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  Hablando en serio, ¿Quién dijo eso? ósea, olvídenlo. Si la mayoría se comporta así, es porque tienen gustos diferentes al usual de su país. Y todo lo diferente en este mundo es inadaptado. Tristemente. Pero esa ley no funciona en mí. Nací chora y moriré chora. Nunca encontré algo malo o raro que me guste el animé, o el manga o la música asiática. ¿Por qué debería? Yo camino orgullosa por la calle con mis gustos, eso significa que de verdad me gusta. Llevo dos años tratando de enseñarles eso a mis compañeros, les dicen bicho raro y después se lo creen. En fin, es una batalla constante. En el campus, las demás carreras se burlan de nosotros. Dan por hecho que todos los que estudiamos esto somos otakus. Pero la verdad no es así: También hay gamers, Jpopers, adictos a los comics, muñecos, los kawaii y uno que otro Kpoper. ¿Ven? Y para los que no saben: Otaku en Japón, es alguien fanático. Casi obsesivo. Pero puede ser de cualquier cosa, de lo que te imagines. No solo animé y manga. La gente suele ocupar mal su significado. Me perdí, ¿Que decía? Ah sí. NO TODOS LOS OTAKUS SON TÍMIDOS.

  Yo soy la prueba viviente.

  Primer día, quinto semestre. Para variar, iba atrasada a mi primera clase de Kanji. Mis senpai dicen que es imposible, y horriblemente difícil. Pero me tengo fe, después de todo fui de los mejores promedios estos últimos años. Nada debería cambiar. Salí del metro corriendo, le había dicho a la Cata que nos juntáramos en la entrada para ir juntas.

A ella le da miedo entrar sola

crucé la calle corriendo antes de que la luz cambiara. Al otro lado de ésta, un tipo de pantalones holgados me gritó: ¡ENANA RIKAHHH!

  Ante la rabia me detuve para verlo a los ojos antes de seguir mi camino.

  —¡CÁLLATE FLAITE DE MIERDA! —le respondí con todas mis fuerzas. Las personas alrededor me quedaron viendo impresionados. El mismo flaite se cayó y bajó la cabeza. ¿Ven? hasta ahí les dura lo valiente. El problema de la gente aquí es que se queda callada. Y eso precisamente es lo peor que puedes hacer.

  Me di media vuelta y me puse otra vez mis audífonos. Sonaba Mic drop de BTS. Perfecto. Corrí con mis piernas cortas la cuadra que me quedaba hasta la universidad. En la entrada vi a la Cata con sus lentes hipster y calcetines rosados. Kawaii…

  —¡Kami estamos atrasadas! —se quejó despacito cuando llegué.

  —¡Perdón, perdón! —exclamé. Tomé su mano y corrimos por las escaleras hasta nuestra sala. Ya todos habían entrado. Toqué la puerta y la abrí aun cuando nadie respondió. Todos mis compañeros nos quedaron mirando. Muchas caras conocidas…

  —¡Ya llegando tarde! —dijo uno de ellos provocando la risa de los demás. Lo fulminé con la mirada. Enseguida se callaron. Cobardes.

  Sin darme cuenta la Cata ya estaba sentada en una silla atrás.

  —Ya puedes tomar asiento. —sonó una profunda voz masculina en un perfecto Japonés. Era el profesor con mejor pronunciación que había escuchado. Me di vuelta sorprendida, el sensei, casi un metro más alto que yo, me miró con una sonrisa. En ese momento mi mundo se congeló: Era japonés. Nariz pequeña y respingada. Labios delgados y cabello completamente negro. Me miró con sus amables ojos de un solo párpado. Y mi corazón latió fuerte. Tenía que ser una broma… ¿Me había enamorado a primer vista de mi profesor? entonces, respondí. Fuerte y claro:

  —¡¿NANIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII?!

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