Home/ Di sí a mi jefe multimillonario Ongoing
Por una noche loca, mi jefe multimillonario me eligió para comenzar un matrimonio falso.
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—¡Ay, sé más gentil! —se quejó la joven con dolor, sabía que las primeras veces podían incluir un poco de malestar, pero realmente no pudo soportarlo. El hombre encima de ella, aunque gentil, estaba un poco pasado de copas y esto lo hacía un tanto impulsivo. 

Sorprendentemente, la escuchó y suavizó sus movimientos. Comenzó a besarla s*nsualmente pidiéndole permiso para profundizar el beso y luego comenzó a acariciarle el cabello antes de bajar la mano hasta sus pechos. 

—¿Puedo? —le preguntó. 

—Sí —se escuchó a sí misma respondiéndole y fue el permiso que necesitaba para liberar a la fiera que escondía adentro. La besó de nuevo pero esta vez sin contenerse y sus manos comenzaron a explorar todo su cuerpo con pasión.  

Natasya sentía que iba a perder la cabeza y vio más de una vez las estrellas esa noche. El hombre parecía que estaba llamando a otra persona, pero no lo pudo escuchar con claridad. De todos modos, ella estaba perdida en las sensaciones de su cuerpo. 

...

Natasya Sinclair no podía creer lo que acababa de pasarle. Una pasante cualquiera como ella se había acostado con el presidente de su empresa. ¿Cómo había pasado eso? 

Christopher Gordon se había emborrachado en la fiesta anual de la compañía y le habían ordenado que lo enviara de regreso a su habitación. Lo que nunca hubiera esperado fuera que el hombre la agarrara antes de que pudiera irse para comenzar a besarla profundamente. Para su mala suerte, ella también estaba un tanto pasada de copas, así que no se lo pensó dos veces antes de sucumbir ante el deseo. Sus ojos parecían que la llamaban con urgencia y había algo familiar en ellos. 

Al día siguiente, Natasya trató de consolarse y decirse de que todo estaría bien. ¿Quién no había dormido con su jefe alguna vez en su vida? Lo que tenía que hacer ahora era mantener la cabeza baja y seguramente Christopher ni la recordaría. 

Mientras tanto, ella podría continuar con su vida pensando que había sido un sueño loco y nada más. Se levantó de la cama sin mirarlo porque temía que no quisiera irse si lo hacía y arrastrando los pies, se vistió y salió de la habitación. 

Cuando estaba empacando sus cosas, se dio cuenta de que su teléfono no estaba y la sangre se le heló en las venas. La última vez que recordaba tenerlo había sido cuando estaba con Christopher. Había revisado la hora en ese momento. Dios, estaba arruinada. 

Si encontraba su teléfono, sabría quién era ella. ¿Qué iba a hacer? ¿La iban a despedir? Después de todo, dormir con tu jefe era un asunto muy serio. No importaba que hubiera sido él quien lo hubiera iniciado o que ella lo hubiera disfrutado. No había esperanza para ella, lo mejor sería que actualizara su hoja de vida. 

Alguien tocó a su habitación en ese momento y a ella se le subió el corazón a la garganta. ¿Sería Christopher viniendo a despedirla? Se acercó con miedo y miró a través de la mirilla. Afortunadamente, no era su jefe, sino el director del departamento de finanzas, Boward Luther. 

—Señor Luther —le sonrió con una sonrisa después de abrirle la puerta aunque el hombre no se la devolvió. Debido a su múltiples ausencias, Boward siempre tenía problemas con ella. 

—¿Dónde tienes la cabeza? Si el mesero no me daba tu teléfono, lo hubieras perdido —le regañó tirándole el objeto—. Es una suerte de que no haya sido un teléfono de la compañía sino hubieras terminado perdiendo también documentos importantes. Nunca hubiera podido pagar por los daños ni aunque te vendieras. 

La mujer se quedó muda ante el ataque haciéndolo enojar aún más. El hombre bufó por lo bajo, le advirtió que se apurara porque se iban en pocos minutos y la dejó. 

Natasya eventualmente recuperó la habilidad de moverse y se dio cuenta de que Christopher probablemente le había dado su teléfono a uno de los meseros para que se lo hicieran llegar. Esto significa que no quería hablar sobre lo que había pasado anoche. Suspiro con alivio al darse cuenta de esto, aunque una pequeña parte de ella se sintió decepcionada. 

Nunca había pensando que cruzaría caminos con alguien como su jefe. Aunque había hecho su primera vez memorable y divertida, sus estatus sociales eran tan diferentes que nunca más volverían a verse. Esto era lo que había pensando hasta que medio mes después, recibió una llamada. 

—¿Natasya Sinclair? 

La mujer no respondió de inmediato porque la voz era de su jefe. La misma voz que había estado repitiéndose en su cabeza todos estos días con vergonzosa fascinación. 

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