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  Trato de seguir durmiendo, pero el ruido proveniente del jardín no me deja.

  Me pongo de pie y abro un poco la persiana para ver porque proviene ese ruido, es mi jardín hecho un desastre por el huracán de anoche.

  Al entrar al baño apretó el interruptor pero la luz no encendía. Significa que la luz se había ido, de todas formas me quito las prendas, me adentro en la regadera, enciendo el grifo y dejo que caiga el agua sobre mi cuerpo. Lavo mi cuerpo y mi cabello, luego quito la espuma del jabón para apagar el grifo, y secarme. Salgo del baño y voy directo a mi armario, de entre toda la ropa elijo una falda de mezclilla junto con un top blanco.

  Al terminar de vestirme salgo de mi cuarto y bajo las escaleras en dirección hacia el jardín, al llegar veo como tres hombres tratan de quitar el gran árbol que cayó.

  —Vaya, parece que Ágatha hizo lo suyo anoche.— con sus manos en los bolsillos aparece junto a mi Patrick, mi vecino y mejor amigo.

  —Me gustaba ese árbol—digo de brazos cruzados con la cabeza ladea mientras lo observó—La pasábamos bien de pequeños ahí.

  —Pero creo que a Ágatha no le gustaba, es hora de formar nuevos recuerdos.—lo miro con una sonrisa, él me sonríe.

  —Hola cariño, hola Patrick.— papá nos da un rápido saludo, enseguida va donde están los demás hombres.

  —Hola señor Hills.— Patrick lo saluda junto a un movimiento de mano.

  —¿Cómo diablos no a pasado nada en tu jardín?.—preguntó observando, ni siquiera hay nada roto.

  —Bueno, mamá aseguró el jardín hace muchos días— responde con los brazos cruzados—Creo que ese es su hijo favorito.

  Los dos reímos.

  —¿Quieres ir a desayunar?— señalado hacia el interior.

  —Sí, seguro.— se encoge de hombros.

  Entramos a casa, él toma asiento en el banco de madera que da a una gran mesa que está en medio de la cocina. De repente las luces se encienden y eso significa que los generadores de emergencia ya están funcionando.

  —Vivir aquí es como vivir en África.— se queja Patrick, apoya sus manos en el mesón de mármol.

  —No es para nada África.— hablo mientras voy hacia la nevera y saco el envase de jugo, al abrirlo no puedo evitar hacer una mueca de disgusto por el mal olor que hay, enseguida lo cierro.

  —Oh claro que no es como África...— dejó el envase de jugo en la mesa y tomó asiento junto a él —Es mucho peor.

  Me enseña su teléfono, no hay señal.

  —Hola Patrick— lo saluda Nancy, la mujer que trabaja en casa—¿Cómo estás?.

  —Siempre sabes que estoy bien, vivo aquí— él le guiña un ojo, Nancy no puede evitar sonreír.

  —¿Cómo ha estado todo por allá Nancy?— preguntó refiriéndome al otro lado de la isla.

  —Mi casa está bien, pero hay lados de la isla que no se ven nada de bien.— responde mientras guarda algunas cosas en la alacena.

  —Podríamos ir a ayudar, quizás lo necesiten...— miro a Patrick, él enseguida se larga a reír.

  —¿Ayudar? ¿Tú? — pregunta todavía riendo mientras se sirve un poco de jugo.

  —Jodete Patrick— le quitó el envase de jugo de la mano y me sirvo.

  —Aunque lo intentáramos ellos no nos dejarían, ellos nos odian— Nancy le deja un plato de comida, él comienza a comer.

  —Entonces iremos a comprar un cerveza— digo con una sonrisa para luego mirar a Nancy seriamente—No le digas a papá que dije eso.

  —¿De qué estás hablando? — pregunta con una sonrisa, le sonrió.

  —Está bien— habla con la boca media llena Patrick—Iré a buscar mis cosas, te veo en un minuto.

  Bebo todo el vaso, me pongo de pie y subo las escaleras en dirección a mi cuarto. Al llegar tomó las llaves, mi dinero y mis lentes de sol. Bajo nuevamente las escaleras, al llegar abajo está Patrick esperándome con sus lentes de sol.

  —Te ves bastante bien— toco su nariz refiriéndome a su estilo.

  Nos subíamos al auto, introduzco las llaves y enciendo el motor, pero papá toca la ventanilla, la bajo.

  —¿Si?— preguntó quitándome los lentes.

  —¿A dónde vas?— pregunta mirándome

  —Oh vamos— me quejo—El huracán terminó hace mucho, no creo que me pasa nada. Solo vamos a dar una vuelta.

  Subo la ventanilla y aprieto el acelerador.

  Cuando estamos en la carretera puedo leer el letrero "zona pogue".

  —Se me olvidó decirte que tengo una estatua en casa, la encontré en el jardín— habla Patrick mientras juega con la manilla de la radio—Y a todo esto ¿dónde está Cassandra?.

  —Se fue hace unos días, tuvo una pelea con papá— respondo quitando unos segundos la vista de la carretera.

  Casandra es la nueva novia de papá, ya perdí la cuenta de cuantas a tenido.

  Estacionó el auto afuera de la tienda de Heyward, al hacerlo varias personas se nos quedan viendo. Bajamos y entramos a la tienda.

  —Que tal Hayward— apoyo mis manos en el mostrador—¿Cómo va todo?

  —Bastante bien, el huracán no me a pegado tan fuerte— me sonríe–¿Que vas a desear?.

  —Lo mismo de siempre— le susurro con una sonrisa.

  Él va a la congeladora y saca varias cervezas.

  —Aquí tienes, te veo pronto— dejo el dinero en el mostrador.

  —Cuídense chicos— escuchamos antes de salir del lugar.

  Nos subimos al auto, introduzco la llave y aprieto el acelerador.

  —Vamos a ver qué tal todo— le doy con juego de cejas a lo que él niega con la cabeza.

  Al llegar al muelle veo un rostro familiar. Detengo el auto y bajo la ventanilla.

  —Hola John B — le sonrió, él se encuentra junto a sus amigos.

  —Hola Violet, hola Patrick — también me sonríe, le sonrió a sus amigos, pero ninguno lo hace.

  Subo la ventanilla y aprieto el acelerador.

  —Por lo menos John B sigue siendo amistoso con nosotros—escucho a Patrick

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