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  Tres años después

  Nico sentado en el auditorio esperaba emocionado que su esposa que su esposa subiera, para su satisfacción no debió esperar mucho y minutos después escuchó al orador de orden llamarla.

  —Lucila Wells…—No pudo contener su alegría y se levantó aplaudiendo mientras ella recibía su título de licenciada en enfermería. Luego se paró de frente y buscó su mirada, levantó el pergamino y esbozó su radiante sonrisa, sin pérdida de tiempo corrió hacia él quien fue a su encuentro la alzó mientras la besaba.

  —Estoy muy orgulloso de ti, no sabes lo feliz que me haces que hayas cumplido tu meta de graduarte, estos más de tres años a pesar de haber enfrentado muchas dificultades como familia te has mantenido firme, apoyándonos a mi madre y a mí, sin renunciar a tus sueños.

  » Todos los días agradezco que tu auto se haya averiado y que en ese momento nuestros destinos se hayan conectado y aunque al principio por mi forma distinta de ver la vida intenté dañarte, me perdonaste y aceptaste que en verdad te amo y que jamás podría imaginarme la vida sin ti. Te amo Lucila Wells.

  — Yo también te amo Nico Wells, siempre pienso como todo fue conectándose hasta reencontrándonos, que iba a pensar que eras hermano de Jovanka…—Al pronunciar su nombre un nudo se hizo en su garganta y su corazón se oprimió en el pecho y no pudo evitar un par de lágrimas que escaparon de sus ojos — ¿Ella estará feliz?

  —Sin lugar a dudas lo estará, orgullosa también de que estés cumpliendo esta meta —respondió Nico, limpiando suavemente las lágrimas de Lucila con sus dedos y aunque sentía en su pecho un poco los estragos de la tristeza por la ausencia de su hermana, no dejó que ese sentimiento se avivara en su interior y animo a su esposa. —. No llores, todo en la vida tiene su hora y su momento hoy no es hora de llorar, sino de reír y de disfrutar de las cosas maravillosas que la vida también nos da.

  —Tienes razón mi amor. Hoy no voy a llorar de tristeza sino de felicidad. Vayamos a casa, quiero ver a Luci, y que salgamos a comer los cuatro —propuso ella.

  —Pues te tengo una grata sorpresa —habló Nico con una sonrisa y mientras salían del auditorio cruzando la hermosa hierba, vio a la pequeña Luci corriendo hacia ella, mientras su abuela la seguía también con paso apresurado. Se emocionó al ver a su pequeña, para ella era su hija aunque no haya salido de sus entrañas y aunque al casarse con Nico no quería tener hijo, la vida quiso que asumiera el papel de madre de su pequeña sobrina y no podía ser más feliz.

  —¡Mami, mami! —gritaba la niña feliz con sus mejillas sonrojadas, su hermoso vestido fucsia con brillantes no podía faltar, como digna gitana le gustaba todo estrambótico.

  —Mi pequeña beba. Que hermosa estás —pronunció alzándola y abrazándola—. No debiste escaparte de las manos de tu abuela y correr de esa manera porque te podrías caer.

  —Yo quería estar contigo —respondió la niña con su voz infantil.

  En ese momento llegó Sounya su suegra, bastante agitada por la carrera protestando —. Creo que definitivamente estoy demasiado vieja para estos trotes, esta niña tiene demasiada energía es como dos de mi Jovanka —Lucila se acercó y la abrazó.

  —Es lamentable que te parezca así — dijo la chica haciendo un puchero —, porque entonces no creo que te gustará la noticia que tengo que darte. Aunque les confieso estoy tentada a callar. Quiero que no me sobre protejan demasiado.

  Nico y Sounya se quedaron observándola con preocupación, sus rostros se pusieron totalmente pálidos que a la chica le dio miedo que ambos terminaran desmayados, por eso se apresuró a tranquilizarlos —No es nada malo, no se me asusten, todo está bien. Es solo que estoy embarazada.

  Su suegra pegó un grito de la emoción, pero sorprendentemente para ellas Nico se desmayó. —¡Oh por Dios! ¿Qué le pasó? —Preguntó preocupada Lucila, mientras colocaba en la hierba a la pequeña y se inclinaba para tratar de hacer reaccionar a su esposo.

  —Nico mi amor ¿Qué te pasa? —Preguntaba preocupada, entretanto pensaba, si acaso se había desmayado por la noticia cuando pensó que estaría feliz.

  Sin darse cuenta la pequeña se acercó a su tío se le puso a un lado de la cabeza y con sus manitas comenzó a golpear su rostro mientras exclamaba con su voz infantil — ¡Levántate dormilón! Quiero jugar.

  Las mujeres entre su preocupación se sonrieron por las ocurrencias de la niña y cuando iban a quitarla ella colocó su cabeza en el pecho de su tío. Este se había despertado

  —Nico Wells ¿Por qué te desmayaste? ¿Acaso no quieres a tu hijo? ¿Por qué reaccionaste así? —Reclamó muy molesta.

  —No mi amor, claro que amo a mi hijo o a mi hija —pronunció colocando su mano en el vientre—. Me desmayé de la impresión, me encuentro mejor que nunca. Aunque pensé que querías esperar hasta que ejercieras tu carrera por un tiempo.

  —Hace más de un mes me decidí quitarme el implante subdérmico, porque quería darte una sorpresa, sé cuanto quieres tener un bebé y antepusiste tus deseos para que yo cumpliera los míos y ahora me corresponde a mí complacerte — expresó la chica amorosamente.

  —Lucila, nena no quiero que nunca te sientas obligada a hacer algo que no quieras. Tienes derecho a tus opiniones y a decidir libremente sobre lo que quieras o no —declaró Nico incorporándose sin soltar a la pequeña y besando a su esposa.

  Antes que Lucila pudiera responde, la pequeña vio el beso y colocó sus manitos en la boca de Nico diciéndole —No papi, no beses a mi mami, ella es mía y tú eres mío.

  El hombre cariñosamente retiró las pequeñas manos de la boca y besó su frente.

  —Nico mi amor —empezó a hablar su esposa—. Tener nuestro bebé para mí no es ningún sacrificio, debo confesarte que desde que cuido a Luci, también he querido tener otro bebé, con tus hermosos ojos verdes y esa provocativa boca tuya que me enloquece — volvió a besarlo. Nico desde que estaba con ella, había aprendido a tomar lo mejor de ambas culturas, los dos lo hacían, por eso vivían entre la cultura gitana y la gorger, equilibrando lo más posible sus vidas y solo dejándose llevar por el inmenso amor que se tenían.

  Se levantaron y caminaron hacia el auto con destino a la casa, al llegar había una gran festividad por la graduación de Lucila y cuando les dio la noticia de su embarazo la celebración se convirtió en doble, estaban sus padres su hermano mayor, su abuela, algunos tíos y primos de la pareja, quienes emocionados comían, bailaban porque pronto llegaría un nuevo miembro a la familia.

  Lucila estuvo un rato conversando, pero de presente sintió una gran nostalgia, no pudo evitar los recuerdos que dolorosamente se agolparon en su mente, salió de allí a una parte del jardín donde estaba solitario, tomó una flor y se sentó en un banco, estaba en sus cavilaciones cuando sintió pasos, al girarse se trataba de su esposo.

  Le tomó una de sus manos y se sentó a su lado, abrazándola por los hombros y acercándola a él. —¿Estás pensando en ella?

  La chica movió afirmativamente la cabeza —Lo siento, pero no puedo evitarlo, a pesar de los años que han pasado, sigue doliendo con la misma intensidad.

  —Lo sé, es lo mismo que yo siento, pero ten presente que es feliz en donde está, ya no sufre y desde el cielo nos cuida, es nuestro ángel particular— expresó para animarla, aunque en su corazón la ausencia de ella también le dolía.

  — ¿Harías algo por mí? —Preguntó Lucila.

  —Claro mi amor, sabes que por tí haría lo que fuera —respondió el hombre con seguridad

  — Entonces, llévame al cementerio que quiero llevarle flores.

  —¿Ahora mismo? —Interrogó él y ella respondió afirmativamente con su cabeza —¿Y nuestros invitados? ¿Los dejaremos solos?

  —Allí están tu madre y tus hermanos, ellos los atenderán. Por favor llévame —Suplicó la chica.

  —Mi amor, pero en tu estado no es …—Lucila le puso la mano en la boca para callarlo.

  — Por favor no empieces, nada va a pasarme. Estaré bien, estoy embarazada no imposibilitada —. Cuando vio que el hombre no estaba convencido declaró —. Si no me acompañas me escaparé e iré sola.

  A Nico no le quedó más alternativa que acompañarla, después de todo lo que más le gustaba era complacerla y hacerla feliz —Está bien, vamos — . La tomó de la mano y caminaron al auto.

  Treinta minutos después luego de recoger unas flores, caminaron de la mano por las lápidas, cuando estaban a punto de llegar a la que habían ido a visitar observaron una figura de un hombre postrado en la lápida, su cuerpo se estremecía producto del llanto. No tenían la menor duda de quién se trataba. Cuando los vio llegar se levantó, sus ojos rojos hundidos en sus cuencas parecían en tormenta, su abundante barba y su cabello largo descuidado, había envejecido a pesar de ser muy joven, no inspiraba más que lástima.

  Al ver a la pareja, intentó evadir la mirada, pero Lucila no lo dejó —. No me bajes la vista, por lo menos ten la valentía de mirarme a los ojos —. Ante sus palabras él la observó, su mirada triste, vacía la hicieron sentir un estremecimiento—. Solo inspiras lástima, ella podrá estar allí, pero tú estás muerto en vida. Te lo dije y no sabes cómo me hubiese gustado tragarme mis palabras, pero ya ves que terminaste de la forma que te dije que lo harías.

  » La culpa no te deja vivir, porque es así, esta te carcome poco a poco el alma, hasta dejarte vacío, sin nada, llega un momento que te saturas de haber cometido malas acciones y aunque puedas engañar a los demás, no puedes hacerlo con tu conciencia, porque es muy difícil luchar contra uno mismo, porque así pase el tiempo esta se encargará de recordarte siempre, día a día lo que hiciste.

  El hombre se quedó impávido, no hablaba ni decía nada, solo eran las lágrimas brotando de sus ojos y gritando en vez de su voz, su corazón maltrecho por el profundo dolor que el mismo se había causado. Inclinó su rostro, tomó una flor que aún tenía en su mano la besó y la puso en la lápida mientras caminaba sin mirar atrás con pies pesados y hombros caídos como si tuviera el peso del mundo a cuesta, ¡Tal vez así era!

  “Cuan caro se pagan las injusticias… Tanto que llegado el momento ni siquiera tú logras perdonarte pese a que te encuentres arrepentido. Y es así, tarde o temprano en el mundo siempre recogerás lo que siembres.” Jeda Clavo.

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