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Narra Amelia

Terminé de prepararme, baje las escaleras, al llegar mi padre estaba ahí.

—Diviértete, pero todo con precaución—dijo antes de darme un beso en la frente. Sabia que para él era dificil dejarme ir a una fiesta y de quedarme a dormir a la casa de una de mis amigas. Desde que mamá murió se volvió sobreprotector.

—Si papá, no te preocupes—respondí

Luego salí de la casa, Jaime el chófer me llevó al club donde mis compañeros decidieron celebrar nuestra meta de habernos graduado de secundaria.Era un acontecimiento que comenzaba marcar nuestras vidas, estaba lista para madurar, convertirme en un adulto responsable, aunque me daba algo de ansiedad y miedo. Estaba dejando de ser una niña de papi para comenzar a convertirme en una joven universitaria y en una mujer adulta.

Minutos después llegamos, salí del auto e ingrese. El ambiente era espectacular, la música era genial. Mis amigas y yo bebimos, ellas estaban acompañas de sus novios. Yo no tenia y el tema del sexo era algo del cual me sentía como una chica tonta e inexperta y de hecho lo era, ya que todavía era virgen. Sin embargo, una mis metas era perder mí virginidad, solo que muy dentro de mí deseaba que fuera con el hombre del cual estaba completamente enamorada. Era por él que nunca me atreví hacerlo con alguien más, sabía que mí deseo jamás se cumpliría, ya que este hombre era el mejor amigo de mí padre, él solo me veía como una niña.

Con el pasar de los minutos comenzaba a sentirme mareada, necesitaba refrescarme un poco, así que me levanté para ir al baño, caminé algo desorientada, todo mí alrededor parecía moverse, comencé a sentir mucha calor y empezaba a sentir que no podía respirar, llegué al baño de mujeres el cual estaba vacío, tomé agua con mis manos, mojé mi rostro con el propósito de restablecerme, pero claramente no funcionaba, no me sentía tan ebria como en otras ocasiones, está vez era diferente porque sabía que no había tomado mucho con mis amigas. En ese momento escuché la puerta del baño abrirse, volteé a ver quién había entrado y me sorprendí al ver a Marcos ingresar. Él era uno de mis compañeros, tenia una reputación de mujeriego.

—¿Qué haces aquí?—pregunté sin comprender su presencia, él no digo nada, simplemente se acercó y me tomó por la cintura, comenzó a besar mi cuello con brusquedad mientras me sostenía fuertemente—. ¡Déjame!—le grité tratando de huir de él, sin embargo, no pude alejarlo de mí, solo pude cerrar los ojos de la impotencia rezando para que alguien entrará y me ayudará.

De repente sentí un empujón, cuando volteé a ver lo que había pasado me encontré con el rostro de Daniel, el mejor amigo de mi padre, el hombre del cual estaba enamorada, sostenía fuertemente a Marcos de la chaqueta, su mirada era de odio, una que nunca había visto, pude ver cómo golpeó a este chico con su puño directamente en su rostro, Marcos se quejó del dolor, su nariz no tardó mucho en sangrar.

—¡Lárgate de aquí!—le dijo Daniel con una mirada que parecía querer asesinarlo.

Marcos salió a toda prisa como el cobarde que era. Daniel y yo nos quedamos en el baño solos.

—¿Qué haces aquí?—le pregunté realmente sorprendida por verlo, llevaba más de seis meses sin ver su rostro, no sabía el motivo por el cual me estaba evitando, él se acercó hasta quedar a pocos centímetros de distancia.

—Luego te respondo eso, primero dime ¿te hizo algo ese imbécil ?—interrogó con una mirada de preocupación, mientras tocaba mí mejilla con una de sus manos, ese simple roce fue suficiente para que mí corazón se acelerará

—Estoy bien—afirmé perdiéndome en sus ojos verdes—. Si no hubieras llegado a tiempo él me hubiera...

—No lo digas, solo el hecho que te tocó me hierve la sangre—me interrumpió.

—No le digas nada a papá, si se entera no me dejará salir de casa, lo conoces y sabes cómo es él—le pedí.

Daniel me veía de una manera muy dulce como lo solía hacer.

—No te preocupes, será nuestro secreto—me dijo acariciando de nuevo mí mejilla, no pude evitar estremecerme; sin embargo, me mareé en ese instante, tuve que colocar mis mano sobre su pecho para sostenerme—. Al parecer bebiste de más—comentó con su exquisita voz ronca—. Será mejor que te lleve a casa, no quiero que te pase nada malo, eso no me lo perdonaría—pronunció con cariño, aunque él siempre me hablaba como un padre protector, está vez sentí sus palabras de otra manera. Él, ha sido él único hombre que me ha hecho sentir cosquilleos en el estómago con solo verlo. Sus hombros eran anchos, cuerpo corpulento, ojos perfectos verdes y una sonrisa irresistible. He estado enamorada de él desde que comencé a interesarme por el sexo opuesto. Él solía visitar mí casa con frecuencia desde que era una niña pequeña, por supuesto que debía hacerlo porqué era mejor amigo de mi padre. Cuando era una niña me recogía de la escuela cuando mí padre tenía que trabajar hasta tarde, o se quedaba y me arropaba. Con solo pensar en Daniel mojaba mis bragas, hasta me masturbaba pensando en él cuando veía película eróticas, fantaseaba con que él me follaba y que me enseñaba todo sobre el sexo, era un deseo que me quemaba por dentro. El solo pensamiento de él sobre mí hizo que mi cara se pusiera roja de la vergüenza en ese momento—.¿Por qué te has sonrojado?—preguntó con una sonrisa encantadora.

—Por nada—le dije apenada por mis fantasías sexuales, luego me alejé levemente de él.

—¿Sabes? Tienes el rubor más dulce que he visto—dijo, sus palabras me apenaron aún más—. Te quiero pedir una disculpa por haber desaparecido por estos meses, tengo una razón por lo cual lo he hecho, pero te lo diré a su debido momento—agregó en un tono misterioso. No sabía a qué se refería, no tenía idea del porque se había alejado de mí, pero estaba contenta de que estuviera aquí conmigo y que me hubiera protegido de ese tipo asqueroso.

—Me alegro haberte encontrado aquí, espero no estar interrumpiendo algo—fue lo único que le pude decir, en ciertas ocasiones lo veía llegar a las fiestas que se organizaban en mi casa con algunas mujeres, pero hace un año que no lo veía con ninguna. Supuse que si él había venido a este lugar era porque estaba acompañado.

—No interrumpes nada. En realidad solo vine acompañar a un amigo—respondió a mí angustiada idea—. ¿Sabes? te compre un regalo de graduación lo tengo en mí departamento—me informó con una increíble sonrisa perfecta.

—¿En serio? Me muero de las ganas de verlo—le respondí con emoción, pero en ese momento, me volví a marear un poco, mí vista se volvió borrosa, Daniel me sostuvo rápidamente.

—Temo que no estás así por el alcohol, al parecer te han drogado, seguramente algunos de esos chicos tiene algo que ver—comentó—. Será mejor que duermas en mí departamento, Fabián no puede verte así—agregó refiriéndose a mí padre, él tenía razón, además tenía su permiso de dormir en la casa de Susana, todas nos íbamos a quedar ahí.

Daniel, tomó su celular y llamó a su chófer. Luego salimos del baño hasta llegar a la salida del club. No me despedí de nadie, simplemente le envié un mensaje a Susana que regresaría a casa aunque no era verdad.

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