Recogía flores y algunas plantas para hacer pociones, ya que se me habían acabado.

　　Las cortaba desde la raíz y las guardaba en mi bolso.

　　Detuve mis movimientos al escuchar pasos a mi espalda, el ruido de ramas rompiéndose por cada paso, me giró para escuchar mejor de dónde proviene el ruido y las veo.

　　— ¿Cómo estas, Crystal? —Su sonrisa malvada era evidente e hizo que por mi espalda corriera un escalofrió.

　　Brujas oscuras.

　　— ¿Qué quieren? —Agarré mi escoba dispuesta a despertarla e irme de aquí.

　　—No creo que quieras perderte esta escena—Dijo otra de las brujas oscuras.

　　Una de ellas puso sus manos en el piso e hizo que dos raíces de los arboles amarraran mis manos y pies impidiendo que me moviera.

　　— ¡Suéltame!

　　Mi corazón se detuvo al verlo luchando por liberarse.

　　No, no, no, no.

　　Las brujas de la oscuridad lo habían capturado…Nos descubrieron.

　　— ¿Creías que no nos daríamos cuenta? —Su sonrisa de victoria era evidente.

　　—Déjenlo, mátenme a mí…Pero déjenlo.

　　Su risa macabra llegó a mí como una bofetada.

　　Lo hicieron arrodillarse y no despegaba su mirada de mis ojos…Tenía miedo.

　　Le quitaron la venda de la boca que le impedía hablar.

　　—Crystal…—Fue lo primero que dijo.

　　— ¿Algo mas que agregar? —Preguntó la bruja oscura.

　　—Te amo, dile a Celeste y a Azul que las amo—El cuchillo de la bruja cortó su cuello y su sangre salpicó en mi cuerpo.

　　Cayó de golpe al suelo y un gritó salió de mi garganta provocando un pitido incesante en mis oídos.

　　—Los humanos son para procrear…No para enamorar.

　　Fue lo último que dijeron antes de desaparecer en la oscuridad.

　　Las raíces me liberaron y corrí a él.

　　—Amor… Por favor, Will ¡No nos dejes! ¡Nosotros podemos! —Sollocé en su pecho.

　　¿Qué he hecho?

　　Los humanos son para procrear, no para enamorar.

　　Yo lo enamoré y yo dicté su sentencia de muerte.