Home/ La redención de la Luna rota Completed
Después de estar con el Rey Alfa, mi anterior compañero Alfa me pidió una segunda oportunidad.
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Punto de vista de Aria.

"¿Qué cosa tan patética y desagradable que eres?"

"¿Por cuánto tiempo más seguirás siendo una idiota?"

"Será mejor que te mueras pronto... lo único que haces es ocupar espacio en esta manada"

"No puedo dejar de culpar a tu madre por arriesgar su vida para salvar a un ser tan despreciable como tú..."

...

Una joven sin loba.

Mi nombre es Aria Scott, me he convertido en la criatura más humillada en la manada. ¿Mi defecto fatal? Nací sin la habilidad de convertirme en loba.

Mi madre murió defendiéndome de atacantes sin escrúpulos, una tragedia que marcó el comienzo de mi sufrimiento de por vida.

A partir de ese momento, la manada nunca permitió que pudiera olvidar mi debilidad, incluso hasta me castigaban por eso cada vez que podían. En verdad, yo era el chivo expiatorio de sus frustraciones, por lo que me relegaban a las tareas domésticas y de limpieza como si fuera su saco de boxeo.

Siempre traté de cumplir con todo lo que me pedían, pero verdaderamente mi vida se había convertido en un infierno, más aún por el hecho de tener que compartir el mismo techo con la hermana de mi madre, Susan.

Vivir en la misma casa con la tía Susan era realmente una tortura, parecía como si estuviera atrapada entre las llamas ardientes, además de que continuamente me trataban como una maldición, una plaga.

Inevitablemente, mi presencia fue recibida con total hostilidad en especial por parte de Allen, el futuro Alfa y su grupo.

De hecho, siempre les tuve miedo y traté de buscar la manera de evitarlos. Y aunque debo confesar que sentía algo por él, no era más que un sinvergüenza, una criatura de corazón frío, ya que incluso hasta el aire que yo respiraba le repugnaba hasta la médula.

Por lo tanto, estaba más que claro que amaba a otra persona, a Amber, la hija del Beta. En efecto, si había algo de lo que estaba segura y me sentía orgullosa era la habilidad de poder controlar mis emociones.

Por lo cierto, lo único que mantenía mi cabeza ocupada y concentrada en aquel momento era la alegría de saber que al día siguiente sería mi decimoctavo cumpleaños.

Aunque probablemente ya había pasado mi edad para encontrar a mi loba, tenía la sensación de que aquel día sería realmente divertido porque mucha gente encontraría a su compañero, aunque debo admitir que temía que mi condición terminara impidiéndomelo.

La ausencia de mi loba verdaderamente me preocupaba y ese día todos hallarían a su pareja, su otra mitad.

En verdad, había escuchado diferentes historias sobre ese vínculo, y cómo uno podía conocer a su pareja predestinada.

Incluso, hasta que esa conexión podía ser tan fuerte que te atraería directamente hacia tu compañero, tan solo con olfatearlo. 

Definitivamente, parecía como una especie de lazo capaz de unir todas tus piezas con la persona que podría amarte sin importar las circunstancias.

Sin embargo, la idea de que quizás no podría experimentar lo que se siente en un vínculo de pareja me inquietaba demasiado.

Inmediatamente, suspiré e incliné mi cuello hacia un lado y fue entonces cuando escuché un crujido que provenía detrás mío, al principio pensé que era mi cabeza que me estaba jugando una mala pasada, hasta que finalmente escuché su voz enfermiza.

"¡Bueno! Bueno. ¿Adivinen a quién tenemos aquí?", dijo la joven con voz alegre, provocando que sus subordinados se rieran, por lo que no pude evitar revolear mis ojos.

Cuando me volteé me encontré con Amber, la novia de Allen, la persona que más odiaba en este planeta.

No obstante, el sentimiento era mutuo porque ella jamás se resistía a meterse conmigo frente a la más mínima oportunidad que se le presentara.

A continuación, me levanté lentamente de mi asiento, y me preparé mentalmente para todos los golpes e insultos que recibiría.

"¡¿Qué p*rra?!" Dijo irónicamente con sus labios estirados en señal de burla, mientras se paraba elegantemente con un vestido de encaje rojo que apenas cubría su trasero y un par de botas.

"Uhm…" Tragué saliva e intenté alejarme un poco, pero uno de sus subordinados, Jessy, me hizo retroceder con fuerza.

"Eh", frunció el ceño con una sonrisa peligrosa que parecía estar jugando en la parte inferior de sus labios. En consecuencia, temblé bajo su odiosa mirada, a medida que mi corazón no dejaba de reflexionar intensamente dentro mío.

"¡A dónde crees que vas, p*rra!" Me gritó, por lo que mis labios temblorosos apenas pudieron forzar la palabra, "Por favor..."

"No, todavía no he podido divertirme con mi pequeña muñeca", e inmediatamente asintió en dirección al agua.

En ese momento, mis ojos se abrieron completamente mientras seguía la dirección de su mirada.

"¡No, no!" Grité mientras sus subordinados, me agarraban y me tiraban al agua, aunque por suerte no era tan mala nadando.

En ese momento, me hundí, aunque rápidamente me obligué a levantarme mientras jadeaba por aire.

Luego, levanté la cabeza, y escuché su risa que resonaba por todo el lugar.

Seguramente estarían disfrutando de aquel espectáculo, mientras yo luchaba para salir del agua nadando.

En tanto, los miré patéticamente con dolor e ira, no pudiendo evitar sentirme una completa inútil, ya que no podía hacer nada.

Desafortunadamente, en ese preciso instante, escuché la voz de mi tía.

"¿Qué está pasando aquí?", preguntó.

"Nada, solo trato de enseñarle a esta patética tonta, su lugar..." Amber pronunció sarcásticamente, ganándose una leve sonrisa de sus subordinados

A pesar de que nunca dejé de mirarlos, no podía decirles nada. Enseguida, la tía Susan me contempló con tanta repugnancia que provocó que me volviera a meter dentro del agua con la cabeza gacha.

"Lo siento, solo perdona a esta inmunda engreída"

"Está bien, me parece triste que la diversión se termine tan rápido, pero la dejaré ir hoy", dijo con una expresión hiriente.

Estaba más que segura de que ella realmente estaba actuando.

"Gracias", Susan murmuró con una sonrisa.

"Hasta pronto, mi juguete" , a continuación Amber se retiró del lugar junto con sus subordinados.

Rápidamente, solté un suspiro de alivio, pero por desgracia me estaba esperando otro infierno.

"¿Qué cosa tan patética y desagradable que eres?" Susan me maldijo.

"Lo... lo siento, tía"

"¿Por cuánto tiempo más seguirás siendo un idiota?" Ella arremetió.

"Perdón por decepcionarte, tía, pero no pude defenderme", murmuré con la cabeza gacha.

Realmente me sentía incómoda y avergonzada de enfrentarla.

"¡Me decepcionaste!", ella repitió.

"¡No! No puedo dejar de culpar a tu madre por arriesgar su vida para salvar a un ser tan despreciable como tú... me hiciste perder a mi única hermana que tenía en este mundo por tu maldita vida", entretanto mi corazón se estremecía con cada palabra que pronunciaba.

"¿Cómo podrías haberte defendido si eres una inútil?"

"Será mejor que mueras pronto... lo único que haces es ocupar espacio en esta manada", continuó mientras cada palabra me destrozaba por dentro.

Sin dudas, ella era la misma mujer que siempre se había asegurado de que nunca me faltara nada cuando mi madre aún vivía.

Pero después de su muerte, me convirtió en su saco de boxeo, comenzó a preocuparse cada vez menos por mí, me mató de hambre y empezó a tratarme como basura.

No solo me maltrataba, sino que como si eso no fuera suficiente también me humillaba continuamente, lo mismo hacia su esposo y su hija Jessy, la hermana menor de Amber.

Por consiguiente, cada vez que entraba en aquella casa mi corazón comenzaba a latir acelerado y me invadía un terrible pánico.

"Lo… lo siento mucho, tía", un sollozo se escapó de mis labios, mientras le rogaba sin parar.

"No sé por qué me comprometí a tenerte bajo mi techo, ya que no haces más que causarme problemas", contestó.

"¿Sabes qué? Entra a la habitación, limpia toda la casa, lava los platos tanto los limpios como los sucios... lava toda la ropa y plánchala ¿Te quedo claro?", se dirigió a mí con saña.

"Por favor, ... Eso es demasiado"

"¡No me importa! Entra allí y haz lo que te pedí antes de que regrese. Y vas a hacer la cena y servirla cuando sea la hora".

"Tía, por favor... te lo suplico", mis ojos se llenaron de lágrimas.

"No es asunto mío y eso es todo, no diré nada más", aquellas fueron sus últimas palabras antes de salir del lugar.

Sin embargo, cuando finalmente terminé con las tareas del hogar, me dolía todo el cuerpo después de haber trabajado tanto, y todavía tenía que preparar la cena y servirla antes de que regresaran.

Ciertamente, esa se había convertido en mi rutina diaria desde la muerte de mi madre, pero aun así, parecía que nunca podría acostumbrarme.

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