Home/ Ámame por favor, señor duque Ongoing
¡No me lo puedo creer, me he casado con un vampiro!
About
Table of Contents
Comments (2)

—¡Morgana, debes casarte con el Sr. Salvador!

—¿Por qué, padre? ¡Todos dicen que Royce Salvador no es un buen hombre, en especial con las mujeres! ¿Por qué insistes en que me case con él?

—Si te cases con él, nuestra familia contará con el apoyo de su familia, y así evitaremos que nuestra familia entre en bancarrota.

—¡No, no sacrificaré mi felicidad por unos beneficios tan ridículos para la familia!

—Morgana, te lo advierto. Si no aceptas el plan, verás a tu madre morir de su enfermedad sin poder hacer nada al respecto. ¡Toda nuestra familia estará arruinada!

Al recordar la ira demente de su padre, Morgana Gilbert frunció los labios con angustia. Sus labios formaron una línea recta y apretó con fuerza la sábana debajo de ella.

Tenía un padre codicioso y paranoico. En aquel entonces, había abandonado a su madre para casarse con la preciosa hija de la poderosa familia Clark. Ahora, quería usar a Morgana para obtener beneficios. Las trataba a ella y a su madre como objetos intercambiables por dinero y poder.

Morgana sintió un dolor agudo que la hizo sentir muy indignada. Estaba obligada a pasar la noche allí y servirle a ese hombre feo y cruel. Tendría que complacerlo tanto como fuera posible hasta que estuviera satisfecho. De lo contrario, su padre dejaría de pagar los tratamientos médicos de su madre, y sabía que era lo suficientemente cruel como para cumplir su amenaza.

La infinita oscuridad la hizo temblar de miedo. Solo sentía pánico y ansiedad, y, además, su instinto le decía que algo horrible le pasaría pronto.

De repente, una mano grande la agarró por el cuello y su cuero cabelludo se entumeció del miedo. Quería gritar, pero tenía la voz atascada en la garganta por el miedo.

—¿Morgana Gilbert? Te ves deliciosa. —dijo una voz baja y ronca en sus oídos. Tenía un tono un poco hostil.

Morgana, con los ojos bien abiertos, dirigió la mirada hacia la sombra oscura junto a la cama. Supuso que ese debería ser el famoso Royce Salvador. Se obligó a calmarse y dijo con tranquilidad:

—¿Sr. Salvador?

La agarró por el cuello aún con más firmeza. Escuchó su propia voz, que sonaba como el sonido de las burbujas de aire que escapan de las tuberías de plástico comprimidas al salir intermitentemente. En la oscuridad, parecía escalofriante.

—¿Sí? —dijo Royce sorprendido. No parecía esperar que Morgana pronunciara su nombre con tanta calma.

—¡Señor Salvador, por favor desate las sogas de mi cuerpo y déjeme servirle!

Morgana sintió que le ardía el rostro y que el corazón le latía con fuerza. Podía sentir su pulso acelerado bajo las mejillas y en la garganta.

Su padre la había atado con una soga para evitar que escapara. Sentía que el cuerpo se le había adormecido por la fuerza con la que estaba atada.

Aún no estaba segura de si haría lo que le había pedido. Sin embargo, no quería que la tratara como a un trozo de carne en un plato, para saborearla como él quisiera. Por lo menos, cuando se trataba de contacto físico íntimo, su dignidad nunca permitiría que eso sucediera.

En la oscuridad, Royce se quedó repentinamente en silencio, lo que la hizo sentirse ansiosa y preocuparse por si lo había hecho enojar de alguna manera y si quizá ya había arruinado los planes que su padre tenía para su matrimonio.

—Entonces, déjame ver cómo me servirás, señorita Gilbert—respondió Royce. Su voz sonaba como un violonchelo, baja y elegante. Sin embargo, tenía un matiz de peculiar deleite.

Morgana sintió que algo afilado cortaba las cuerdas de su cuerpo. Se retorció suavemente y las sogas se aflojaron. Ahora que la habían liberado, se sentía aún más angustiada. Sabía que cualquier cosa que le sucediera a continuación le provocaría aún más sufrimiento.

Escuchó un aplauso y, de repente, las luces se encendieron y en un instante, la habitación se volvió tan brillante como si fuese de día. Morgana entrecerró los ojos con incomodidad debido a la luz deslumbrante.

Después de recuperar sus sentidos, se dio cuenta de que la habitación estaba muy decorada. Todos los muebles tenían el estilo de una residencia aristocrática medieval. La chimenea estaba bordeada por un marco con un diseño decorado y el techo de la habitación era muy alto. Por toda la habitación había una sensación de elegancia y misterio.

No muy lejos, un hombre con un traje color ciruela oscuro estaba sentado en un taburete alto, con una mirada fría. Tenía la mirada fija en Morgana. Su pelo dorado era suave, delicado y rizado. Sus ojos eran tan verdes como preciosas esmeraldas y su piel resplandecía de una hermosa manera. Una máscara plateada brillante cubría la mitad izquierda del rostro. Sin embargo, la mitad derecha descubierta era muy atractiva.

Morgana nunca había pensado que Royce Salvador, a quien durante mucho tiempo se había referido como una bestia espantosa, resultaría ser un caballero tan elegante y atractivo.

—Señorita Gilbert, ¿dijiste que querías servirme?

Los labios de Royce se curvaron en una sonrisa cruel.

—Sí, señor.

Escuchar su fría voz rompió todas sus ilusiones... Un dolor familiar comenzó a llenar su pecho nuevamente.

Apretó los dientes y se levantó lentamente del suelo. Le temblaban las yemas de los dedos mientras se quitaba la ropa. En su mente, una voz le gritaba, ordenándole que caminara lentamente hacia él. Era tan seductor pero peligroso como una adormidera.

Morgana se detuvo a tan solo un paso de Royce.

Su cuerpo se entumeció y una abrumadora sensación de vergüenza se apoderó de ella, especialmente en su garganta.

Escuchó a Royce levantarse de la silla. Su gran mano la tocó de nuevo. Sin embargo, esta vez, sus dedos pasearon por sus mejillas, por la punta de la nariz, luego por los labios y el mentón. Finalmente, sus dedos se detuvieron en la clavícula. El frío de su piel hizo que Morgana se estremeciera involuntariamente.

—¿Estás asustada? —dijo Royce mientras se inclinaba hacia el oído, su voz cautivadora tenía un encanto embriagador—. Si tienes miedo, puedes irte ahora.

La mente de Morgana estaba hecha un lío. Estaba extremadamente ansiosa y no podía pensar si solo estaba tratando de ponerla a prueba.

Si no seguía las instrucciones de su padre y se sacrificaba, su madre moriría a causa de su grave enfermedad. Además, ¡su padre nunca dejaría que se fuera tan fácilmente! Definitivamente la castigaría. Por lo tanto, no podía irse.

—No, señor, no tengo miedo. ¡Puedo hacerlo! —dijo con determinación.

—¿Sí? —dijo Royce con la voz aún más fría. Sus ojos color esmeralda se entrecerraron levemente, lo que lo hacía parecer algo amenazador.—. Esta es tu propia elección, ¡espero que no te arrepientas, señorita Gilbert!

De repente, los ojos de Morgana se abrieron con horror, como si se hubiese dado cuenta de algo terrible.

Para su espanto, los ojos de Royce cambiaron de color, de verde esmeralda a negro tinta. La expresión de su rostro se volvió gradualmente feroz y sus dientes se convirtieron en afilados colmillos. La estaba mirando fijamente, ¡con una mirada sedienta en su rostro!

Morgana se quedó en blanco. Podía escuchar un fuerte zumbido en los oídos.

Royce Salvador, el empresario más distinguido del mundo empresarial, ¡era en realidad un vampiro sediento de sangre!

You may also like

Download APP for Free Reading

novelcat google down novelcat ios down