El amor es un sentimiento tan complejo para definir, ya que cada quien lo experimenta como puede. No todos los seres vivos amamos de la misma manera o con la misma intensidad. Yo lo amaba, lo amaba con locura y a pesar de todo, lo sigo amando con la misma insana intensidad que antes.

Fue tal la magnitud de este amor que hubiese muerto por él sin siquiera pestañear, por que mi devoción por su persona superaba todos mis límites. Creo que mi error fue amarlo más de lo que llegué a amarme a mi misma, por que en su ausencia recordaba quién era y nuevamente nacía aquel sentimiento de repudio hacia mi persona. Cada día a su lado me encargué de demostrar mi lealtad, amor y fidelidad, sin embargo, para él no fue suficiente.

No tengo la capacidad de odiarlo después de todo lo que pasó, por que a pesar del desenlace de muestra historia, lo sigo amando. Sigo tan enamorada de él como antes y si decide volver algún día, aquí estaré.

Nunca tuvimos las cosas fáciles, lo nuestro era demasiado peligroso y él era demasiado indomable, supongo que lo nuestro no debía ser, pero estúpidamente me aferré a la idea de un quizás. Lamentablemente, él al igual que yo, solo fue una víctima más de la ambición de su padre. Su padre, el hombre que se encargó de arruinar nuestras vidas y ensució nuestros sentimientos que en el pasado eran tan puros.

La vida se ensañó con ambos y a pesar de atravesar diferentes caminos, nos tocó experimentar el dolor desde muy temprana edad, siendo solo unos niños descubrimos que el mundo es un lugar en exceso hostil y el ser humano, la abominación más grande.

La única diferencia entre ambos, fue que lo tuve a mi lado. Fue mi salvavidas en medio de tanta oscuridad y desolación, fue quien me recordó día tras día quién era, y que no era un maldito monstruo sin corazón, tal como el resto me veía. Fue mi cordura, mi ancla, mi cable a tierra. Fue quién con solo una caricia estremeció mi cuerpo de pies a cabeza, quién con una sonrisa abolió todas mis barreras y que con un simple beso ponía mi mundo de cabeza. Fue mi principio y mi fin, mi mundo, mi todo. Sin embargo, para él no signifique lo mismo, no fuí suficiente para sostenerlo en el pedregoso camino que nos tocó recorrer.

A su lado aprendí que el amor es hermoso, que el amor es poderoso, que el amor te arma y también te desarma. Aprendí, que el amor duele, quema, escuece en lo más profundo de tu ser y te mata lentamente.

Supongo, que parte del proceso de amar, es saber decir adiós y aceptar cuando alguien más te arrebata a quien más amas. Amar, es saber entregar todo de si y luego estar preparado para perder, por que el amor no conoce de egoísmos, o eso afirman los sabios.

¿Qué sabrán ellos del amor? Es tan simple hablar de algo que jamás has experimentado.

Es tan jodidamente doloroso verla a su lado y llegar a la conclusión de que lo nuestro se basó en un amor tóxico y dañino, un amor que destrozaba todo lo que a su paso tocaba.

Tarde comprendí que él era fuego y yo, yo fuí viento, juntos nos impulsamos y a su vez nos ahogamos, culminando en la nada misma. Después de todo, nuestro destino estaba marcado, tan marcado como lo estábamos nosotros y definitivamente, nuestro destino solo se entrelaza para ser potenciales enemigos.

Ahora, sin embargo, se ve feliz a su lado, sonríe y puede tomar su mano en público sin ser juzgado de cometer una aberración. Por ella, enfrentó sus miedos e inseguridades y por sobre todo, tuvo el valor de enfrentar a su padre, dejando toda esta mierda atrás, incluyendo lo nuestro, incluyéndome a mí...