West Brunswick.

Eran las diez de la noche.

Abrí la puerta y entré a la casa. Encendí las luces del candelabro de cristal de la habitación de invitados, las cuales proyectaban mi sombra sobre los ventanales.

Esta casa sería mi hogar conyugal a partir de mañana. Mi prometido, Perry Bart, quien se desempeñaba como director de departamento de una empresa, era guapo y considerado. Tuve mucha suerte de haber encontrado un hombre así en mi vida.

Según la tradición, no podíamos dormir juntos la noche anterior a la boda. Perry se quedaba en nuestra casa y yo en la casa de mi mejor amiga Liliana Ward.

Antes de irme a la cama, revisé las cosas que necesitaba para la boda y descubrí que había olvidado mi velo de novia en nuestro futuro hogar.

Así es que regresé en silencio a la casa en la que se encontraba mi prometido sin avisarle que iría, solo para sorprenderlo.

Pensar que después de mañana, Perry y yo viviríamos felices y juntos para siempre. Una sonrisa feliz se curvó en mi boca.

Me puse mis pantuflas, al entrar a la sala de estar, escuché el gemido de éxtasis de una mujer.

Me quedé impactada. La puerta del dormitorio principal estaba entreabierta y la voz femenina provenía de allí.

De repente sentí enojo dentro de mí y mis piernas se entumecieron. Aun así, me acerqué casi involuntariamente.

De pie en la puerta, pude escuchar claramente los gritos que provenían del interior. El sonido se volvía cada vez más claro, y cada grito golpeaba mi corazón con más fuerza.

La puerta estaba apenas cerrada, por lo que al empujarla ligeramente, se abrió.

Vi tacones altos, ropa interior y medias de mujer esparcidos por el suelo. Fue difícil no imaginar cosas cuando las vi.

Conteniendo toda la ira y el pánico que me invadía, miré hacia la cama. Bastó una mirada para que la angustia casi me sofocara.

Mi querida amiga, Courtney, que había sido además mi compañera de cuarto de la universidad durante cuatro años, estaba montando a un hombre en éxtasis. Quien se encontraba debajo de ella era Perry, el hombre que iba a casarse conmigo mañana.

Courtney me miró con un rastro de provocación en sus ojos, y su grito se volvió aún más l*scivo.

Viendo la escena en la habitación, me sentí ahogada porque mi prometido estaba cegado de l*juria y sostenía a otra mujer en sus brazos.

La ira y la humillación me golpearon. Apreté mis manos con fuerza, reprimiendo el impulso de correr hacia adelante y detenerlos.

Los ojos de Courtney eran seductores. Sus delgados dedos acariciaban la nuca de Perry, y su voz era aún más encantadora.

"Cariño, te casarás con Irene mañana y sigues haciendo esto conmigo ahora, ¿no te sientes culpable?"

"¿Por qué me sentiría culpable? No hay diferencia entre ahora y lo que hacemos habitualmente. Además, ella no sabe nada de nuestra relación".

Perry habló con una voz profunda mientras sus manos deambulaban por el cuerpo de Courtney.

"¿Y si de repente llegara y nos viera haciendo este tipo de cosas, qué crees que haría ella? ¿Aún se casaría contigo?"

Courtney me miró provocativamente con una sonrisa burlona en la comisura de sus labios.

"Ella no vendrá. Además, cuál sería el problema, incluso si lo supiera. Además, yo no planeaba casarme tan pronto".

Perry sonrió despreocupadamente y continuó el acto con Courtney.

"Si no quieres casarte, ¿por qué continuar con la boda? Tienes que saber que después de casarte, no podremos encontrarnos con tanta frecuencia como ahora".