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Esa sonrisa modesta y avergonzada de mi hermana demostraba que sus sentimientos eran correspondidos, recuerdo tener diez años cuando vi su mano izquierda con el anillo de promesa y posteriormente con su anillo de compromiso. Nadie podía estar más feliz que mi padre, pero una madre disgustada y nadie sabía el porque, pero siempre se ha mostrado en contra de los compromisos, pero en especial de este.

" De esta manera te tendrá quieto, nos tiene miedo" - escuché decirle en repetidas ocasiones mi madre a mi padre.

Pero en ese rostro no podría haber más felicidad, cuando veía a quien sería el futuro rey y a mí hermana tenía esperanza de que esto terminará, que lo que no nos es permitido ver, acabe. Tenía Fé.

Mi hermana era sin duda alguna una persona modesta, leal, una excelente guerrera, su amabilidad y gentileza era bien vista por todos, por eso fue escogida como la más adecuada para casarse con él futuro rey.

Alexy Hanloher creció y se crió con Violetta desde que solo eran niños, mi madre siempre quizo como una hermana a la madre de Alexey, a la reina Alexandra Villers, no recuerdo mucho de ella pero en una excursión fuera de las fronteras de la nación supimos que fue asesinada por nuestros enemigos, desde ese día se declarón acérrima la guerra, recuerdo tener cinco años cuando vi arder nuestras banderas y supe que esto no tendría fin. Los tratos de paz, los acuerdos diplomáticos, los días de descanso para recoger a los muertos todo eso fue olvidado, no tuvieron piedad, recuerdo escuchar los gritos del pueblo en mis pesadillas y lo lamentos de los niños, hasta ahora los oído.

¿Qué cambio? - esa pregunta siempre viene a mi cabeza, siempre está ahí latente en cada momento de mi día a día.

Siempre miro hacia arriba esperando una respuesta, una pequeña pista para saber porque decidió masacrar un pueblo entero. Mi hermana era una persona con una razocinio estupendo, traicionar a la corona...

Aun recuerdo los gritos de mi madre mientras era arrastrada por los guardias reales hacia la salida de la mansión, me encontraba sola en casa con ella, preparábamos el almuerzo, yo pelaba las papas mientras que ella abría el pollo para ponerlo al horno, nuestra familia era grande y solo éramos tres mujeres y seis hombres ya se imaginarán lo que ese implicaba, comida a por montones, ellos no comían, ellos tragaban y nada hacia más feliz a mi madre que ver a sus hijos bien nutridos.

Recuerdo ser empujada al piso y pisada por la espalda para arrebatarme el pelador de papas.

Las alarmas de la casa sonaban haciendo demasiado ruido, los comunicadores emitían alertas a mi padre y hermanos, pero yo veía el sello real en sus vestimentas negras, eran soldados de élite.

—Mi amor mira a otro lado - decía mi mamá. Mientras el pie del soldado ejercía más presión sobre mi espalda, intentaba a duras penas hacerle caso a mi mamá y mirar hacia otro lado.

Cerré los ojos como la cobarde que era, mientras escuchaba como las cosas se rompían. Una voz en medio del caos me despertó.

—Andra abre los ojos - me decia. Era la voz de mi hermano Samuel.

Abrí los ojos y vi su imagen delante mío, sonreía.

—escucha pequeña guerrera - me decía.

Así le llamaban la pequeña guerra pues estaba a nada menos de tres meses de ingresar a la academia militar como todos ellos, ingresaría para formarme como miembro de los soldados de élite, aspiraba a ser como Uriel un Fénix dorado, el más alto rango de esta nación,la misma que tenía mi padre.

Mis ojos se cristalizaron y él se esfumó.

—corre había la sala y detrás del cuadro familiar está el arma de mi mamá, tómala en tus manos y dasela - pero su voz no, aún lo escuchaba.

Tenía miedo, mis piernas me temblaban, pero no podía ser una cobarde, mi padre estaría decepcionado de mi. Soy la menor y por ende debo cubrir las espectativas de mis padres que son demasiado altas.

El guardia quita su pie y de inmediato me levanto, corro hacia nuestro cuadro familiar y me impulso con mucha fuerza, tiro el cuadro familiar al piso y veo el arma de mi madre. Me quedo en silencio unos segundos contemplando esa lanza.

—Andra cuidado.

Doy un golpe certero a la lanza y escucho como cae al piso, mientras que yo soy atrapada por un guardia y llevada hacia afuera.

—Ordenes son órdenes.

Mi madre está golpeada de rodillas en la inmensa sala de la familia, me mira mientras estoy en los hombros de un guardia. Veo su sonrisa.

— Katherina de Belikow se te condena por alta traición, por conspirar en contra de tu rey y de la familia real, se te condena por incitar revueltas organizadas por su hija Violetta Belikow...

En ese momento el mundo se me venía abajo, escuchar esa voz firme y fría recitar la condena de mi madre y sus cargos.

—Las órdenes de su majestad el rey Albert Hanloher son acatadas por su reales súbitos, tu condena es la muerte.

Veo como un guarda trae el arma de mi madre y se lo entrega a quien recitó su condena.

—Andra cierra los ojos. Cierra los ojos - gritaba con desesperación.

Pero yo no podía moverme, yo solo observé como el retrocedió y luego lanzó la lanza.

Los hombres del rey sujetaron con fuerza a mi madre para que no pudiera moverse, entonces vi como su propia arma la mataba.

—Llevensela - ordenó él, vi sus ojos inyectados de sangre y miré a mi madre por última vez.

Estaba en el piso de costado, los comunicadores fueron desconectados y grite con todas mis fuerzas pero nadie hizo nada, la gente que me había visto crecer fue masacrada vi como uno por uno desfilabar los cadáveres.

¿Por qué? - me pregunte. Las lágrimas apenas y salían, pero los gritos no cesaron. Hasta que como un paquete mi cabeza golpeó el frío metal del carro y antes de perder la conciencia escuchaba las risas de todos ellos.

" Sucios traidores"

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