Home/ Alfa: mi adorable pareja humana Completed
Soy una ordinaria chica humana, haciendo que el Alfa rechace a su Luna.
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—¿Dónde estamos, Mabel? Estamos en medio de la nada. Vamos a aparecer en las noticias de la noche como las dos tontas que se perdieron en el bosque.

—Te juro que esta es la dirección que nos diste, la seguí al pie de la letra según las indicaciones de Google Maps —me respondió confundida y un tanto asustada la otra. Habíamos estado en el auto desde las cuatro de la mañana y eran casi las siete de la noche, pero todavía no habíamos llegado a la Reserva Lobo Blanco. Tenía las piernas entumecidas y había dejado de sentir mi trasero hace varias horas. Nos habían contratado para hacer la ceremonia de compañeros del hijo de nuestra buena amiga Leona Blanco. Leona había llegado a nuestra clase de danza hace seis meses para innovar su vida amorosa con nuevos movimientos y nos habíamos hecho amigas rápidamente. Aunque tenía sesenta años, se había conservado muy bien y parecía de cuarenta. Sus ojos le brillaban cada vez que alguien la halagaba, su piel tenía un hermoso bronceado y su cabello caía en suaves ondas marrones. Nos volvimos sus hijas adoptivas y conversábamos todos los miércoles en la noche por horas. Nosotras nos habíamos quedado huérfanas cuando teníamos dieciocho y dieciséis por un incendio. Honestamente, no entendía porque le llamaban a una boda de esa forma, pero no podía quejarme con todo el dinero que nos estaban pagando. Junto con mis primas éramos las dueñas de una empresa de organización de bodas y un estudio de danza. Cada una se especializaba en una rama del baile, Mabel en hip hop, Sabrina en pop y yo en sexy dance. Además también habíamos añadido clases de defensa personal enseñadas por nuestra amiga Liam quien era una experta en artes marciales, tiro al arco, armas de fuego y blancas.

Sí, podíamos hacerlo todo, pero también sabíamos nuestros límites. Entrenábamos con Liam pero nos asegurábamos de devolverle todo con la misma intensidad y eso dice bastante de nuestra fuerza porque la mujer ha entrenado toda su vida. Hubiera estado con nosotras aquí, pero tenía asuntos familiares que atender y nos daría el alcance mañana. Lo bueno es que nos dejó sus maletas con todos sus juguetes adentro. Habíamos aceptado este trabajo a pesar de que era al otro lado del país y nos teníamos que quedar tres semanas porque nos habían pagado lo que hubiéramos ganado en un año. Leona había insistido hasta que sucumbimos. Nos contó que su querido hijo Lazarus Blanco se iba a casar con su novia de tres años y quería que todo saliera perfecto a pesar de que no le convencía la elección de su hijo. Había dicho antes que esperaba que encontrara a su Luna, pero no había entendido el término. La verdad es que no podía juzgarlos, también éramos del campo, pero definitivamente una comunidad totalmente diferente.

—Oríllate para que saquemos las armas de Liam del maletero porque está oscureciendo y no quiero estar indefensa en caso un oso o un puma nos ataque. Sería un escándalo si ponen que tres mujeres negras murieron en un bosque de noche cuando bien saben que nosotros no nos aventuramos a estos lares a esta hora —le dije a Mabel a lo que esta se orilló y salí del auto para sacar las maletas de nuestra amiga experta en armas. Sabrina nos pidió que también sacáramos los cuchillos y Mabel la miró con el ceño fruncido—. ¿Y qué diablos vas a hacer con ellos? Odias la violencia de cualquier tipo.

Sabrina odiaba era callada y odiaba los conflictos; Mabel era bastante movida y yo reflejaba la energía que me dieran, lo que sí, siempre nos protegíamos mutuamente. Le pasé la bolsa a Sabrina tal cual la había sacado de atrás porque no quería estar más tiempo del necesario afuera. Mi prima se sorprendió al notar lo pesada que estaba, maldiciendo en voz alta pues habíamos pensado que Liam nos daríamos un descanso en estas semanas. Me eché a reír haciéndole recordar de la última vez que nos habíamos tomado unas vacaciones y Liam nos había molido a la semana siguiente. Nunca me había dolido tanto el cuerpo, creo que no pude caminar correctamente por dos semanas. Seguimos en la carretera y me quedé dormida porque estaba exhausta. No había dormido bien en los últimos tres días organizando todo lo necesario para el viaje. Luego de un tiempo, Mabel me tocó el hombro para indicarme que había una caseta de vigilancia a la distancia. Salimos del auto con la esperanza de que hubiéramos llegado al lugar correcto. Le advertí a Sabrina que abriera la bolsa de armas a la mitad para tenerla a la mano, nunca estaba de más ser precavida. Tenía la impresión de que íbamos a enfrentarnos a una comunidad diferente, yo no era de juzgar, solamente esperaba que no fueran hippies amantes de los árboles que hacían orgías, porque ese era mi límite.

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