Tags

About
Table of Contents
Comments

  Jimin acaba cansado su trabajo, ya no es capaz de recordar en qué momento comenzó a trabajar en un bar como aquel, al que solo acuden las personas que más detesta, policías. Lo único que le mantiene en ese empleo es el buen sueldo que recibe cada mes y que paga sus facturas y gastos al completo.

  El castaño solo desea llegar a su hogar y descansar unas horas de esa dichosa máscara de color blanco que no hace más que ahogarle diariamente.

  Añora a sus amigos y desea salir con ellos esa noche pero, por desgracia, la mayoría trabaja diariamente o ya no están, suspira fuertemente antes de despedirse de su jefe, al que detesta con todo su ser.

  Su jefe, un hombre canudo y completamente arisco, un antiguo policía de la ciudad tachado a la antigua, detesta a cualquier persona que no encaje con lo normal, con lo impuesto por la sociedad.

  Por eso, cada vez que el viejo hombre hace algún comentario homófobo Jimin debe mantenerse en silencio, lleva años trabajando en aquel lugar y no está dispuesto a perder su sueldo por enrabietarse con el hombre o por confesarle su homosexualidad.

  JungKook llega a la estación de policía, su uniforme no le disgusta pero la máscara negra que oculta su rostro le asfixia, al llegar saluda a algunos de sus compañeros y sube en el coche, lo único que agradece de estar obligado a llevar una máscara es que no tiene que mostrar ninguna sonrisa obligada ni tiene por qué esconder su desagrado.

  Pone en marcha el coche y reza, nuevamente, por encontrar a alguien que sea lo suficientemente valiente como para descubrir su rostro ante el mundo, por lo menos, ante él.

  Por la radio se escucha a su jefe hablando, la voz ronca y amortiguada por la máscara resulta bastante molesta para el pelinegro, que no soporta tener que escuchar sus continuos chistes negros en los que, con normalidad, insulta a los homosexuales.

  Su jefe espera una respuesta por su parte, él lo sabe pero no quiere responder a la nueva orden que le acaba de dar, está harto de ese trabajo, ese no es su sueño, nunca lo fue y, por culpa de terceras personas ahora se ve atrapado en un trabajo que aborrece con su alma pero que está obligado a cumplir.

  —"Jeon, respóndeme de una buena vez." — gruñe su jefe y acaba por responder, con la voz plana e intentando ocultar la furia que comenzaba a surcar sus venas.

  —Sí, señor, ya estoy de camino al sector nueve. — al menos cambiaría de sector, esta harto de recorrer las mismas calles y no encontrar ni un solo alma.

  — Hemos recibido quejas de algunos vecinos, ve preparado, hoy tendrás acción. — se burla y bufa apagando el intercomunicador.

  Pone rumbo hacia el sector nueve, mantiene la sirena apagada, no cree necesario despertar a nadie y menos a las altas horas que son.

  Llega, por fin, pero no consigue ver nada ni a nadie, teme que esta sea otra noche en la que acabe dormitando en cualquier parte de la carretera o escuchando alguna canción que le mantenga despierto durante un rato.

  Sin embargo, llegando al centro del sector ve como varias patrullas se mueven con rapidez hacia uno de los edificios, las sigue y, cuando todas frenan, él no se queda atrás.

  Ve a un joven con la mascara cubriendo su rostro y no comprende por qué la mayoría de sus compañeros le apuntan con sus armas, se acerca a uno de sus amigos cercanos, con el que habla desde hace años.

  —¿Por qué le estamos apuntando si lleva la máscara?— pregunta desenfundando su arma y apuntando al joven de pelo castaño.

  —Son órdenes JungKook, solo obedécelas si no quieres problemas. — responde bastante nervioso, no le gusta ese trabajo pero es seguidor de las leyes que apresan a la sociedad.

  —YoonGi, no creo que esto esté bien. — se queja el peli—negro cuando, de repente, se escucha un disparo y, de un momento a otro sus compañeros comienzan a caer al suelo, algunos con sus máscaras rotas y otros desangrándose en la fría acera cubierta de hojas húmedas.

  Ambos amigos se miran y huyen, cada uno hacia su coche, no quieren morir, tampoco quieren que sus máscaras sean dañadas.

  Ambos coches se ponen en movimiento, abandonando a sus compañeros que luchan por detener no solo al chico de pelo castaño, sino al que parece ser un francotirador con muy buena puntería.

  Jimin ha escuchado la lluvia de disparos a tan solo unas calles, sabe a ciencia cierta que esta vez no ha sido su culpa pero sabe que debe huir o podría ser acusado de cómplice y no le atrae la idea de morir sin haber conseguido respuestas.

  Corre en dirección al sector ocho, que no queda demasiado lejos pero, lo que no esperaba es ver dos patrullas a toda velocidad en su dirección, los faros de ambos coches le ciegan y se queda inmóvil en la carretera, observando como, poco a poco, su tiempo se acaba, su pulso ha aumentado demasiado y, en el último momento, cuando reacciona, se lanza haca el suelo, librándose así de ser atropellado por dos desagradables policías.

  Escucha el Crak de su máscara al romperse contra el suelo y se maldice por ello, ¿cómo se hará con otra si consigue salir vivo de esto?, después escucha el frenazo de ambas patrullas, que se quedan a unos metros de distancia, intenta levantarse pero un fuerte ardor en sus rodillas le detiene momentáneamente.

  —¿Estás bien?— ve como frente a él se alarga una mano fuerte, grande en comparación a la suya, con dedos largos y delgados, pero Jimin se niega a aceptar la ayuda del policía.

  Consigue ponerse en pie, y mantiene la cabeza gacha, sabe que no le conviene que ninguno de los policías que hay allí le vean la máscara rota por la mitad, aunque no es difícil de saber pues en el suelo yace la otra mitad, que cubría sus labios y parte de su nariz.

  —JungKook, debemos ir a la central, ahora.— ordena el compañero del policía, Jimin se mira las rodillas, encontrando sus pantalones rotos y ensangrentados.

  — Ve tú, YoonGi, se supone que debemos ayudar a los ciudadanos.— Jimin maldice internamente, ese policía no debería ayudarle, solo seguir su camino sin preocuparse por él.

  Por otro lado, JungKook se ha dado cuenta de que al castaño se le ha roto la máscara y sabe que, si su fiel amigo le viese, los tres tendrían un gran problema.

  Se iba a meter en un gran lío pero no le da importancia, es consciente de que, si la máscara se le hubiese roto a cualquier otra persona estaría suplicando porque no la delatasen, sin embargo, la frialdad con la que el castaño se encuentra le llama la atención.

  El coche de su amigo se pone en marcha y, entonces, JungKook sujeta la barbilla desnuda del castaño y alza su rostro, su mirada se pierde en los jugosos labios del contrario, rosados, anchos y dulces, o eso cree el peli—negro.

  —No me toques como si me conocieses.— Jimin se agacha y recoge la mitad de su máscara.— Mierda.— se queja, mirando hacia el cacho inútil y frágil que le costará la vida en unos minutos.

  —Ven.— Jimin mira desconcertado al policía frente a él, es bastante más alto que él, su cuerpo es más grande y robusto a pesar de que luce delgado, aun así, niega con su cabeza. —No te llevaré a la estación, tranquilo.

  —No me fío de gente como vosotros. — responde arisco, cosa que enternece al peli—negro, que muestra una pequeña sonrisa que el más bajo no es capaz de ver debido a la dichosa máscara.

  JungKook niega con la cabeza y acaba por arrastrar al desconocido hasta su coche, una vez dentro bloquea las puertas para que así el castaño no pueda escapar.

  Jimin no para de poner quejas y tratar de escapar de ese policía desquiciado pero no consigue absolutamente nada.

  —¿Cómo te llamas?— pregunta, parando en mitad de la carretera que conectan a los dieciséis sectores, baja un poco la ventanilla y se enciende un cigarro.

  —No pienso decírtelo, desquiciado.— se niega pero mayor es su sorpresa cuando ve al policía quitarse la máscara negra, dejando a la vista su rostro, su nariz, sus oscuros y alargados ojos, sus finos labios y algunos lunares.—¿Qué haces?— pregunta temeroso.

  —Quiero fumar y hacerlo con la máscara es incómodo.— responde simple, dando una profunda calada al cigarro.—Puedes quitarte la máscara si quieres, ya te he dicho que no te llevaré a la central.— suelta el humo mientras Jimin se marea levemente, ¿desde cuando los policías se comportan de esa manera?

  —Jimin.— responde quitándose finalmente la media máscara que cubría sus pequeños y acaramelados ojos y su pequeña nariz.— Tú eres JungKook, ¿no?— el policía asiente y acaba con su cigarro, tirándolo por la ventanilla.

  Ambos se miran, se observan en completo silencio, Jimin se pregunta como una persona tan hermosa tiene que ser policía y cómo, con tan solo ver su rostro, ha caído encandilado con aquellos orbes oscuros como la noche.

  JungKook se pregunta porqué nunca antes ha pasado por el sector nueve, se pregunta si el adorable castaño de mejillas rechonchas será homosexual, se pregunta cuál es su trabajo y desea conocerle más.

  —Me gustaría poder ir así, pero es peligroso, y nos queda un largo camino por delante.— JungKook es el primero en hablar, rompiendo el significante silencio creado.

  — ¿A dónde me estás llevando?— pregunta Jimin ya mucho más cómodo con el policía.

  —Vamos al sector dos, mi hermana tiene una fábrica de máscaras allí.— JungKook coge su teléfono y llama a su hermana menor mientras la mirada de Park se centra en él.

  Aún no entiende muy bien que es lo que está pasando pero le alegra conocer a alguien que detesta tanto las máscaras como él, aunque se le hace contradictorio al ser el otro un policía y, sin querer aceptarlo, desea conocer más de ese apuesto policía.

You may also like

Download APP for Free Reading

novelcat google down novelcat ios down