Home/ Romance con los trillizos Completed
Soy una humana, pero me emparejé con los trillizos Alfas.
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Punto de vista de Yunifer.

Acababa de salir de mi trabajo a tiempo parcial y me sequé el sudor cansadamente, mientras trotaba de vuelta a casa. Tenía en la mano los bocadillos favoritos de mi hermano Asher. 

Estaba segura de que él se emocionaría mucho en cuanto los viera y solté una risita, solo de pensar en la cara de alegría que iba a poner.

Me hallaba de un excelente humor al abrir la puerta de la casa, pero de pronto, sin saber exactamente por qué, una oscura premonición me invadió, ¡como si una cosa muy mala fuera a suceder! Yo era de esa clase de personas cuyos instintos estaban siempre a flor de piel, así que de inmediato me puse en guardia.

Dejé que mis ojos vagaran por la casa hasta que se detuvieron en un hombre alto, vestido con traje negro y cara de póquer. Hice una mueca, mientras miraba en su dirección con las cejas fruncidas. 

¿Era el nuevo amante de mi madre? ¿Sería nuestro nuevo padrastro?

Esperaba que no.

Justo estaba a punto de acercarme un poco más cuando me congelé en mi lugar. Detectaba un olor único proveniente de él, muy similar al de mi madre y los que eran como ella: el del lobo.

¡¿Un hombre lobo?!

“¡Oh, Yunifer, ya estás aquí!”

Me di la vuelta y encontré a mi madre que sostenía una bolsa grande, así que la miré con desconfianza.

“¡Madre!, ¿dónde está mi hermano?”, interrogué calmadamente, a pesar de que podía escuchar el ruido sordo de mi corazón.

Madre Kilda me sonrió y se me acercó lentamente, diciendo: “¡Querida!, no tienes que preocuparte tanto por tu hermano. Ahora mismo está en su cuarto, durmiendo”.

Estas palabras me dejaron paralizada, porque de inmediato me di cuenta de que ella estaba mintiendo. Mi hermano no iba a dormirse a esta hora, sobre todo si yo no había regresado a casa. Él siempre esperaba a que volviera, a menos que…

“¡¿Qué le has hecho?!”, pregunté en voz muy alta, fulminándola con la mirada.

Madre Kilda puso una cara adusta ante mi forma de hablar y súbitamente alzó su mano para abofetearme con dureza. Después agarró con fuerza mi barbilla y la levantó, obligándome a mirarla.

“Ya te lo dije, él está durmiendo en su habitación. No deberías ser tan desobediente, ¿entiendes?”, dijo en voz baja, casi entre dientes, pero con una advertencia en los ojos y recalcando cada palabra. 

Estaba a punto de decir algo cuando el hombre alto se incorporó y caminó lentamente en mi dirección. Entonces mi madre me lo presentó.

“Señor Lacker, esta es mi hija y todavía es virgen. No se preocupe, puede usar la habitación de invitados para hacer las cosas que quiera con ella”, dijo madre Kilda suavemente, con una sonrisa cómplice en su rostro.

¡¿Qué?! ¡¿Qué estaba tratando de hacer?!

El hombre alto me miró por un rato y luego asintió con la cabeza, al parecer muy satisfecho: “¡Bien! Le entregaré el dinero una vez que termine con ella”.

Al oírlo, madre Kilda asintió complacida.

Horrorizada por lo que acababa de escuchar, traté de luchar para escapar inmediatamente de ellos. Me costaba creerlo, pero ¡mi propia madre me había vendido a un hombre! ¡Seguro que era para comprar dr*gas! Ella siempre había sido así desde que murió mi padre.

“¡No! ¡No quiero!”, grité mientras trataba de liberarme de las manos del hombre, así como de la mirada de mi madre.

Pero ella entornó los ojos y me abofeteó de nuevo.

“¡Si me desobedeces, castigaré de nuevo a ese inútil hermano tuyo!”, exclamó con ferocidad.

Al escuchar su amenaza, me estremecí. Apreté los dientes con ira mientras la miraba, pero ella solo tocó mis mejillas y autorizó al tal señor Lacker a que me arrastrara a la habitación de invitados.

Una vez dentro, el hombre me arrojó sobre la cama, al tiempo que mi madre cerraba la puerta desde afuera, lo que me hizo entrar en pánico.

Entonces lo miré con horror, mientras comenzaba a desabotonarse la camisa. Sus ojos revelaron tanto deseo y lujuria que me acometieron unas violentas náuseas.

Intenté alejarme y me deslicé de la cama, pero al instante el hombre me propinó un puñetazo en el abdomen que me hizo gemir de dolor, luego desató su corbata y la usó para atarme las muñecas.

“¡Déjeme ir! ¡Suélteme! ¡Alto!”, grité sin parar, mientras me retorcía tratando de patearlo, pero fue en vano.

Todo mi cuerpo se puso rígido mientras las lágrimas se acumulaban en mis ojos, viendo su mano deslizarse lentamente sobre mi ropa interior. Volví a gritar de terror, pero terminé recibiendo otro puñetazo en mi abdomen.

“¡Cállate y déjame saborearte!”, repuso enfadado. Enseguida se dispuso a rasgarme la ropa cuando, de repente, la puerta se abrió de golpe con un estruendo.

Había un enorme boquete en la madera y en menos de un segundo, un hombre lobo saltó en medio de la habitación. Gruñó y sus terribles ojos miraron con odio visceral al hombre que yo tenía encima.

“¡Cómo te atreves a tocar a mi hermana!”, rugió ferozmente, mientras se abalanzaba sobre el individuo.

Todo sucedió en menos de un segundo. El señor Lacker no tuvo tiempo de reaccionar, antes de que el lobo lo pateara lejos de mí, estrellándolo contra la pared y dejándolo sin conocimiento.

Mi hermano no se tomó la molestia de mirarlo, sino que me tomó de las manos para arrastrarme fuera del cuarto. Salí a su lado, tambaleándome.

Sin embargo, me detuve cuando noté que él parecía estar soportando un dolor.

“¿Estás bien?”, pregunté suavemente mientras sostenía su pata.

Asher asintió: “Estoy bien. ¡Vámonos ya, antes de que mamá despierte! La dejé inconsciente mientras estaba bebiendo esas extrañas pociones de nuevo”.

Mi madre era diferente a nosotros, por eso siempre recordaba su olor único. Debido a eso, me resultaba fácil distinguirla, ¡era una mujer lobo!

Al mismo tiempo, Asher y yo también éramos muy diferentes, a pesar de ser hermanos. Él también tenía la capacidad de convertirse en lobo, al igual que mi madre, mientras que yo era humana, aunque provista de un olfato extremadamente agudo. Podía reconocer claramente los olores que hacían única a cada persona, y era capaz de distinguir sin mayor problema entre un hombre lobo y un ser humano común.

Fue después de la muerte de mi padre que madre Kilda se volvió adicta a las dr*gas, y a causa de este mal hábito, con frecuencia era muy violenta con nosotros.

Pude haber abandonado la casa hacía tiempo, pero no lo hice porque en mi corazón todavía albergaba la esperanza de que mamá volviera a ser como antes. Tiempo atrás, ella solía ser gentil y tierna con nosotros, pero luego fue cambiando paulatinamente hasta hacer de nuestras vidas un infierno.

Estaba a punto de aferrar la mano de mi hermano cuando nuevamente vi que algo andaba mal. Me volví hacia él para ver que cerraba lentamente los ojos y se deslizaba hasta el suelo.

“¡Asher!”, grité su nombre en voz alta, en medio del pánico.

Lo sostuve en mis brazos mientras trataba de hacer que volviera en sí, pero fue en vano. Temblé de miedo allí mismo, preguntándome qué le habría hecho mi madre y rechiné los dientes con ira, cuando mi última ilusión respecto a ella se desvaneció por completo.

Enseguida recosté a Asher suavemente contra la pared y corrí a recoger algunas cosas de mi habitación.

Estaba aterrorizada, pensando que mi madre o el señor Lacker vendrían por mí en cualquier momento, pero todo estaba silencioso.

Mi hermano seguía donde lo había dejado y rápidamente lo tomé en mis brazos para salir de la casa. Escapar era preferible, antes que quedarnos encerrados por siempre en este infierno.

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