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Mi compañero Alfa sólo descubrió que me amaba hasta cuando estuve casi muerta...
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Me levanté temprano y emocionada. ¡Verdaderamente entusiasmada! Al día siguiente era mi cumpleaños. Cumpliría dieciocho años y conocería a mi lobo. No podía esperar para transformarme por primera vez. Según dicen, era doloroso, pero no me importaba. Era temporal, y se haría más fácil después. Sobreviviría a un poco de dolor.

Tan solo deseaba que mis padres estuvieran presentes para verme transformarme por primera vez. Desde que murieron, habían pasado ocho años, y no había sido nada fácil.

Habían sido asesinados en un ataque iniciado por los rogues.

Los lobos rogues no formaban parte de ninguna manada. Se volvían así al ser expulsados de ellas por cometer diversos delitos. Algunos elegían abandonarla y vivir por su cuenta, pero era poco frecuente. Somos animales de manada y nos resultó difícil estar solos. Cuando uno decide convertirse en rogue, solía ser porque le había pasado algo malo en su manada o porque había perdido a su pareja, se había vuelto loco y había abandonado todo.

Los rogues vivían solos y no colaboraban con otros lobos. Pero cuando atacaron a nuestra manada, estaban trabajando en equipo. Fue algo raro. Después de esa noche, nuestro Alfa se enteró de la existencia de un lobo rogue que había reunido a otros iguales para atacar a varias manadas. Lo llamaban ‘Rey de los Rogues’. Desde entonces, los ataques no pararon. Atentaron tanto contra nuestra manada como otras en múltiples ocasiones.

La noche del ataque, intentaron matar al hijo de nuestro Alfa. Nos encontrábamos celebrando su dieciocho cumpleaños y su primera transformación. Debía iniciar su entrenamiento para ser el nuevo Alfa y hacerse cargo de la manada.

Sin embargo, esa misma noche, unos rogues mataron a su padre: Nuestro antiguo Alfa, Luke. Su heredero se vio obligado a convertirse en Alfa de inmediato. Hizo un trabajo increíble. Completó su entrenamiento antes de tiempo y logró que nuestra manada fuera una de las más fuertes.

Mi padre era el Beta del Alfa Luke, y tanto él como mi madre murieron protegiendo a la familia del Alfa. Ese era su trabajo.

Tras sus muertes, mi hermano Andrew se convirtió en Beta. Él y nuestro Alfa eran mejores amigos desde la infancia, y pasaron a dirigir la manada juntos.

Mi hermano era un Beta increíble, y aún mejor hermano. Cuando murieron nuestros padres, tenía diecisiete años, y desde entonces había tenido que cuidar de nuestra manada y de mí. Nunca se quejó. Asumió esas responsabilidades e hizo lo mejor que pudo. Y lo hizo muy bien. Siempre se aseguró de que yo no corriera peligro y de que me cuidaran. 

Había terminado la secundaria hacía unos meses, y lo único que tenía que hacer era entrenar. Desde que ocurrieron los ataques, mi hermano y nuestro Alfa decidieron que todos los miembros de la manada debíamos entrenar para poder defendernos.

En nuestra manada, todos debíamos ir a la secundaria, que se asemejaba a la escuela secundaria humana, pero nos enseñaban la historia de la manada y de los hombres lobo, nuestras normas y todo lo necesario para que funcionara como era debido. Por ejemplo, si un lobo estaba interesado en trabajar para el Alfa, estudiaría un poco más sobre el funcionamiento de la manada. Si otro estaba interesado en la agricultura, se informaría sobre las plantas y los cultivos que nos ayudaban a mantener nuestro suministro de alimentos. Si un lobo estaba interesado en defendernos, aprendería sobre técnicas de seguridad, estrategias de ataque y tendría que pasar más tiempo entrenando que el resto. Yo opté por ayudar al Alfa a dirigir la manada. Me pareció natural, ya que mi hermano era el Beta y quería ayudarle en todo lo que pudiera. Así que aprendí todo sobre nuestras leyes y lo que se necesitaba para dirigir nuestra manada con éxito.

El Alfa, el Beta y el curandero de la manada eran los únicos que abandonaban el grupo para ir a capacitarse en sus respectivos puestos. Visitaban diferentes manadas donde aprenderían todo lo necesario para desempeñar sus próximas funciones. El entrenamiento duraba aproximadamente un año.

Considerando que nuestra manada fue atacada y nuestro anterior Alfa fue asesinado, nuestros nuevos Alfa y Beta concluyeron su formación en sólo un par de meses. Como la manada los necesitaba, tuvieron que hacerlo más rápido que de costumbre. Si bien eché de menos a mi hermano cuando se fue, sabía que era algo que tenía que hacer.

Todos los días, teníamos que entrenar. No obstante, el día siguiente tendría un día libre, porque era mi cumpleaños y mi primera transformación. Se consideraban ocasiones especiales, porque allí se conocería tanto al lobo personal, como a la pareja.

En nuestra cultura, las parejas son importantes. Representa a alguien especial, elegido por nuestra Diosa de la Luna. Las parejas eran dos almas conectadas, y se convertían en lo más valioso del otro. El enamoramiento era instantáneo, tanto que quieras y necesitaste estar con esa persona y protegerla.

Mi hermano no había encontrado a su pareja, y nuestro Alfa tampoco. Así que, hasta que la encuentrara, su madre, Gloria, seguía teniendo el título de Luna y ejerciendo como tal.

Había pasado momentos difíciles tras el fallecimiento de su pareja, nuestro antiguo Alfa. Apenas sobrevivió. No comía, ni dormía. No hacía nada… Eso sucedía cuando se perdía a la pareja: No hay ganas de vivir. Sin embargo, se recuperó, y es una Luna increíble. Le tenía mucho cariño. Tras la muerte de nuestros padres, nos ayudó a mi hermano y a mí, así que teníamos una relación muy especial. Era como nuestra madre.

Le pedí que estuviera presente en mi primera transformación. Aceptó y me dio un fuerte abrazo. Presenciar la primera transformación de un lobo era algo muy importante, al menos en nuestra manada. Cada una tenía su propia tradición, pero en la nuestra, sólo los lobos que tú eliges pueden presenciar tu primera transformación. Y ser elegido era todo un honor.

Yo elegí a mi hermano, a la Luna Gloria, y a mis amigos Amy y Jacob. Para ellos era todo un honor y se emocionaron por mí.

No podía esperar a transformarme. Sería increíble. Y tal vez tendría mejor suerte que mi hermano y conocería pronto a mi pareja.

Como tenía que ir a entrenar pronto, me lavé los dientes, me di una ducha rápida y me vestí. Me puse las calzas negras, el sujetador de entrenamiento, la sudadera gris y las zapatillas Nike negras. Me hice una coleta, apartando mi largo pelo castaño y bajé las escaleras.

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