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Izzy se despertó temprano. Nada de la noche anterior podía augurarle un día mejor. Las discusiones entre su madre y Óscar habían terminado como siempre, con un fuerte portazo de su padrastro y las consiguientes lágrimas de su progenitora. El tema esta vez era una vecina del quinto... Libby lo había vuelto a encontrar con los pantalones bajos en la azotea de uso común dándole servicio especializado en posición horizontal a una solterona carente. Como si fuera la primera vez que su marido faltase a los votos matrimoniales y no tuviera cosillas por fuera de casa... No porque su mujer no le amara lo suficiente o no le atendiera todas las veces que podía. Más de una vez tuvo que ir a encerrarse a su cuarto asqueada de las escenas que se encontraba al volver de la universidad.

-¡ Madre! ¿Acaso no tienen una habitación?-

A olvidarse de comer algo decente y caliente otra vez. En su bolsa un paquete de galletitas y el jugo que guardaba de la cafetería, eran su cena, no iba a quedar de otra más que sobrevivir otra noche con auriculares puestos y comer lo que podía mientras revisaba los resultados de sus últimos exámenes. Esos que le permitirían salir de ese infierno y conseguir el trabajo soñado. El escape a un apartamento compartido con sus amigas, algo que en cada receso soñaban con encontrar apenas graduadas. A veces intentaba razonar con su madre. Nunca entendería porqué no dejaba a ese infeliz que le metía el cuerno una vez sí y otra también y ella siempre le perdonaba. Lo excusaba siempre. "Solo la amaba a ella. Eran las malas mujeres que se le ofrecían".No hay peor ciego que quien no quiere ver. Ese desgraciado no solo lo hacía cuando veía cualquier mujer que le echara un vistazo dos segundos más de lo prudente. Si Izzy no le hubiera puesto un puntapié en los bajos el día que intentó meterse en el baño a darle "su apoyo moral" hasta ella sería una más en la lista de Óscar. Quiso decírselo pero ella solo escuchó al hombre decir que había querido ayudar a la adolescente a matar una araña. ¡Como si en ese lugar no proliferaran todo tipo de alimañas empezando por él! En otras épocas su madre tenía todo inmaculado, tan reluciente que ya podría comer uno en el suelo... Pero Libby, ya no tenía otra ocupación que pasarse después de su trabajo en la lavandería, más que prepararse para estar bella para su maridito. Y si Izzy intentaba sacar un poco de basura de las habitaciones siempre el resultado era el mismo. Perder horas preciosas de sus tareas para que el troglodita volviera con sus amigotes a ensuciar todo con sus latas de cervezas y sus salivazos llenos de restos de papas fritas, cigarros o vómito de borrachos. -Madre, acabo de lavar y acomodar la sala... -¿No te he dicho un millón de veces que mi marido no quiere que toques sus cosas? En su casa debes hacer lo que él quiere...-Vamos, madre, ¡ésta casa no es suya o te olvidas que papá la compró para nosotras hace tanto! -Si, pero sin la ayuda de mi amor no la hubiéramos conservado. Eres una malagradecida, nunca valoras lo que él nos ha dado, seguro estaríamos en la calle o durmiendo bajo un puente. -Tanto dramatismo asqueaba a la joven. Si perdían la casa sería por las apuestas y las deudas de ese bueno para nada. Con lo que su madre ganaba en la lavandería y los ahorros de su padre al morir hubieran podido vivir tal vez no con lujos pero si con tranquilidad. Una viuda de cuarenta y dos años fue presa fácil de un charlatán que cada vez que la veía le decía todas esas cosas que las mujeres desean oír. No pasó más de tres meses cuando lo tenía instalado con ellas. Las primeras veces fueron en un motel cercano donde por unas horas él escondía toda su porquería bajo una fachada de amante perfecto. Cada vez que cerraba la puerta tras sí y se acercaba a ella sus piernas temblaban por la anticipación. Su boca se secaba solo de verle ese físico trabajado "naturalmente" con "arduo trabajo en la construcción." O eso le hacía creer. Con él conoció cosas que con su primer marido no había hecho ni sentido. ¡Podía llevarla hacia las estrellas cuatro o cinco veces! Su lengua la recorría pliegue a pliegue, montículo a montículo, cada vez que la tomaba era como volver a tener veinte... Se humedecía con solo ver cómo se desvestía.Sacaba su miembro y lo pasaba por su humedad haciéndola rogar por su dureza. Con cada golpe de su cadera la hundía en una marea de explosiones, repitiendo en cada embestida -Eres mía... Anda, dímelo Libby. Eres la pequeña zorra de Óscar.

Se deslizaba fuera y ella rogaba por su carne diciendo todo lo que él quería oir... -¡Si, mi vida soy tuya! pero no me dejes por favor... ¡te necesito tanto! anda bebé no me niegues lo que necesito. ¡Haré lo que me pidas! Lo atraía con sus manos hasta que él viendo su desesperación volvía a montarla violentamente.

Esas tardes robadas la esclavizaron a un hombre que la llevó a una pequeña oficina de un pueblo de la carretera a casarse -porque así nadie se la quitaría - poble ilusa.Apenas tuvo acceso a su tarjeta bancaria dejó de ser el amante cuidadoso y detallista. De vez en vez para mantenerla atada le daba una sesión de ablande para que la tonta no se fuera a dar cuenta que ya no trabajaba y que apenas consiguiera otra con más billete se iría sin mirar atrás.

Izzy volvió al presente. Sabía que su madre seguramente se habría dormido esperándolo. El tipo no regresó a la casa. Era parte de su estrategia de dominación... Desaparecer por unos días para que la loca de su mujer dejara de molestar con la del quinto. O eso era lo que había gritado antes de su salida teatral.

Por costumbre salía vestida de su cuarto y con el spray de pimienta en el bolsillo por si acaso. Se duchó rápidamente y volvió a terminar de arreglarse en su refugio con dos cerraduras. Cuando terminó se miró al espejo y se dijo como siempre "Izzy tú puedes"...la búsqueda empieza hoy. La última calificación fortalecía su esperanza. ¡Aprobado con el 100% de los créditos! Cuadro de honor y la carta de recomendación de sus profesores más distinguidos aparte del decano Frey.

-Padre, no te he fallado.Tu pequeña es una profesional. Finanzas y administración de empresas como siempre dije que haría. - susurró al retrato de un hombre delgado y con una semi sonrisa perpetua- Cuánta falta me haces hoy... Volvió a mirarse en el espejo y se sintió tranquila con el trajecito sastre que con Mel encontraron en ese mercadillo... Cualquiera diría que era pret a porter, los años de correr a la universidad, comer lo que podía en la residencia donde ayudaba a limpiar y las tartitas de la señora Long le habían dado una figura que muchas envidiaban. Melena castaña a la cintura atada con un prendedor de Carey- único recuerdo de una abuela que no vio más después de la muerte de su padre- frente alta y despejada, ojos cafés, pómulos altos y nariz fina que contrastaba con la turgencia de una boca de modelo de portada. Alta hasta sin tacones siempre hacia que más de un compañero tuviera que mirar hacia arriba aunque no le miraban necesariamente los ojos... Ni el traje podía disimular esa figura voluptuosa de senos firmes y curvas de infarto diría Josh, su enamorado de secundaria. -Basta Izzy. Mejor no nos olvidemos de nada. -A su lado la valija de viaje que usaba su padre estaba a rebosar... La había usado como cofre de recuerdos y ahora la acompañaría en su nueva vida. Camisas de su padre y algunas chaquetas de buen corte, las blusas y faldas que su madre dejó de usar por ser "de vieja" más dos pares de zapatos serían su guardarropa de trabajo. Dos cajas estaban con Mel, libros, fotos y la ropa de diario... No que tuviera mucha pero fue dejando día a día algo en ese apartamento en la ciudad. Besó el retrato y lo colocó con cuidado antes de cerrar la valija.

En la habitación contigua no se escuchaba nada, por lo menos no lloraba, su madre estaría dormida.

Sintió pena por la mujer que fue en su momento la razón de continuar allí, pero al escuchar que preguntaba levantándose ansiosa :"Amor... volviste a casa... " Supo que había tomado la decisión correcta. Hacía mucho que no la tomaba en cuenta,más bien la empezaba a mirar como una rival, su frescura y juventud la llevaban a regañarla por todo. De todas formas era su madre. Intentó por última vez un reencuentro.

-Soy Izzy madre. ¿Quieres que desayunemos juntas?

-Eras tú... No. Me voy a la calle. Mi pobre Óscar no debe haber dormido intentando calmarse. En esta casa nunca tiene paz. Tú con tus tonterías quitándonos privacidad. Pero tú qué puedes saber,eres un estorbo como lo fue tu padre. Estaría bien que te fueras y dejaras de ser una carga para mí...

La chica no daba crédito de lo que oía, ¿ella una carga? ¡Si desde los 14 años andaba por las casas del vecindario haciendo recados, cuidando niños y ancianos para aportar a la casa! Cada verano de los últimos cuatro años los pasaba en el campamento como animadora y cuidadora para pagar sus matrículas o sus libros... Y durante las clases su trabajo de medio tiempo le daba almuerzo y algo de dinero para poner algunos comestibles en la siempre vacía despensa. Estuvo a punto de hablar, pero pensó al mirarla como si fuera la primera vez, ¿dónde fue Libby Thomas?¿ Era esta mujer ajada, excesivamente maquillada, con un escote ridículo y vestido chillón la madre que alguna vez conoció? La vió salir con prisa, ansiosa por su amor, entonces tomó su equipaje, una mochila con su vieja laptop, cuadernos y libros. Se despidió con una mirada de ese lugar. En la calle tomó el rumbo hacia la parada del autobús y esperó que pasara el primero hacia la residencia de Mel. Sin remordimientos,con los primeros rayos de sol subió, pagó su boleto y se acomodó en un asiento viendo pasar el tránsito por primera vez en mucho tiempo con un alivio inmenso. -Ahora sí empieza mi vida- dijo para sí. Le entraron ganas de cantar al oír al conductor tarareando una vieja canción, en una parada subieron unos obreros rumbo a las fábricas. Adolescentes con ropa de deporte rumbo a las prácticas y ancianas en grupitos anticipando el coste de los productos en el mercado. En el apuro de correr a sus estudios cada mañana o para llegar a tiempo a su trabajo nunca había visto que hasta esa parte de la ciudad era bonita, que las personas en su mayoría no eran como su padrastro y sus amigos. Sencillos sí pero animosos. Hablando fuerte de las insidencias del último partido, del noticiero de la radio, de la serie que va tan complicada...

Un anciano leía el diario. Le sonrió con simpatía y ella le correspondió dándole el asiento. -Muy agradecido bella señorita... A mi edad mis piernas no toleran mucho rato este vaivén.

De inmediato un hombre de overol se levantó y le indicó que se sentara... - No por favor siga UD. - Comparto lo que piensa ese señor. Una bella señorita como UD debe viajar sentada. -Dijo guiñándole un ojo. No todas las mañanas nos alegra la vista una flor tan bella.

No pudo menos que aceptar sonrojada por el piropo. La falta de costumbre de ser admirada por ser simplemente una mujer- pensó, hoy es un día raro. -¿No gusta leer un poco? Voy hasta la plaza Venien y allá estaré bastante rato... - Solo un momento para ver los avisos. Lo tomó cuidadosamente y después de hojearlo un poco le llamó la atención un aviso ni grande ni demasiado pequeño... "Importante compañía busca asistente financiera.Formación universitaria. Entre 25 y 35 años. Bilingüe. Experiencia no excluyente. Buena presencia. Sueldo acorde al cargo más incentivos por productividad". -¿Encontró lo que buscaba señorita? - Creo que sí pero deben haber muchas postulantes, y yo no tengo experiencia en una compañía grande... -Tenga confianza hija- se metió una anciana cercana- con esa carita tan inteligente seguro el puesto es para ud. ¿No es así? - dijo codeando a su vecina de asiento que apoyó con el mismo entusiasmo.-Tengo una nieta que entró en un bufete jurídico y es casi tan bonita como UD. En poco rato ya estaba medio pasaje dándole consejos y apostando que tendría buena suerte.

Un jovencito le ofreció un dulce y la oficinista de uniforme severo le pasó un bote de yogurt -Tiene que darle color a esas mejillas o creerán que se va a desmayar de debilidad... Estas chicas que no comen nada por la línea. Una asistente debe estar siempre disponible y fuerte, antes de casarme lo fuí y sepa que no hay horas para almuerzo ni para descanso. Entra pero no sabe a qué hora sale. Siempre tenga una manzana y un yogurt a mano.

- Es cierto, la asistente de mi jefe sobrevive a café y galletitas... ¿Sabe manejar un máquina de capuchino? Izzy tomaba nota de todo pues esas buenas mujeres solo deseaban que tuviera éxito.

- Siempre tenga su tableta a mano y no olvide anotar todas las llamadas. Hágase un recordatorio con todos los gustos de su jefe y sea proactiva aunque sin pasarlo por encima. Los jefes quieren resultados pero que nadie sepa más que ellos... Disimule si algo no le gusta.

- Entonces ¿la niña debe soportar cualquier babosada? Se preocuparon las ancianas- Digo pequeñas excentricidades de esos CEOs maniáticos... Agua a temperatura de 23 grados o como mi ex jefe quería nada de color morado en el piso 27 desde las carpetas de archivos a ropa de ese tono. Era terriblemente supersticioso y creía que el morado atraía la muerte.-Todos a su alrededor rieron ... Vaya que locura. - Como no me dejaba ir y mi ahora esposo estaba por dejarme le puse gladiolos morados por toda la oficina. Al otro día aceptó que pasara a Contabilidad.

De a poco fueron bajando algunos pasajeros y sin darse cuenta llegó a su parada. - Gracias señor. - Que tenga un excelente día y que el puesto sea suyo. Si algún día tiene algo de tiempo acérquese a la plaza y tomaremos un té. - Por supuesto que lo haré. ¡Hasta pronto!

Al bajar vio a Mel con una gran sonrisa esperándola. La abrazó. -¡Al fin te decides! Pensé que nunca te irías de la casa de esa mujer. Para ella mi madre había dejado de ser persona grata desde el incidente del baño. Me arrebató la valija y empezó a caminar hacia un edificio de aspecto bastante industrial donde con ayuda de sus padres se había mudado el último año. Miraba asombrada los espacios verdes y los macizos de flores. Azaleas de diversos colores. ¡Mis favoritas! Subimos por el ascensor y en el último piso abrió con la contraseña.- La recordarás enseguida, es el día que nos conocimos en el campamento. De todas formas te hice una copia por seguridad. May está de viaje como siempre pero dejó un paquete para tí , no regresa hasta la próxima semana. Uf los aviones me aterrorizan y esa chica hace París -New York- Madrid como yo me tomo el metro.

La loca de Mel, con sus pelos de colores y blusones manchados de pintura, la elegantísima May con sus piernas kilométricas y yo. Las tres mosqueteras. Se me llenaron los ojos de lágrimas que intenté simular pero el sexto sentido de mi amiga me llevó al sillón de inmediato.

-Hoy te permito llorar, ha sido una decisión difícil de tomar. - ¿Si no logro un buen trabajo?- Chist, tú eres la más brillante y tesonera chica que he conocido en mi vida. Lograrás cosas que ni en tus sueños. Ahí recordé el aviso. Lo buscamos juntas en la web.-¡Esa es mi amiga! Hace poco compraron unas pinturas en la galería aunque creo que llevaron las tres porque no se ponían de acuerdo.Uy, qué tipazos. Prométeme que apenas te den el trabajo me dejarás esconderme en tu oficina y hacerles unos bocetos en vestimenta de Adán.

Su fe en mí es total. Decido confiar también.

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