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“¿Quieres que cambie? En este mundo, solo tú puedes cambiarme”
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"Joven Maestro, debe volver con nosotros. La familia Han necesita que usted se haga cargo de todo lo que está pasando".

"Su padre está en estado crítico y su hermano ha ido a prisión. Ahora usted es el único que puede mantener a toda la familia".

"Su abuela nos ha ordenado que lo llevemos de vuelta".

En la Ciudad de las Nubes, en medio de la Calle Zitong, Mingyu Han se encontraba parado con un presente en sus manos y vestía ropa que seguro había comprado en el mercado. Se veía indiferente a todo lo que escuchaba.

“Desde que era un niño, no logré ganarme a la abuela y tampoco lograba complacerla. Mi hermano siempre fue el más amado de los dos y ella, al temer que le quitara su posición como heredero, decidió expulsarme de la familia Han”.

“He vivido durante tres años con esta familia y he sido humillado muchas veces. ¿Dónde estaban ustedes cuando eso pasó? Esa mujer hizo que me alejara de la familia y ahora quiere que regrese. ¿Ustedes creen que soy su perro?”.

"Ahora, solo quiero ser un bueno para nada con una vida tranquila. Así nadie vendrá a molestarme".

El hombre tan solo se alejó, dejando al grupo sin palabras y mirándose los unos a los otros con desesperación.

En la ciudad de las Nubes, los miembros de la familia Su eran aristócratas de segundo nivel. El antiguo jefe de aquella familia fue quien dirigió y organizó personalmente el compromiso con Mingyu Han tres años atrás, al verlo tan deprimido y devastado. En aquel tiempo, la boda sorprendió a toda la ciudad porque nadie esperaba que la joven Ziyue Su se convirtiera en esposa de alguien pobre y desconocido, y además, en la burla de todos los que conocía.

La verdadera identidad del joven solo la conocía el antiguo jefe de familia, pero dos meses después del matrimonio, el hombre mayor falleció debido a una enfermedad. Por ello, desde aquel entonces, nadie supo cuál era la verdadera identidad de Mingyu Han, y lo consideraron un yerno bueno para nada.

En su estancia de tres años con su nueva familia, el joven había sido humillado e insultado. Sin embargo, comparado con el asunto de ser expulsado de la familia Han, este último fue mucho más denigrante.

El joven, hacía ya mucho tiempo, había aceptado y se había acostumbrado a lo que murmuraban.

Aquel día era la fiesta de cumpleaños de la matriarca de la familia Su. El hombre había escogido un regalo con mucho cuidado, no valía mucho y sería objeto de burla. Sin embargo, no podía hacer nada más porque no contaba con el dinero necesario.

Con respecto de lo que había sucedido hacía unos momentos, Mingyu Han se encontraba calmado e incluso tenía ganas de reír.

Sabía que su hermano era muy elocuente y, aunque había podido ganar el favor de su abuela, era una persona desenfrenada y dominante. Además, su vida privada estaba demasiado podrida y lo arruinaría todo tarde o temprano.

Quizás era la voluntad de Dios destruir a la familia Han.

‘Pero ¿qué tiene que ver todo eso conmigo? Yo apenas soy un yerno bueno para nada y mantenido, despreciado por toda la familia de mi esposa’.

Al regresar a la villa de la familia Su, vio una hermosa figura parada frente a la puerta que se miraba muy ansiosa.

La esposa de Mingyu Han, aunque solo lo sea de nombre, Ziyue Su, era una mujer muy hermosa. Era tan perfecta, que la boda de hace tres años sirvió para convertirla en la burla de todos.

El hombre se acercó a ella y le preguntó, "Ziyue, ¿a quién esperas?".

"¿El regalo de la abuela está listo?", dijo la joven mientras lo miraba con molestia.

"Está listo. Tuve que esforzarme mucho para poder obtenerlo", respondió Mingyu Han y le mostró el regalo que llevaba en sus manos.

La joven no se dignó ni a mirarlo. No sabía qué había pensado su abuelo hacía tres años para insistir en aquel matrimonio y dejar que Mingyu Han se volviera un yerno mantenido.

Lo que en verdad le había quitado el aliento a Ziyue Su fue el hecho de que el hombre mayor tomara su mano y le dijera que nunca menospreciara a su esposo.

Luego de tres años, ella aún no entendía el por qué aquel perdedor fue digno de tener la atención especial de su abuelo. De hecho, si no fuera por la reputación de su propia familia, ella ya se habría divorciado hace mucho tiempo.

“Ten cuidado con todo lo que dices durante la reunión. Todos estarán presentes en esta reunión familiar y no podrás evitar que se burlen de ti. Solo aguántalo, no quiero caer en vergüenza por tu culpa”, le recordó la joven.

Su esposo tan solo asintió con una sonrisa, como si nada de eso le importara en lo absoluto.

Al ver aquella expresión, la joven deseó que la tierra se la tragara. Su marido no era de ninguna familia influyente y carecía de talento alguno. Mas, llevaba tres años en su casa y no hacía nada más que barrer, limpiar y cocinar.

Al ver la actitud de su esposa, Mingyu Han no mostró disgusto alguno. Sabía que era injusto para Ziyue Su haberse casado con alguien que no amaba y sin mencionar que él era un perdedor. Por ello, él la entendía a la perfección.

Cuando entraron a la sala, casi todos los miembros de la familia Su estaban presentes. La escena se veía muy animada.

"Ziyue, finalmente has llegado".

"Hoy la abuela cumple años, ¿por qué has tardado tanto?".

"¿No has preparado nada para la abuela?".

Toda la familia saludó con calidez a Ziyue Su e ignoraron a su esposo por completo.

Aquello no le importó a Mingyu Han, pues ya estaba acostumbrado a ser un segundo plano. Lo mejor sería que lo ignoraran para no verse como una broma para los demás.

Sin embargo, siempre había algunas personas que no estaban satisfechas con él. Haichao Su, el primo de Ziyue, siempre le ponía las cosas difíciles a Mingyu Han en cuanto se encontraban, y lo despreciaba como si fuera la cosa más inservible. Incluso aquel título de yerno bueno para nada que tenía el esposo de su prima en Ciudad de las Nubes lo había creado Haichao y a menudo hablaba muy mal de él con los demás.

"Mingyu Han, ¿has traído algún regalo para la abuela?", Haichao Su lo miró con una amplia sonrisa. Aquella cosa tan pequeña y envuelta con papel, de seguro era algo barato.

"Sí", admitió el yerno humildemente.

"¿Qué es eso? ¿Lo has comprado en algún puesto de la carretera?", dijo el primo y se burló.

"Lo compré en una tienda de regalos", dijo Mingyu Han y negó con la cabeza.

A pesar de ser sincero, sus palabras solo provocaron risas en el salón e hicieron que el rostro de su esposa se congelara. No había esperado sentir aquella vergüenza tan pronto como llegaron a la villa.

Sin embargo, Ziyue Su no hablaba en momentos como esos. Para la joven, aquel hombre no era parte de su familia. Por lo que, no le tomaba importancia a las humillaciones que le hacían, lo único que le importaba era no involucrarse en sus problemas.

"¿Es una broma? Hoy la abuela cumple ochenta años. ¿Por qué te ves tan despreocupado al escoger aquel regalo?", Haichao Su caminó directo a la mesa de té que estaba en medio de la sala y que estaba llena de diferentes tipos de regalos caros. Con solo mirar la mesa, podría decirse que todo era muy valioso. Con solo compararlos, el regalo de Mingyu Han era algo muy simple.

“Mira el regalo que le he traído a la abuela, es un Pu’er milenario ¿Sabes acaso cuánto vale este pastel de té? Exactamente 880 000 yuanes”, dijo Haichao Su con orgullo.

“Jaja, eso está muy bien”, respondió Mingyu Han con reticencia, ya que su esposa le había advertido de no hablar más de lo necesario.

Era obvio que el primo de la joven quería mostrar su superioridad a través de los regalos y continuó hablando: “Escoria buena para nada, estoy seguro de que este pastel de té es mucho más costoso. ¿Estoy en lo cierto o no?”.

El joven sonrió sin responder y todo el salón se llenó de risas.

Aunque Ziyue Su estaba decidida a no meterse en los asuntos de Mingyu Han, él seguía siendo su esposo. Tenían un certificado de matrimonio y hubo una boda que avalaban aquello. Así que sufriría la misma deshonra cuando él la avergonzará en frente de sus demás familiares; a pesar de no haber hecho el amor ni haberse comportado como una pareja en los últimos tres años.

"Haichao Su, no digas más. Tu dinero es tuyo. Tu valioso regalo no tiene nada que ver con nosotros y no es necesario que lo vayas presumiendo”, dijo la joven con descontento.

Mingyu Han miró a su esposa con sorpresa, era la primera vez que Ziyue Su hablaba en su favor en los últimos tres años.

"¿Presumir? Ziyue, te equivocas. ¿Crees que debo presumir lo que tengo a un perdedor? Solo siento que tu esposo no se toma en serio el cumpleaños de la abuela. Y tú, ¿por qué no le ayudas? Él es desconsiderado y no tiene dinero para los regalos. De todos modos, el bueno para nada tan solo es un gigolo. ¿O es que tú tampoco valoras a nuestra abuela?”, se burló Haichao Su.

"Tú ...", la cara de la joven estaba roja, puesto que su posición dentro de la familia Su era la más baja y su familia vivía en las peores condiciones. Aquel obsequio de más de cientos de miles de yuanes estaba fuera de los límites que podían permitirse.

En ese instante, Mingyu Han de repente se puso de pie, caminó hacia el primo de su esposa y olió el pastel de té Pu'er.

"¿Qué crees que haces? Este es un regalo para la abuela ¿Cómo puede olerlo un perdedor como tú?", Haichao Su dijo enojado.

“Cuantos más años tenga el Pu’er, más fragante será y su precio será mucho más alto. Por ello, algunos comerciantes aumentan los precios a propósito, usando el tiempo como una excusa", dijo Mingyu Han frunciendo el ceño.

“Además, el té Pu’er tiene dos variedades: el crudo y el fermentado. Las hojas del pastel de té en tus manos son de color verde oscuro y negruzco, y se podría catalogar como crudo. El sabor de ese tipo de té es incomparable, pero si sus hojas son recién cortadas tendrán demasiada cafeína y serán dañinas para el estómago. Por lo que se necesita de largos periodos de tiempo para drenar la cafeína del té”.

“Sin embargo, el Pu’er que está en tus manos se añejó deliberadamente y su ciclo de almacenaje no fue el suficiente. Si se bebe, causará daño al cuerpo inevitablemente”.

"Podré ser una escoria, pero tú le entregarás a la abuela un regalo de mala calidad e incluso quieres dañar su salud. ¿Eso no te hace peor que yo?".

El hombre señaló al primo de su esposa con aquel discurso tan potente y altanero, haciendo que toda la villa de la familia Su quedara en absoluto silencio.

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