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Cinco años antes…

Después de mi último día en la secundaria, pasé mi graduación y ahora se que me voy a Atlanta a la Universidad

Georgia Institute of Technology

para empezar la carrera de mis sueños la Arquitectura; estoy muy emocionada porque me voy con mi mejor amiga a compartir apartamento y así no voy a estar sola, ya que en allá no tengo a nadie. Aunque me siento un poco nerviosa porque siempre he vivido en Birmingham, un lugar muy agradable donde está la mayor parte de mi familia, y me duele dejarlos, pero lo importante es que voy a seguir mi sueño, además voy a estar viniendo para las vacaciones, así que mejor me pongo a empacar las pocas cosas que me voy a llevar

ropa, zapatos, libros maquillaje

estando allá si algo me falta lo puedo comprar. La puerta se abre y me interrumpe de mis pensamientos.

—Alycia ¿Estás lista? Recuerde que dentro de dos horas salen.

Siempre igual, mi madre que todo tiene que estar perfecto, es una mujer noble, amable, cariñosa, amorosa, más que mi madre es mi amiga incondicional, me comprende mejor que nadie

—Si mamá, ya casi estoy lista —Terminando de echar unas cuantas cosas más, en las cajas— ¿Sabes si Bianca ha llamado?

Bianca es mi mejor amiga, desde niñas nos conocemos y siempre tuvimos esa conexión, ella es muy diferente a mí, creo que por eso nos llevamos bien.

—No cariño, no ha llamado, ¿pero si a ti te parece puedo llamarla yo?

—Sí mamá por favor, así yo sigo terminando de empacar.

—Bueno, mi niña—Se va cerrando la puerta.

Viendo por última vez mi habitación, que se está sintiendo vacía a pesar de que no llevo mucho. Saber que tengo que dejar a mi familia y amigos, es un dolor muy fuerte, pero tengo que hacer sacrificios y ser fuerte por mi sueño. Cierro la puerta de mi cuarto, con una caja en las manos, camino en el pasillo donde me encuentro con mi padre, al hombre que amo con todas mis fuerzas, el mejor padre y esposo, un ejemplo a seguir, se detiene al frente de mí.

—Muñeca dame esa caja, para ponerla en el coche, así te vas a despedir de la familia. —Toma la caja de mis manos.

—Papá sabes que no me gustan las despedidas. —Pongo los ojos en blanco.

—Sí muñeca, pero haz un esfuerzo hoy, ya que te vas. —Mi padre tiene una mirada irresistible, ya que sus ojos son de color miel iguales a los míos.

—Está bien papá, me convenciste — con esa cara tan linda ¿quién se iba a resistir? me río.

—Así es mi muñeca, te amo —dándome un beso en la frente se va.

Me dirijo a la sala donde me esperan mis dos hermanos mayores, mis dos tías con mis primos, sus esposos y mi madre que no para de llorar. Me acerqué a donde estaba mi tía Denise, su reacción es abrazarme con fuerza, tiene lágrimas en sus ojos y con la voz quebrada susurra.

—Mi princesa, que te vaya muy bien en esta nueva etapa de tu vida, sé que con tu dulzura conseguirás muchas cosas, siga así y jamás cambies ese corazón lleno de felicidad, aquí estoy para cuando me necesites princesa, espero tus mensajes. Te amo cariño.

Ella es la que me enseñó a ver la vida diferente y no andar haciendo locuras, a pesar de que tiene 31 años, es una mujer muy centrada. Es muy linda, siempre coqueta. Tiene un dicho que me encanta “antes muerta que sencilla” río con recordarlo. Me abraza muy fuerte.

—Gracias Tía Nis, lo tendré en cuenta siempre, voy a echar de menos tus buenos consejos—se me hizo un nudo en mi garganta — jamás voy a cambiar no lo olvides, también te amo -- le doy un beso en su mejilla.

—Esa es la actitud cariño, y recuerde que quiero mi nueva casa—por fin me saca una sonrisa con ese comentario.

—Lo tengo siempre en cuenta Tía Nis—me río de oreja a oreja.

Al fondo se escucha una voz, que jamás se va a confundir, la de Tía Elisabeth, se encamina dónde estamos.

—Nada de estar dándole malos consejos a la niña de mis ojos, permiso—agarrándome —necesito abrazarla y darle miles de besos antes de que se vaya.

—Nada de eso, aquí la que no da buenos consejos es usted Elizabeth—levantando una ceja.

Mi tía Elizabeth tiene 29 años, es algo loca, siempre me pasa diciendo que me va a dejar el tren en el amor, que ella a mi edad era muy romántica, pero para mi criterio el amor llega cuando tiene que llegar y a mí todavía no me ha llegado.

—Venga, mis ojos —me abraza — cuídate mucho y vuelva locos a los chicos de Atlanta —se ríe —buena suerte pequeña.

Porque siempre tiene que salir con eso. Odio este tema “hombres”.

—Tú sabes que eso no va conmigo tía, te prometo que si encuentro un chico eres la primera en saberlo— digo un poco molesta —pero como eso está muy lejos vas a tener que esperar —digo en tono sarcástico.

Le dejo un beso en la mejilla y sigo mi camino dónde están mis primitos, son tres terremotos hermosos, tienen una energía interminable. Uno tiene siete años, es hijo de Elizabeth y los otros dos son de Denise que tienen 10 y 8 años. Los veo como mis hermanos menores, ya que los cuidaba la gran parte de mi tiempo libre.

—Aly te vamos a echar mucho de menos, recuerda mandarnos fotos de allá, te queremos y cuando vuelvas tráenos muchos dulces —me dicen con esa sonrisa de oreja a oreja.

No puedo evitarlo y me echo a reír con ellos, son muy lindos, los abrace muy fuerte.

—Claros pequeños terremotos, cuiden a sus mamis y traten de no darles mucha guerra.

Les doy miles de besos y me despido de ellos con una sonrisa.

Mi abuela solo tuvo tres hijas y mi madre es la mayor, ella tiene 43 años, se casó con mi padre a los 20 años, al año quedó embarazada de Ethan mi hermano mayor, que tiene 24 años, ya no vive con mis padres se fue desde que entró a trabajar en St. Vincent's Birmingham, él es médico de cardiovascular y aunque no viva con mis padres siempre está atento a ellos, Samuel es mi otro hermano tiene 21 años él estudia Farmacia en Samford University ya le falta poco por terminar su carrera, él tampoco vive en casa, cuando empezó a estudiar se fue con varios amigos a vivir en un apartamento y yo soy la pequeña de la casa apenas tengo 18 años, a mí me dieron la oportunidad de irme porque me he ganado la confianza y quiero estudiar en una de las mejores Universidades de la arquitectura. Veo a mi madre con un pañuelo, camino hacía donde está ella y la abrace fuerte sin decirle nada, nos quedamos gran rato así y no veo que nadie nos interrumpe hasta que ella con voz llorosa dice.

—Mi amor no me hagas caso—es imposible no hacerle caso, es mi madre y veo que sufre porque me voy...

—Mami es imposible lo sabes… —me detiene poniendo un dedo en mi boca.

—No digas nada mi niña, ven dame un beso que dure hasta que nos volvamos a ver—me da risa esa petición y le plantó un beso que dure bastante tiempo. Cuando me suelto le digo.

—Te amo mami te voy a extrañar mucho, pero te voy a estar llamando, no creas que porque me voy te vas a deshacer de mí así tan fácil, eso jamás madre. – se ríe a carcajadas y eso me pone muy feliz.

—Yo también te amo cariño y vete ya porque si no me voy a arrepentir—Dice entre risas.

La dejo y sigo mi camino en busca de mis hermanos ya que nos falta poco tiempo para irnos, cuando de pronto siento unas manos que me alzan por detrás y me susurra…

—Pequeña ¿en qué piensas? ¿Te ibas a despedir de mí?

Supe de una vez que era Ethan, con esas voz fuerte y ronca, tiene un cuerpo bastante fornido y unos brazos muy marcados, me dio la vuelta para quedar de frente y veo esos ojos verdes como los de mamá, el cabello castaño oscuro con el mío y es muy alto.

—Claro que no, más bien los andaba buscando a ti y a Samu, tú sabes bien que esto de las despedidas no va conmigo, pero bueno hoy toco, te voy a extrañar mucho grandulón—lo digo con tristeza—espero que vayas a verme.

—Claro pequeña eso no lo dude. Quiero conocer dónde vas a vivir, también te voy a estar escribiendo —me guiña un ojo. Me río

—Está bien…—nos sorprende a los dos cuando nos abrazan y Ethan reí fuerte, trato de volver a ver y veo que es Samuel.

—Pioja ¿qué voy a hacer sin ti, a quien voy a molestar? —nos reímos Ethan y yo con escuchar ese comentario, si yo sé, soy la menor y me molestan muchísimo los dos, para ellos soy su tesoro la bebé de la casa. Trato de soltarme de los dos, pero no lo consigo.

—No diga eso Samu, nos vamos a estar comunicando lo sabes, todo sigue igual solo con un poco de distancia—dije sonriendo—además ya, no sigan los dos porque me voy a poner a llorar y ustedes saben que eso no me gusta y ya he llorado lo suficiente por hoy y el resto de mi vida— trato de poner cara de enojada.

Se ríen los dos a cargadas, como los amo, son lo mejor de mi vida. Samuel es un poco más alto que Ethan, tiene ojos verdes claro, cabello castaño claro y, tiene se parece a Ethan. Tienen un cuerpazo después de entrar al gimnasio, y sí que los voy a extrañar bastante los dos, siempre me sacaban a pasear con ellos, ya que lo hacían como algo de hermanos.

—Los amo a los dos y quiero que me suelten ya—les dije alargando la “a”.

—Claro, claro de inmediato—dicen y se ríen —también te amamos pequeña y te vamos a ir a ver.

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