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Mi esposo me obligó a deshacerme de mi hijo porque otra mujer concibió a su bebé.
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Cuando conocí a Benjamin Dunn, ambos estábamos en la cama...

Y yo estaba haciendo la cosa más atrevida que jamás había hecho en mis veinticinco años de vida: engañar a mi esposo.

Realmente, yo no lo consideraría como un engaño, pues todo fue un plan macabro de la amante de mi esposo. Ella me emborrachó, y al mismo tiempo me contó todo sobre su relación con él. Yo estaba tan enojada que salí del bar y arrastré a un extraño a un hotel, obligándolo a tener sexo conmigo.

Ese “extraño” era Benjamin.

Al despertar miré alrededor, me sentí desorientada luego me senté en la cama y miré su identificación. Me sentía mareada y no sabía qué hacer.

Estar tan enojada me produjo un fuerte dolor, sentí como si un cuchillo me estuviese atravesando el corazón, haciéndolo sangrar.

Nunca, ni siquiera en mis más salvajes sueños, había esperado que mi mundo cambiara tan drásticamente en un solo día. Mi esposo, que siempre pensé, me amaba muchísmo, se había acostado con mi colega. Al mismo tiempo, debido a las sucias tácticas de “esa colega”, terminé haciendo el amor con un perfecto extraño.

Supe perfectamente que había algo malo en el alcohol que ingerí la noche anterior.

Pues yo nunca perdería mi autocontrol. Y sin importar lo enojada que pudiera estar, nunca habría tomado la iniciativa de seducir a un hombre, y sentir satisfacción por ello.

Cuando me di cuenta de la situación en la que estaba metida entré en pánico, entonces rápidamente, me levanté de la cama y me vestí. Pero en el momento en el que metí la mano en una de las mangas de mi blusa, alguien me agarró del hombro y me tiró de vuelta a la cama.

Al caer mi cabeza se estrelló contra la cabecera de la cama. Entonces respirando profundamente, me masajeé, por un momento, el lugar en el que me había golpeado. Luego, levanté la mirada y vi a aquel hombre que yacía lánguidamente a mi lado, mientras me observaba detenidamente.

Minutos antes, yo, secretamente, saqué su identificación de su bolsillo. El hombre se llamaba Benjamin Dunn y cumpliría treinta años en diciembre.

Nunca esperé que el extraño que yo había seducido la noche anterior, fuese tremendamente atractivo. Sus labios delgados eran extremadamente sexis, y su mirada era profunda y apasionada. Sus rasgos faciales eran prominentes, masculinos y exquisitos.

Él permaneció en silencio, parecía esperar una explicación de mi parte. Yo estaba masajeando la parte de atrás de mi adolorida cabeza, pero su mirada me hizo dejar de hacerlo. Al recordar que algo me faltaba, inmediatamente me tapé con la manta y le sonreí, nerviosa.

Me acosté con él sin más, así que no podía culparlo por lo sucedido. Lo único que pude hacer fue preguntar con tono amigable: “Señor, hicimos el amor voluntariamente anoche, ¿Verdad?”.

Si me decía que sí, me vestiría y me iría de inmediato.

“¿Tú qué crees?”, respondió él. Era la primera vez que lo escuchaba hablar estando sobria. Su voz era baja y ronca.

Mi corazón brincó dentro de mí, traté de no dejar que mis pensamientos se salieran de control. Le hablé con tono ansioso: “Señor, lo de anoche no fue más que un accidente”.

“¿Eso crees?”

Él frunció el ceño y se levantó, exponiendo por completo su glorioso cuerpo, que era alto y delgado. Iluminados por la luz del sol, sus prominentes músculos abdominales se veían aún más atractivos.

Y como era de mala educación quedarse mirando, cerré los ojos de inmediato.

Durante un rato no se escuchó movimiento en la habitación. Luego abrí los ojos cuidadosamente y me di cuenta de que él estaba parado frente a mí, desnudo, mirándome con la cabeza baja

Rapidamente, volví a cerrar los ojos y retrocedí un poco. Fue entonces cuando él me agarró la barbilla y me acarició suavemente.

Realmente, no sabía cómo lidiar con la situación, mi mente era un completo desastre.

Abrí mis ojos y me obligué a no mirar su cuerpo. También hice todo lo posible por ignorar las gotas de sudor que goteaban de mi frente. Le pregunté con calma: “Señor, ¿Qué está usted tratando de hacer?

“Te acostaste conmigo. Entonces ¿Qué planeas hacer al respecto?”, respondió él.

El sudor corría por mis mejillas y una sensación incómoda emergió repentinamente desde el fondo de mi corazón. Yo estaba completamente aterrorizada.

Me preocupaba que, en los próximos días, Benjamin siguiera acosándome por lo sucedido. También temía que mi esposo, Steve Hughes, se enterara de que yo lo había engañado. En tal caso, si él llegaba a saberlo y pidiera el divorcio, me dejaría sin un centavo.

Pues yo nunca podría ganarle a mi suegra, Sharon Hughes, en un litigio.

Lo cierto del caso es que yo ni siquiera conocía al hombre que estaba parado frente a mí. Probablemente, después de este incidente ya no tendríamos nada que ver el uno con el otro

Por su parte, él pasó la punta de sus dedos por mis mejillas, como esperando una respuesta. Ignoré lo incómoda que me sentía y le respondí: “Sé que lo que hice no estuvo bien, pero esa no fue mi intención. Ayer me drogaron. Así que, ¿Podrías fingir que esto nunca pasó?”.

“¿Cómo te llamas?”.

De repente, él preguntó mi nombre. Me congelé por un momento, pero decidí decirle la verdad: “Emma Shears. Emma como suena ‘dilema’, pero con una «M» más”.

Y en efecto, en ese preciso momento yo estaba en un dilema: Mi esposo me engañaba y por causa de eso yo terminé acostándome con un desconocido. Realmente yo no sabía lo que estaba sucediendo en mi vida.

“¿Emma como en «dilema»?”, murmuró él, quien parecía estar un poco aturdido.

Tarareé, en respuesta, asintiendo con mi cabeza. De repente, él me agarró por el cuello y me forzó a levantar la cabeza para mirarlo. Apenas podía respirar, lo miré con los ojos muy abiertos, estaba bastante aterrorizada porque no sabía lo que iba a hacer.

Este extraño con el que me había acostado estaba furioso, tanto así que yo pude distinguir las llamas de furia y hostilidad en sus ojos. De pronto, lo agarré de la muñeca y lo miré implorante.

“Emma Shears, ¿Quieres que finja que lo de anoche nunca sucedió?”, cuestionó.

Su voz fue suave cuando pronunció mi nombre, pero su tono era firme.

Asentí bruscamente, con la esperanza de que él aceptara pasar por alto el incidente ocurrido la noche anterior.

De un momento a otro, él puso una expresión de asco. Luego, me soltó y limpió sus manos en mi hombro, como si acabara de tocar algo sucio. Me quedé helada. Él sonrió y me dijo : “Realmente crees que molestaría a alguien que tiene una apariencia como la tuya?”.

“¿Hay algo malo con mi apariencia?”, pensé.

Y aunque Benjamin tenía siempre una mirada noble, en ese momento, él me miró con desprecio. Allí supe que él me menospreciaba, sin embargo, no me importaba su opinión en lo absoluto. Sin pensarlo dos veces, lo empujé y comencé a vestirme, pues ¡Quería desaparecer de su vista de inmediato!

Si bien él parecía ser un buen hombre, sus palabras habían herido enormemente mi autoestima. Y como yo era una persona orgullosa, naturalmente, no iba a soportar tal humillación.

Sin embargo, fui yo quien lo trató mal inicialmente, por eso no tuve más opciones que permanecer en silencio.

Tan pronto como me vestí, él me agarró del cuello y me tiró sobre la cama. Luego, me inmovilizó. Entonces yo empecé a patearlo con todas mis fuerzas.

Pero eso no parecía afectarle en lo absoluto. Entonce, entré en pánico y exclamé enojada: “Levántate. ¡Benjamin Dunn, aléjate de mí!”.

“Benjamin Dunn…”, dijo él, quien por un breve instante pareció estar confundido.

Luego él me dio la vuelta y sujetó mis extremidades. Entonces dijo fríamente: “Ya que has tenido sexo conmigo, debes asumir la responsabilidad”.

“¿De verdad tienes que molestarme así?”, le pregunté. Repentinamente, perdí todo mi coraje y empecé a sentirme aterrorizada. Definitivamente, yo no quería que él me despreciara, pero parecía que no me dejaría escapar. ¡Incluso él quería que me responsabilizara de lo ocurrido la noche anterior!

¿Asumir la responsabilidad? ¿Por qué debería hacerlo?

¡Él también era un adulto!

Al oírlo me apené tanto que me ruboricé al extremo.

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