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  —Identificaciones porfavor. – Rodé los ojos al ver al guardia. Si bien no aparentaba los 19 años se notaba que no era un pequeña. Sabía que lo había hecho para molestarme por la ultima vez que estuve en esta discoteca.

  —¿Es enserio Jules? – El tono de fastidio en la voz de Rude. Mi mejor amiga, fue mas que evidente. No sabia como se conocían, pero lo que si sabia, era que mi amiga pelinegra tiene un fetiche con los guardias. Me hacia una idea entonces.

  —Sabes que la dueña les prohibio la entrada – Me miro con los ojos entrecerrados – Porque tu amiga pelirroja le vacío una botella de Vodka en la cabeza. – Rei ante eso. Hace casi un mes le había dado una lección a la hija de la dueña, ella había empezado a provocarme. Yo solo respondí ante sus provocaciones absurdas.

  —Oh vamos Julesss, Prometo que esta vez no me meteré en problema – Trate de poner el tono más angelical en mi voz. No era la única discoteca en la ciudad, pero claramente había una distancia considerable entre estas, además con Rude somos lo suficientemente perezosas como para caminar mas cuadras.

  Las personas que estaba esperando detrás nuestra empezaron a apurar, John suspiro frustrado y nos dejo pasar con una clara advertencia de que no nos metamos en problemas o simplemente nos vetarían del lugar. Encontraba que era totalmente exagerado, pero acepte en silencio.

  —¡Venga vamos, que ahora comienza lo bueno pelirroja! – Dijo Rude mientras tiraba de mi brazo para guiarme a la barra.

  Había conocido a la pelinegra en el instituto. Y aunque al principio nos odiábamos descubrimos que teníamos cosas en común. Fiesta, alcohol y hombres, Por favor eso une a cualquiera, reí ante eso. Los padres de Rude pensaban que era mala influencia. Lo que no sabían era que su hijita era aún peor que yo, ante las presiones de su familia y mi padre borracho habíamos decidido irnos de Manhattan e ir de pueblo en pueblo recorriendo.

  Deje mis pensamientos de lado y mi mirada se centró en los shots que se encontraban en la mesa. Sonreí. Esta noche la disfrutaría al máximo, tenía un buen presentimiento.

  ***

  Me encontraba caminando hacia los baños, Si bien no estaba borracha del todo me sentía mareada e imaginaba que no tenia muy buenas pintas a estas horas de la noche. Había dejado a Rude con una conocida ya que en realidad estaba demasiado borracha a tal punto de siquiera poder caminar. No me importaba en absoluto. Normalmente era yo la que siempre terminaba así y ella era la que me cuidaba.

  Pero hoy las cosas eran diferentes. ¿Se acuerdan que dije que esta sería una buena noche?, pues por alguna razón que no entendía todo había cambiado y no tenía muchas ganas de beber. Algo raro en mi sinceramente.

  De un momento a otro sentí que me estampaban “Suavemente” en la pared. Era un chico castaño. Joder si era sexy, pero eso no justificara para nada que de un momento a otro me haya estampado en una pared y empezara a ¿olfatearme?

  —Hey, suéltame idiota – Intente quitarlo de encima pero no logre moverlo siquiera un centímetro. El castaño acosador se separo un poco de mi y me miro directo a los ojos. Por dios si que era caliente el condenado, reí internamente ante eso. Definitivamente el alcohol estaba haciendo lo suyo.

  —Mia, Mi mujer – Y eso por alguna razón me enfureció. Odiaba a los imbéciles machistas, por dios ¿Por qué todo piensan que las mujeres somos un objeto? Lo mire enojada e intente empujarlo. Volviendo a fallar en el intento.

  — ¿Tuya?, ¿Qué te pasa imbécil? Si no te alejas de mi voy a gritar. – Me miro enojado y se volvió a acercar, el acosador me sacaba casi una cabeza en tamaño y se además se veía jodidamente intimidante. Pero hace tiempo había dejado de temerle a los machistas asquerosos.

  Me miraba con ¿Adoración?, esto si era raro. Al ver que estaba totalmente perdido mirándome aproveche para darle una buena patada en su entrepierna, la cual al parecer no fue tan fuerte como esperaba. Aproveche cuando retrocedió unos centímetros e intente correr lo más rápido posible. Vamos querido cuerpo, no me falles ahora.

  Aunque mi fascinante hazaña no duro mucho, porque sentí como me cogían del brazo para quedar frente al lunático. Ahora sí que miraba molesto. Sentí como se empezó a revolver el estómago por los nervios. Iba a hablar cuando todo el alcohol salió disparado de mi boca, manchando así toda su camisa.

  Okey eso había sido jodidamente asqueroso.

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