Home/ Destinada a ellos Completed
Ningún ser humano podría trabajar para dos jefes hombre lobo, excepto yo, su compañera humana.
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Punto de vista de Cyrus

Miré por la ventana del lado del pasajero y observé a los desprevenidos humanos que seguían adelante con sus aburridas vidas mientras conducíamos al trabajo. Éramos dueños de la compañía de tecnología más grande del país y trabajábamos junto a ellos, pero difícilmente los toleraba. Hice una mueca de disgusto mientras los observaba. Casi no lograba recordar qué se sentía ser un humano; odiaba la idea de volver a ser tan frágil.

Los humanos eran unas criaturas sumamente desagradables, pero, por desgracia, mis obligaciones laborales me exigían convivir con ellos. Trataba de tranquilizarme repitiéndome que solo tendría que soportar su presencia en unas cuantas reuniones de trabajo. Por lo general dejaba que fuera Eli quien asistiera a las mismas, pues sabía lidiar con ellos mejor que yo; no ansiaba su sangre, no deseaba matarlos y cuando estaba junto a ellos no sentía los violentos impulsos que su presencia suscitaba en mí.

Eli era un licano y antes de que nos conociéramos tenía su propia manada. Pero yo no podía soportar estar cerca de ellos, pues sentía una desesperada sed de sangre y un hambre insaciable que trastornaban mis sentidos. Sin embargo, ahí estaba, a punto de salir del auto y pasar un rato con un puñado de imbéciles. Es increíble hasta dónde estamos dispuesto a llegar por el bien de la pareja; había sacrificado a su manada por permanecer junto a mí, así que debía retribuirle dicho sacrificio.

"Ya cálmate", me dijo mientras avanzábamos por la calle principal rumbo al trabajo. Le gruñí; a diferencia de mí, él no tenía que esforzarse por reprimir sus instintos sangrientos ni por ignorar el constante llamado de voces en su mente.

"Hablo en serio, Cyrus; no es buena idea que asistas de mal humor a la reunión. Lo que menos quiero en este momento es tratar de encubrir el hecho de que mataste a un empleado nuevamente, Supongo que recuerdas el drama de la última vez", me dijo. Suspiré, tratando de tranquilizarme.

Había un tráfico endemoniado aquel día. De repente un pequeño automóvil rojo se interpuso en nuestro camino y frenó intempestivamente, haciendo que Eli tuviera que detener rápidamente el automóvil con el freno de mano para evitar que chocáramos con la parte trasera del automóvil de quienquiera que fuera la estúpida persona que iba en el vehículo que obstaculizaba nuestro camino. Eli hizo sonar la bocina y maldijo en voz baja. De repente una mujer bajó la ventanilla del conductor y nos hizo pistola descaradamente por haberlo hecho, cuando había sido ella quien nos había cerrado el paso. "¡Qué descarada!", gruñí al tiempo que me disponía a asir la manija de la puerta del automóvil; iba a enseñarle modales. 

Eli me agarró del brazo y sacudió la cabeza en señal de rechazo mientras el pequeño automóvil aceleraba y zigzagueaba entre el tráfico; los conductores de los demás autos le tocaban la bocina para llamar su atención mientras ella se dirigía hacia su destino a una velocidad vertiginosa. Eli también cambió de carril en el momento en que advirtió que el automóvil de la mujer entraba en el mismo estacionamiento al cual nos dirigíamos, es decir el que estaba destinado al personal. Sin duda yo disfrutaría haciéndola llorar por su rudo comportamiento.

"Me pregunto cuál de nuestras empleadas fue la que nos cerró el paso y nos hizo ese gesto obsceno", me dijo Eli riendo. Hice una mueca de desprecio a sabiendas de que aquella desconsiderada mujer la pasaría muy mal una vez que descargara su ira en ella. Pude ver que el pequeño automóvil rojo se dirigía rápidamente hacia la parte trasera del estacionamiento mientras ocupábamos el lugar del mismo reservado para nosotros, el cual estaba cerca del ascensor. El elevador que normalmente utilizábamos estaba averiado, de modo que temía utilizar el ascensor principal para dirigirnos al vestíbulo en vez de al piso en el cual estaba situada nuestra oficina.

Me apeé del automóvil y me dirigí hacia donde avanzaba el automóvil de la mujer.

"Cálmate; podemos revisar las cámaras para averiguar quién es esa mujer", me dijo Eli. Gruñí pero lo seguí. Tenía razón; cuando la encaráramos seguramente se sentiría atemorizada. Sonreí al pensar que, aunque no solíamos ir a ese lugar, a nadie le agradaba cruzarse en nuestro camino.

Nos dirigimos al ascensor. Cuando entramos en él le ajusté el saco gris de su traje. Flotaban en el aire el perfume y el sudor de la gente. Me ardía la nariz mientras trataba de no inhalar aquellos malos olores. Presionó el botón del ascensor, pero antes de que las puertas del mismo se cerraran escuché que alguien corría hacia él. Sonreí, pues sabía que se trataba de la mujer que nos había cerrado el paso. Lancé un gruñido; estaba a punto de evitar que las puertas del ascensor se cerraran, pues quería darle una lección que nunca olvidara, cuando de repente una mano detuvo las puertas y el aroma de aquella mujer inundó mis sentidos. Todo mi cuerpo se puso tenso mientras aquella beldad entraba en el ascensor, ignorando que estaba siendo observada por un par de depredadores que estaban a punto de perder el control y abalanzarse sobre ella.

Estaba hablando por teléfono, descalza, y era evidente que tenía prisa, puesto que ni siquiera nos miró. Por fortuna no lo hizo, ya que su aroma me resultaba demasiado embriagador. Podía sentir que mis ojos se transformaban y mis encías hormigueaban. La observaba mientras se agachaba para ponerse los zapatos, sin saber que su trasero presionaba mis gen*tales. Sentí cómo mi mi*mbro viril aumentaba de tamaño y experimenté el impulso de gruñir y poseerla.

"Aparéate", escuché que Eli susurraba en voz muy baja, así que seguramente ella no lo había escuchado. Estaba obsesionado con aquella hermosa mujer que estaba al alcance de mi mano. Su cabello color castaño chocolate caía sobre sus hombros mientras se esforzaba por abrocharse los zapatos y sostenía el teléfono celular en su oído.

Deseé con desesperación que se volviera para ver quién era aquella mujer que me había hipnotizado y despertado mis impulsos sexuales. Ella ignoraba completamente que estaba haciendo grandes esfuerzos por controlarme mientras estaba de espaldas a mí. Eli, quien estaba de pie al otro lado de ella, tomó mi brazo mientras yo trataba de contener mis deseos de tocarla. Entonces le lancé una mirada a él.

No tenía la menor idea de que estaba a punto de vivir una experiencia aterradora, pues no permitiríamos que escapara. Sería nuestra, quisiera o no. Tomé su mano mientras trataba de contener mi impulso de poseerla; se sobresaltó cuando mi mano entró en contacto con su suave y delicada piel. Estaba en trance mientras deslizaba mi mano sobre su costado en sentido ascendente; era como si saltaran chispas de la palma de mi mano. Se apartó cuando la toqué y un grito salió de sus gruesos labios. Sabía que se había dado cuenta. Me miró fijamente y murmuró una disculpa; seguramente sus instintos le decían que no teníamos buenas intenciones. Los humanos simplemente no entienden por qué se sienten así cuando están junto a nosotros. La piel de sus brazos se había puesto de gallina y era evidente que su corazón galopaba en su pecho, lo que indicaba que yo la había hecho sentir atemorizada. Éramos un par de depredadores y estaba a punto de convertirse en nuestra presa. Yo la devoraría y sería nuestra.

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