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¡Al escuchar mis sueños, el multimillonario guapo me hizo su asistente personal!
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Semana 28: Los ojos del bebé ya se encuentran parcialmente abiertos.

Veintiocho semanas después de que una mujer ha quedado embarazada o veintiséis semanas después de la concepción, los párpados del bebé ya empiezan a abrirse; al menos de manera parcial. Además, las pestañas ya están completamente formadas. El sistema nervioso central dirige los movimientos respiratorios rítmicamente y controla la temperatura corporal.

A estas alturas, el bebé podría medir casi 25.4 centímetros de largo desde la coronilla hasta las nalgas y pesa casi 907 gramos.

***

"¿Mandy Johnson?".

Ella cerró apresuradamente la revista que estaba leyendo y casi se le cayó al suelo. De una manera que nadie consideraría elegante, se puso de pie. La mujer había descubierto que las tareas más sencillas podían parecer imposibles a los siete meses de gestación.

Mandy le sonrió a la asistente del doctor Roberts, quien esperaba pacientemente recargada en la pared.

"Es bueno tenerte de regreso, señora Johnson", dijo la regordeta mujer de mediana edad mientras guiaba a Mandy hacia la báscula.

"Mmm, recuerda que no estoy casada, Tina", comentó Mandy con un suspiro. Parecía que necesitaba repetírselo en cada cita.

"¡Ay! Lo siento, siempre lo olvido", respondió la enfermera. "Subiste casi un kilo y medio este mes".

"¿Eso es muy malo?", preguntó Mandy mirándola con horror.

Tina se rio: "He visto algunas mujeres que aumentan casi 32 kilos en su embarazo. Tú apenas llevas 9 kilos, lo cual es perfectamente normal a las 28 semanas. Terminamos los estudios de orina mientras esperabas y todo salió bien. ¿Te gustaría escuchar ahora los latidos del bebé?".

Mandy asintió y siguió a la dinámica mujer, quien caminaba con pasos firmes al vaivén de sus anchas caderas para llevarla a uno de los consultorios. Ahí, la hizo acostarse en un camastro para efectuar el ultrasonido. Mandy se levantó la blusa y la asistente le embarró un poco de gel en el vientre para después ponerle el doppler. Entonces ellas dos escucharon el corazón del bebé y la máquina registró los latidos en un gráfico.

"¿Has experimentado algo inusual?", preguntó la asistente médica descansando la punta de su bolígrafo sobre sus labios carnosos.

Mandy frunció el ceño antes de responder: “Cada vez que vengo me preguntas eso, pero parece que no importa lo que diga, tú siempre contestas que es perfectamente normal.

Tina levantó una ceja. “Las náuseas, los dolores de cabeza, las pesadillas, la acidez estomacal y los calambres ocasionales son típicos de un embarazo normal, Mandy. Pero si vinieras con rayas moradas y lunares naranjas, te juro que me impresionarías”.

Ella se rio. "No he tenido rayas ni lunares, así que supongo que debo estar agradecida. Por lo tanto, no... Creo que... No he experimentado nada inusual...".

"Algo está pasando contigo, ¿verdad? He visto mujeres embarazadas durante más de veinte años y no creo que haya nada que pudiera sorprenderme".

"¡Sigo teniendo sueños sexuales!", espetó de pronto.

"¿Aparezco yo en ellos?", preguntó Tina con tono divertido al tiempo que le guiñaba un ojo.

"¡No! Bueno, no podría asegurarlo, porque eso cambia de un sueño a otro. Pero son demasiado ardientes, incluso he estado con dos amantes a la vez... Eso ocasiona que me despierte con una necesidad desesperada. Lo peor de todo es que mi vibrador ya no funciona".

Tina asintió con cara de sabiduría. "Eso es perfectamente normal".

"Mmm". Mandy gimió cuando escuchó la palabra normal.

En ese momento, se escucharon dos golpes en la puerta y el doctor Roberts entró. Era un hombre apuesto de alrededor de cuarenta años. Mandy estaba muy agradecida de que la hubiera incluido en su lista de casos, pues era un excelente médico. Aunque eso no significaba que ella tuviera la intención de hablar con él sobre sus sueños sexuales.

"Tienes que echar un polvo", aconsejó Tina.

Las mejillas de Mandy enrojecieron mientras agachaba la cabeza y miraba hacia el suelo fingiendo buscar algo.

Entonces, el doctor Roberts la observó al tiempo que se ponía el segundo guante de látex. "¿Me perdí de algo?".

Mandy quería que se abriera una grieta en la tierra y se la tragara.

"La señora Johnson está teniendo sueños sexuales salvajes. Por eso le aconsejé que hiciera algo al respecto", respondió la enfermera.

El doctor se aclaró la garganta y dijo: "Si bien no es completamente ético desde el punto de vista médico, tengo que estar de acuerdo con Tina. Esos sueños no te harán daño ni a ti ni al bebé, pero lo que es indudable es que todas las mujeres necesitan la satisfacción de un orgasmo".

"¡Mátenme ahora!", susurró la chica, sin mirarlo a los ojos.

"¡Mandy!", dijo el médico con una sonrisa que lo hizo parecer más joven y guapo. "No hay nada malo con el buen sexo. Se ha demostrado que resuelve muchas dolencias".

Ella señaló su barriga y dijo con ironía: "Y causa algunas también".

El doctor sonrió. "Eso solo fue suerte".

"O mala planificación", dijo Tina.

"Todos los bebés son una bendición de Dios", comentó el médico, amonestando a su asistente. 

Mandy no estaba segura de lo que pensaba sobre el tema, aunque en esta etapa de su embarazo ya se había acostumbrado a la idea de que efectivamente había un bebé adentro de su cuerpo y que no estaba en una película de extraterrestres. De cualquier manera, todavía no estaba segura de haberse subido en el tren de la "bendición de Dios".

"Siempre puedes usar un vibrador", continuó el doctor, ahondando sobre el tema.

"A la señora Johnson eso no le haría ni cosquillas, porque anhela tener dos amantes a la vez", respondió Tina antes de que Mandy pudiera decir una palabra.

El médico la miró alzando las cejas; parecía impresionado.

"¡Tina, no!", exclamó Mandy bajándose la blusa de maternidad para cubrirse el vientre. "¡Solo fue un sueño! ¡Y no soy ninguna señora!".

"Aparentemente ella es sensible a ciertas cosas", comentó Tina sorbiendo la nariz.

Entonces el doctor Roberts sacó a la enfermera de la habitación antes de que su paciente pudiera estrangularla.

"Tina es una buena mujer que no puede mantener la boca cerrada para mantenerse con vida", dijo él con buen humor. "Todo va según lo programado, Mandy. Ya estás en tu semana veintiocho. ¿Tienes planes para Navidad? Está a la vuelta de la esquina, ¿sabes?".

Ella frunció la boca. "Todavía estoy viviendo en el sótano de la casa de mis padres. Ha sido difícil encontrar trabajo desde que empecé a verme como hipopótamo. Así que no, nada será emocionante en mi vida durante las fiestas navideñas".

"¿No dijiste que estabas trabajando?". El doctor tiró sus guantes al cesto de basura y comenzó a lavarse las manos.

"Sí", respondió ella bajándose del camastro. "Pero me despidieron cuando empecé a vomitar sin parar. Creo que fue hace dos meses".

"Tengo un amigo que está buscando un asistente personal. Espera, tengo su número aquí en alguna parte." El hombre se buscó en los bolsillos, pero no encontró nada. "¿Te importa si le doy tu número?”.

"¡Eso sería increíble, doctor! ¡No tienes idea de lo que significaría para mí!".

El médico le sonrió amablemente. "No puedo prometer nada, Mandy. Pero es un buen hombre y, mínimo, obtendrás una entrevista. ¡Ah! y sobre lo otro...".

Ella lo miró confundida.

"Tus sueños sexuales". Su sonrisa era amable. "Eso es perfectamente…".

"Normal", dijeron al unísono.

"No dejes que Tina te moleste", recomendó él acompañándola a la salida para despedirse.

Mandy vio sobre la mesa de centro la revista que había estado leyendo antes de que la metieran a revisión. Allí vio una historia sobre las mejores posiciones sexuales durante el embarazo. La chica se aseguró de que nadie la viera y la recogió para guardarla rápidamente dentro de su bolsa. Solo había alcanzado a leer la posición de cuchara, la vaquera invertida y la posición donde se tendían uno al lado del otro. Había otras cinco posturas que le interesaba revisar para sentirse peor por no tener sexo. ¡Tenía que leer ese artículo!

Caminando con toda la indiferencia que le fue posible, Mandy salió del consultorio y se dirigió a la cafetería de su hermana mayor, Kim. Una vez que entró a The Grind y olió el aroma familiar del exquisito café colombiano y su tueste francés, ella comenzó a relajarse.

Acababa de entrar cuando su teléfono vibró y sonó el "ding" de una notificación.

Ella vio la pantalla y encontró el mensaje de un número desconocido: '¿Amanda Johnson? Soy Elliot Brand. El Dr. Roberts me dio su teléfono, porque estoy buscando un asistente personal. ¿Está interesada en venir a una entrevista?'.

Mandy jadeó. ¡Había sido rápido! Tecleando con dedos torpes, ella respondió.

Amanda Johnson: '¡Claro, señor Brand! Estoy interesada'.

Desconocido: 'Excelente. ¿Está disponible mañana a las 11 am?'.

Amanda Johnson: 'Sí, señor'.

Desconocido: 'Nuestras oficinas están ubicadas en la Quinta Avenida y Main. Espero conocerla, señora Johnson'.

Mandy dio un pequeño grito de alegría. ¡Quizá finalmente el destino estaba de su lado!

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