escrita por la —o el— fan que me envió el libro en mi pasado cumpleaños, aunque había llegado a mis manos tres meses tarde, apenas a principios de este mes. Era un mensaje sin firma, corto y, sin embargo, contundente, que se grabó a fuego en mi memoria desde la primera vez que lo leí.

  Era un mensaje que, de algún modo, me brindó esperanza en un momento en el que la necesitaba para continuar. Fue un destello de claridad en medio de mi oscuridad; un recordatorio de que todavía había personas por las que valía la pena subir a los escenarios, sin importar cuántas me hicieran querer dejar todo esto atrás.

  En este libro había encontrado esperanza y un fiel amigo al cual recurrir, y ahora llevaba una parte de él marcada en mi pecho.

  Nada de esto borraba el cómo me sentía con respecto a lo ocurrido con Bonnie, pero al menos me brindaba un poco de alivio. Un alivio que, durante los últimos meses, no había logrado encontrar en nada ni nadie más.

  Y eso era un comienzo… o al menos es lo que quería creer.

You may also like

Download APP for Free Reading

novelcat google down novelcat ios down