Home/ Persiguiendo a mi amor Ongoing
Engañada por mi novio y mi mejor amiga, fui perseguida por su tío.
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Ciudad J, 8:00 p.m.

Enora Blanco estaba de camino a casa después de un largo y agotador día de trabajo, cuando de repente recibió una llamada: era de la policía.

"Hola. ¿Es usted la Sra. Blanco?", preguntó el oficial. "Sí", respondió Enora. "Sus amigos, el Sr. Pedro Guzmán y la Sra. Ruby Mesa, han sido arrestados bajo sospecha de solicitar pr*stitución. Sin embargo, ambos alegan que se encontraban en el hotel para una cita. ¿Podría usted, por favor, venir a la estación y testificar que en realidad son pareja?, solo así puedo dejarlos ir...".

La impactante noticia congeló el cuerpo de Enora hasta el punto de no poder mover ni un músculo. Su mente luchaba por formar pensamientos y frases; no podía concentrarse en nada más que en las palabras del oficial, solo reaccionó cuando se dio cuenta de que la llamada había terminado, fue allí cuando de alguna manera logró tomar un taxi hasta la comisaría.

Cuando llegó a la comisaría...

Con una sola mirada, reconoció al hombre y a la mujer sentados en el pasillo. El hombre era su novio, Pedro Guzmán, y allí, justo a su lado, estaba sentada su amiga, Ruby Mesa. Estaban apoyados el uno contra el otro, tal y como una pareja en su luna de miel.

Con los puños cerrados y la ira hirviendo en sus ojos como llamas infernales, Enora se acercó a ellos poco a poco. Sus pies se sentían tan pesados como plomo.

Los ojos de Ruby fueron los primeros en captar la mirada de Enora. "Lo siento mucho, Enora...", dijo Ruby con sus ojos engañosos, fingiendo disculparse.

Pedro se dio vuelta y vio a su novia acercándose. Entonces, sin pensarlo, empujó inesperadamente a Ruby y antes de que Enora pudiera decir algo, se levantó. "Hola, Enora", saludó Pedro con un gesto avergonzado.

El hombre estaba preso del pánico, por lo que sus nervios lo llevaron a apartar sus ojos de los de Enora. Incluso su cuerpo se entumeció cuando perdió el coraje para enfrentarla.

"Cuéntale todo, Pedro", sugirió Ruby.

"Tonterías. ¡Basta! Ni siquiera bromees sobre eso". Pedro miró a Ruby, advirtiéndole que dejara de decir cualquier otra cosa, y de nuevo se volvió hacia Enora: "Enora, te prometo que te lo explicaré todo más tarde, pero ahora mismo necesito que le digas a la policía que somos inocentes". Él hizo tal pedido como si se tratara de algo normal.

Un segundo más tarde, extendió la mano, pero Enora no la tomó y con mucho esfuerzo logró responderle: "Será mejor que tengas una buena explicación para esto", dijo mientras miraba a Pedro con enojo.

Después de realizar los trámites necesarios, Pedro y Ruby fueron liberados y los tres abandonaron juntos la comisaría.

"Pedro, ¿cómo pudiste hacerme esto? ¡Eres un id*ota!". Enora gritó enojada después de salir de la estación de policía.

"Escúchame, ¡Enora!". Pedro frunció el ceño y suplicó, tratando de tomar la mano de Enora mientras ella se alejaba.

"¡No quiero oír una sola palabra tuya! No después de que te hayan atrapado con las manos en la masa teniendo una aventura con otra mujer", le gritó Enora a Pedro. "¿Cómo te sentiste cuando el policía te acusó de acostarte con una pr*stituta? Si hubiera sabido lo que en realidad estaba pasando, nunca habría venido a la comisaría para sacarte bajo fianza". Enora se secó las lágrimas de sus ojos enrojecidos, llenos de ira y decepción.

El solo hecho de pensar en que ellos tuvieron el coraje de pedirle a la policía que la llamara y además que los sacara bajo fianza, hizo que Enora sintiera náuseas. ¡Al parecer esos dos querían hacerla pasar un mal rato y lo habían logrado!

Ofuscado por las palabras de Enora, Pedro le respondió bruscamente: "Sí, me acosté con Ruby. ¿Y qué?".

Después de escuchar eso, Enora se sintió mareada y su corazón pareció detenerse. Sin embargo, ella luchó por mantener el equilibrio. Al verla en ese estado, Pedro se acercó para ayudarla, pero ella se sacudió y lo apartó como si hubiera tocado algo sucio.

"¡Solo vete! ¡Aléjate de mí!".

Pedro sintió como si mil agujas le atravesaran el corazón. "Enora", murmuró y finalmente cambió a un tono más suave. "Olvídate de las otras chicas. Eres la única a la que amo; la única".

Las palabras de Pedro provocaron los celos de Ruby, pero ella fingió ser comprensiva y trató de persuadir a Enora en voz baja. "Tiene razón, Enora. Pedro y tú están hechos el uno para el otro. Nunca podría robártelo...".

"¡Cállate!". Enora interrumpió a Ruby con severidad, y rechinando los dientes con ira dijo: "¡No tienes derecho a decir nada, p*ta desvergonzada! ¡Se acabó! Ya no somos amigas".

"Enora, por favor, no me hagas esto...". Ruby suplicó en un tono triste, sin embargo, su mirada revelaba su arrogancia y complacencia.

Pfff, de no haber sido por Pedro, ¡nunca se habría hecho amiga de una mujer como Enora! Ahora que había logrado su objetivo, esforzarse de más le parecía bastante innecesario.

"Enora, no exageres", dijo Pedro con impaciencia. "Te prometí que solo te amaría a ti y además me casaré contigo. ¿Qué más quieres?".

"¡Ja!, ¿en serio crees que estoy exagerando? Por cierto, cuando hablas de amarme, ¿te refieres a dormir con otras mujeres y mentirme todo el tiempo? Lo siento, pero para mí eso no es amor, ¡así que no lo toleraré!".

"¿No es suficiente que te ame a ti y solo a ti?".

"No es suficiente. El amor necesita fidelidad. ¡Y tú, obviamente, no me eres fiel!".

Pedro se echó a reír dado que las palabras de la chica le parecieron divertidas y tan ingenuas como las de un niño. Entonces él le dijo: "Enora, soy el primogénito y único hijo de mi padre; el maestro del clan Guzmán. Nunca tendré solo a una mujer a mi lado, no importa si estoy soltero o casado. ¿Entiendes?".

"Será mejor que lo asimiles y lo aceptes antes de que nos casemos. Cuanto antes mejor. Eso sí, puedes estar segura de que el título de esposa solo lo tendrás tú. Otras mujeres irán y vendrán, pero tu posición nunca cambiará", continuó.

En su cabeza, Pedro imaginó que eso sonaba romántico y encantador, así que esperaba que Enora se conmoviera con sus palabras y saltara a sus brazos.

"¡Paf!". Enora le dio una bofetada fuerte y sin piedad en la cara.

El rostro de Pedro ardió al mismo tiempo que su cabeza se ladeaba. Bajo la farola, se pudo ver claramente el moretón rojo en la cara del hombre, asimismo su expresión de sorpresa mientras retrocedía tambaleándose.

¿Cómo ella se atrevía a abofetearlo?

Ruby estaba atónita, inmóvil. De pronto recobró sus sentidos y fingiendo preocupación, fue a revisar el rostro de Pedro, pero él la rechazó de inmediato.

"Enora, ¿qué te pasa?". Pedro le habló enojado, mirándola con incredulidad y furia.

Claro, como nació con una cuchara de plata en la boca, nunca nadie lo había golpeado desde que vino a este mundo.

Al pensar en sus crueles palabras y su falta de remordimiento, Enora también tembló de rabia. "Es increíble como nunca me di cuenta de lo deplorable y arrogante que eres hasta ahora".

¿Compartir marido con otras mujeres? ¿Cómo él podría siquiera soñar con eso?

Aunque Enora lo miraba directamente, se sentía extraña; era como si nunca lo hubiera conocido en realidad.

"Pedro, se acabó. Terminamos".

Enora estaba lista para irse, agotada y sin fuerzas para soportar más el drama. Si bien ella aún albergaba resentimiento en su corazón, pronto se dio cuenta de que no tenía sentido permitir que ese hombre continuara haciéndola sentir miserable, si lo hacía, acabaría poniendo su mundo de cabeza.

De repente, Pedro sintió miedo, sintió como si estuviese perdiendo algo valioso e irremplazable para él... "¡No quiero!", protestó.

Justo cuando estaba a punto de correr detrás de Enora, Ruby apareció y lo abrazó con fuerza por la espalda.

"Pedro, no me dejes sola...". Ruby con habilidad colocó sus brazos alrededor de la cintura de Pedro y lo acarició mientras lo persuadía suavemente, diciendo: "Enora está demasiado enojada para pensar con claridad en este momento. Estoy segura de que no quiso decir eso. Deberías darle algo de tiempo para que se calme. Eres un gran tipo. ¿Cómo podría ella renunciar a ti?".

Una vez que Pedro entendió lo que Ruby había dicho, finalmente se calmó.

El clan Guzmán, era uno de los más prestigiosos y prósperos clanes con siglos de historia y además era la principal fuente de poder político de la ciudad, por ende casi podían hacer lo que quisieran. Y él, Pedro Guzmán era el único hijo y heredero de su padre, lo que demostraba su incomparable estatus en la sociedad. Aparte de eso, también contaba con la bendición de un increíble atractivo físico. ¿Cómo podría Enora encontrar a otro hombre como él?

Sería mejor que Enora se tomara unos días para calmarse y reconsiderar su relación. Y no solo eso, sino también darse cuenta del hecho de que, aunque él la amaba; su paciencia tenía un límite. De haber sido alguien más quien lo hubiera abofeteado, ¡le habría roto las manos!

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