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¡Yo, una criada, fui elegida para ser la esposa del guapo billonario!
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Desde el punto de vista de Pervical.

"Señor Percival, lo lamento. El señor Ronald no se encuentra en su oficina, a lo mejor podría regresar en otro momento".

Se trataba de la cuarta vez esta semana y, claro, supuse que era una excusa para que el señor Ronald no me recibiera. Había soñado con trabajar con él durante años y, por fin, se presentó la oportunidad, pero al parecer el hombre era alguien de costumbres tradicionales.

La condición que puso para asociarse conmigo fue que yo estuviera casado. Según él, únicamente podía confiar en el juicio de los hombres que habían contraído matrimonio, porque eso era lo que para él significaba la estabilidad.

Eso era algo insensato. Así que, supuse que estaba mintiéndome.

Sin embargo, sus acciones me demostraron que hablaba en serio.

Por lo tanto, tenía que hacerlo ya...

"No importa, no vine a discutir de trabajo con el señor Ronald. Simplemente quería comunicarle que me casaré pronto. Por favor, pásele el mensaje", en cuanto terminé de hablar, su ayudante se quedó algo sorprendido; al fin y al cabo, era una decisión que había tomado de improviso.

El matrimonio no era un problema para mí porque ya tenía a alguien con quien deseaba compartir el resto de mi vida.

Pero mi prometida, Violet Howell, era una cantante de renombre mundial. Se encontraba en el mejor momento de su carrera, y sabía que era imposible convencerla de que se casara conmigo en este momento. Y la comprendía muy bien.

Era necesario que tuviera una esposa. Lo más pronto posible. Además, ya lo había anunciado, así que debía cumplirlo.

...

Tras soltar un suspiro, llamé a mi abuela, la única en quien podía confiar.

"Abuela. Necesito que me consigas una mujer. De preferencia que se vea fea, que no le interese mi riqueza y que siempre sepa cuál es su lugar".

"Percy, no estoy muy segura de esto. Me refiero, ¿Violet está de acuerdo con la idea?"

"Ella lo comprende. ¡Tengo que aprovechar esta oportunidad! ¡No puedo dejar que ese est*pido motivo me lo impida!"

Si eso implicaba ampliar mi imperio empresarial, sin duda estaría de acuerdo.

"De acuerdo, en ese caso, ¿qué clase de mujer necesitas?", me preguntó la abuela.

Desde luego, mientras más pudiera manipularla, mejor.

"Una chica con la que se pueda arreglar con dinero para que no me fastidie luego por el divorcio".

...

Desde el punto de vista de Regina.

"¡Rápido, limpia ahí también!", me gritó una compañera de servicio. Enseguida tuve que soltar el jarrón que tenía en la mano y dirigirme al lugar indicado por ella para limpiarlo.

Hace una semana que empecé en este trabajo, aún estaba a prueba, y debía acatar todo lo que me asignaran mis superiores porque ¡necesitaba con urgencia el puesto! ¡La operación de mi madre no podía esperar más!

"¡Ustedes dos! ¡Paren lo que están haciendo! La señora Katherine desea vernos en la sala de estar en este momento", expresó Thalia cuando entró al lugar donde estábamos.

"Entendido", contestamos todas a la vez.

Si la señora Katherine te estuviera buscando, sería conveniente que llegaras al instante.

Eso fue lo único que había aprendido desde que empecé a trabajar aquí.

...

Todas las criadas, incluyéndome, nos pusimos delante de la señora Katherine.

La anciana nos miraba fijamente.

Lo encontré extraño porque me pareció que estaba evaluándonos en otro nivel, como si quisiera mirar dentro de nuestras almas.

"¡Tú!", entonces, me apuntó con el dedo y tragué saliva.

¿Qué había hecho?

¿La ofendí?

¿Me iba a despedir?

"Ven conmigo".

Luego de parpadear, comencé a ir detrás de ella y nos metimos al estudio.

Agaché la cabeza y empecé a preguntarme en qué me había equivocado. ¿La señora iba a despedirme?

"Cásate con mi nieto", declaró ella.

¿QUÉ? Alcé la mirada y la observé asombrada. ¿Estaba hablando conmigo? Volteé la cabeza hacia atrás, pero no había nadie a mi espalda.

"Señora... yo...", ¿qué estaba ocurriendo aquí?

"Hazlo y serás recompensada con 50 millones de dólares. Una parte del pago se hará hoy y la otra mitad cuando termines el trabajo al cabo de un año".

Ahora lo entendía, quería darme dinero para que yo me casara con su nieto por un año.

Pero, ¿por qué yo? ¿Acaso no sería conveniente que el heredero de una familia rica se casara con una mujer adinerada? ¿Por qué me ofrecía esto si yo no tenía nada? Era una persona insignificante para ellos.

Sin embargo, no me dio la oportunidad de hacer preguntas y comentó: "Si no estás de acuerdo, le haré esta oferta a Thalia o a Russell".

No quiso darme más información, y yo no sabía cómo era su nieto, o si me exigirían más cosas desmedidas, como por ejemplo obligarme a tener un bebé o algo así. Por otro lado, no me lo estaba pidiendo, simplemente me informó de ello.

Aunque 50 millones de dólares... esa cantidad de dinero...

Me vinieron a la mente las facturas del hospital de mi madre.

Sin duda, eso podría cubrir todo.

Y me quedaría mucho dinero disponible.

Tal vez por fin podría seguir estudiando.

"¿Aceptas?", preguntó con severidad. Se oyó como si fuera la última oportunidad que me daba. No podía darle más vueltas, tal vez era mi única posibilidad de salvar a mi madre.

No era tan digna, necesitaba el dinero.

Mi madre me adoptó de un orfanato y me trató como si fuera su propia hija. Sin embargo, mi padre adoptivo murió de un infarto de miocardio tras la quiebra de su empresa y, poco después, a mi madre le diagnosticaron un cáncer, y toda la carga recayó sobre mí. Tuve que asumirlo, porque no quería volver a perder a un ser querido, y nada era tan importante como ella.

Con esta idea presente, asentí con firmeza.

La señora asintió complacida y por fin me explicó este ridículo contrato: "No serán una pareja casada de verdad. No te acercarás a él, únicamente harás de su esposa cuando lo necesite".

Menos mal que no tenía que acostarme con él ni tener hijos. Sí, ¿qué clase de mujer querría un hombre como él, uno con el que no podría estar? Entonces ¿qué necesidad tendía de casarse con una criada como yo?

"Lo comprendo, simplemente seré la criada", sabía perfectamente que ella estaba inquieta por si yo era una mujer ventajosa, así que mostré mi determinación.

"Eres muy lista. Ahora si estás de acuerdo, firma los papeles", puso un documento sobre la mesa y me entregó un bolígrafo.

Tras hojear con detenimiento el contrato, lo firmé.

Después, tragué saliva.

Me resultaba difícil imaginar que tenía diecinueve años y estaba casada.

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