Home/ La Princesa del Rey Alfa Ongoing
Para evitar que mi madrastra me enviara a un viejo alfa, supliqué al Rey Alfa y me convertí en su Luna.
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Abrí los ojos lentamente, pues sentí mucho calor, además de que me dolía todo el cuerpo. ¡No estaba muerta! Jadeé al descubrir el lugar donde me encontraba, pues no era el pavimento mojado por la lluvia, sino una hermosa habitación.

El mobiliario era exquisito, con un diseño muy elegante, moderno y de gran calidad. Había sido fabricado con hermosas líneas rectas. Pasé la mano para tocar la textura de las sábanas, que a pesar de no ser de seda, eran las más suaves que había sentido entre los dedos.

Lo había logrado, la limusina con el símbolo de la manada Dawnfall Shadows no me atropelló, sino que se detuvo para recogerme y traerme hasta aquí.

Esta debía ser la finca del rey Alfa.

"¡Al fin despiertas!". La voz de una mujer me sacó de mis pensamientos. Llevaba una camisa sencilla blanca abotonada, una falda recta y un delantal blanco. "Supongo que tendrás hambre".

Mi estómago lanzó un feroz gruñido al percibir el olor a carne que traía en la bandeja.

"¿Dónde estoy?", pregunté rezándole a la diosa de la Luna por no haberme equivocado.

"Esta es la casa de Edmond, el rey Alfa", respondió ella, acomodando una servilleta sobre mi regazo. Luego colocó la bandeja sobre la cama. “Será mejor que te apresures a desayunar, pues él terminará de hablar por teléfono pronto y se reunirá contigo”.

Traté de contestar, pero no pude. Así que cogí el tenedor y me llevé un bocado a los labios, mientras esa mujer se dirigía hacia la puerta. No podía recordar cuándo fue la última vez que comí. Devoré la carne llorando de agradecimiento hacia el rey Alfa y al universo por permitirme seguir con vida.

Mi corazón se aceleró al pensar en el rey Edmond.

¿Qué sucedería conmigo a partir de ahora? A pesar de que la comida era deliciosa y abundante, no podía concentrarme en su sabor. Se rumoreaba que el rey era un dictador brutal y sediento de sangre, que mató a su padre y a su hermano para ocupar el trono.

La idea de conocerlo era aterradora, pero él era mi única oportunidad de ser libre. Tenía que encontrar la manera de quedarme. ¿Qué podría hacer?

La puerta se abrió de par en par, tras un golpe seco. La mujer de antes volvió a entrar, seguida por un hombre muy apuesto, que vestía un traje de tres piezas. Me quedé en absoluto silencio, observando cómo ella corría hacia mi cama, recogía los platos y los ponía sobre un carrito de servicio para llevárselos.

Todo lo realizó en cuestión de segundos y volvió a salir del dormitorio. La puerta se cerró detrás de ella, entonces lo miré. Su expresión era fría y distante cuando él me puso los ojos encima y se acercó a la cama. Caminaba con la seguridad que le confería su poder. Si bien era guapo, sus ojos eran de un hermoso tono verde que me cautivó en cuanto los vi.

Su mirada me recorrió de pies a cabeza rápidamente, mientras se acercaba dando grandes zancadas a través de la habitación. Me tragué el terror, pero logré moverme sintiendo que me temblaban los brazos y las piernas. Poco a poco, me arrastré hasta el borde de la cama y caí al suelo para arrodillarme a sus pies. No me importaba lo patético de mi comportamiento, haría lo que fuera con tal de lograr mis objetivos.

“Su Majestad, te ruego que me concedas refugio en tu manada”, dije temblando.

"¿Por qué?", me preguntó con una voz profunda, rica en intención, pero completamente carente de emociones. Un escalofrío recorrió mi espina.

"M-Mi padre y mi madrastra planean venderme a un viejo Alfa para consolidar una alianza con su grupo. Yo no estoy de acuerdo, ni tengo razones para guardarle lealtad a mi manada de nacimiento".

“¿Quién eres y por qué tendría que resolver tus problemas?", contestó con tono seco.

Apreté los puños sin saber qué responder. Luego de tragar el nudo de mi garganta, continué. “Mi nombre es Rosalinda. Soy la hija del Alfa de la manada Wild Light y de su primera esposa”. Cerré los ojos, reprimiendo mis emociones mientras encontraba el valor para seguir con mi historia. “Mi madrastra y mi media hermana me han acosado desde que mamá murió. A mi padre no le importo en absoluto… Solo me ve como una herramienta y un recordatorio de su vida pasada. No me quiere”.

Esa era una de las partes más difíciles de todo. Mis ojos ardían mientras mis lágrimas amenazaban con anegarlos.

Lo miré fijamente para que viera lo cerca que estaba de empezar a llorar.

"No tengo ningún lugar adónde ir, Su Majestad".

Sus fríos ojos estaban inmóviles y su expresión no había cambiado en absoluto. ¿Realmente no sentía nada por mí? Los rumores parecían ser ciertos. Las lágrimas empezaron a fluir y busqué algo más que ofrecerle. Mi estómago dio un vuelco, mientras recorría sus facciones tan atractivas. Era muy guapo.

¿No era cierto que ningún hombre se resistiría ante una amante más joven e inexperta?

Apreté la mandíbula. Me dolía el orgullo, pero sabía que solo era cuestión de tiempo para que los hombres de la manada Wild Light me encontraran para arrastrarme de regreso al destino que mi familia había escogido para mí.

Era mejor dejar mi orgullo a un lado por elección propia, que permitir que ellos me lo arrebataran.

Me saqué el vestido por la cabeza, y temblé un poco cuando el aire fresco envolvió mi cuerpo desnudo. Estaba muy nerviosa.

“Haré lo que me pidas”, ofrecí. "Dime qué quieres y permite que me quede".

Sabía que no era la primera vez que alguna chica como yo le hacía una proposición parecida, pero ¿qué otra opción tenía? Yo no tenía nada más que ofrecerle.

"¿Cuántos años tienes?".

"V-Veinte", tartamudeé mordiéndome los labios, y esperando que no descubriera mi mentira. "Soy mayor de edad".

Sus fosas nasales se dilataron. Deseo que eso fuera algo bueno a pesar de que su expresión no había cambiado. Él me alzó del brazo para levantarme del suelo. Sentí que iba a desvanecerme cuando me colocó fácilmente sobre la cama y me inmovilizó con el peso de su cuerpo.

Giré la cabeza temblando para permitirle arrastrar su nariz a lo largo de mi cuello, y que pudiera respirar mi aroma. No sabía a qué olía. Me pregunté si mi esencia le sería agradable. Por otro lado, ¿percibiría a través de mi olor lo que esa mujer me había hecho?

¿Podían descubrirse las mentiras por el olor? Me quedé muy quieta, mientras el retrocedía un poco, entonces rodeé su cuello con los brazos para sujetarlo.

"Por favor, Su Majestad", dije, sintiendo que me temblaba la voz, a pesar de que estaba tratando de sonar sensual. "Estoy... segura de que podré complacerte".

Sus labios se torcieron con una mueca de desprecio y me empujó para liberarse de mi abrazo, echándose hacia atrás. Su lobo se asomó en sus pupilas y mi corazón dio un vuelco. Entonces me hice un ovillo, preparándome para recibir sus golpes.

Cerré los ojos, demasiado asustada como para mirarlo, finalmente ya no importaba qué expresión tendría en su rostro. Todo lo que podría esperar era que me matara rápidamente.

Estaría mejor muerta que aceptando el destino que mi madrastra había planeado junto a mi padre para mí.

“¿Sabes lo que pasa cuando le mientes al rey Alfa, pequeña?”.

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