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  [ J A N E ]

  Siempre estuve orgullosa de mi padre, Richard Winston, por que siempre intento a toda costa llegar a la política y siempre nos dio una buena vida a mi madre y a mi. Lo amaba pero de un tiempo para acá, empezó a dejarnos solas y a no contar nada de lo que hacia, así mismo yo fui creciendo y cambiando de actitud.

  Fue rápida su campaña para la presidencia de Noruega y también las elecciones donde salió victorioso. Ahora teníamos que acostumbrarnos a estar bajo los ojos de todo el país y a comportarnos.

  – Ahora tu y yo somos la imagen de papá — me decía mi madre —, tienes que dar un buen ejemplo hasta en la escuela, Jane. No lo decepciones.

  Deje de sentarme como macho sobre el sofá y puse la espalda recta a la espera de su sonrisa. Era la parte que mas odiaba de su candidatura, las holgadas vestiduras y la sonrisa por todos y por todo, pero lo hacia por que amaba a mi papá y no quería decepcionarlo.

  – Eso es... — dijo ella sonriendo — ¿estas lista para la escuela?

  – Iré arriba para terminar de arreglarme... — le sonreí y bese su mejilla.

  A pesar de que todos los ojos estaban puestos en mi padre y la familia, yo no podía dejar de lado mi estilo despreocupado y juvenil. Mis padres decían que estaba un poquitín desatada.

  Arregle la corbata del uniforme sobre la camisa blanca y la fea falda azul a cuadros, pase unas cuantas veces mas la plancha por mi cabello y retoque las pecas de mi cara.

  Baje rápidamente y me despedí de mi madre, no podía ir conmigo ya que tenia asuntos que resolver con mi padre pero agradecida de tener chofer, me subí al auto.

  – ¿Podrías dejarme en la casa de Mia? — le dije al chofer.

  – Tengo ordenes de dejarla en la escuela, señorita Jane — respondió este con voz suave.

  – Vamos — rogué —. Iré a clases con ella, lo prometo...

  Lo vi suspirar cansado y sonreí. Era un chofer nuevo y no se esperaba todo lo que tendría que soportar por mis caprichos. Finalmente me dejo en la casa de Mia y espero atento a que entrará a la casa. Voltee los ojos hasta que mi mejor amiga abrió.

  – ¿Ese es tu chofer? — fue lo primero que dijo.

  – Hello, Mia, ¿Como estas?, ¿Qué tal todo? ¿no? — pregunte sarcástica.

  – Ni que no nos hubiéramos visto en dias... — me abrazo —. Ahora, responde...

  – No es mío, es de toda la familia...

  – Esta bueno.

  – Asquerosa — reímos.

  – ¿Por que? A veces creo que te gustan las mujeres, no te he visto un novio en los ocho años que llevamos de amistad... Ahora es cuando deberías aprovechar que eres "famosa" — hizo las comillas con sus dedos.

  – Sabes que no es lo mío. Y si fuera lesbiana me gustarías tu, ya te lo he dicho... — sonreí —. ¿Qué tal la fiesta de anoche?

  – Aburrida. Mell y Brian se pelearon y tuve que sacar a todo el mundo a patadas... — reímos.

  – Que mal... ¿ya vamos? Estas haciendo el tonto para no ir...

  – ¿Vamos a la escuela juntas?

  – Obvio. Me estas tocando los huevos, de verdad.

  – Tu no tienes huevos, yo si, ¿quieres verlos? — reímos.

  – Claro, hermafrodita...

  Salimos a la calle fría con las mochilas al hombro y caminamos el corto camino a la escuela. Para mitigar el frio, ambas encendimos un cigarro.

  – ¿Vas a darle la oportunidad a Mell? — me pregunto.

  – No... — expulse el humo por la boca —. O no lo se, después de lo que sucedió en tu casa no me imagino como debe tener la cara... — reímos.

  – No tan mal. Brian fue el mas golpeado...

  A unos cuantos pasos de la escuela, arrojamos los cigarros a un lado y caminamos mas rápidamente hacia la entrada del instituto. Desgraciadamente, tuve que separarme de Mia ya que teníamos clases distintas.

  Historia. Odiaba esa clase y lo peor de todo era que eran dos interminables horas, donde yo solo miraba la ventana esperando la hora de salir.

  – Señorita Winston... — llamo el profesor y me enderece en el asiento —, ¿no le interesa la clase? — me quede callada —. Pues debería, ¿Qué ejemplo les esta dando a sus compañeros siendo la hija de nuestro nuevo presidente?

  Cuando tuve la ocasión, voltee los ojos sin que el maestro tocapelotas me viera. Mell se acerco a mi.

  – ¿Qué tal esta la chica de ojos verdes y hermosos? — me dijo y sonreí.

  – ¿Como crees?

  – ¿Por que no fuiste a la fiesta de Mia?

  – No pude, además, ella me contó que fue un fiasco. Peleaste con Brian...

  – No soporto que te mire de la manera en la que lo hace...

  – Como si tu no me miraras el culo, Mell...

  – Pero con discreción — reímos suavemente —. ¿Vas a darme una oportunidad, Jane?

  – Cuando dejes de pelear con gilipollas por mi, cuando yo ni siquiera estoy, vuelves a preguntarme...

  Él sonrió y le di la espalda para poner atención a la clase y no volvieran a reprenderme.

  Las seis horas de clase fueron interminables pero al fin había sonado el timbre de salida. Mia se había acercado a mi para decirme que el director me necesitaba y ella como no podía esperarme se despidió rápidamente.

  A regañadientes fui a la dirección y para lo único que me necesitaba el director era para felicitar a mi padre, mas bien lamerle el culo para que mayor parte del presupuesto de gobierno se fuera en su escuela y en la educación. Me retuvo un largo rato, hablando de mi padre

había estudiado en la misma escuela

, de mis notas y otras cosas para que no me sintiera incomoda con las habladurías de los otros estudiantes.

  Le dije que tenia que irme por que mi chofer podría estar me esperando en la entrada, la verdad era que ya estaba harta de escucharlo hablar.

  Cuando salí de la dirección, note que todos ya se habían ido y había una soledad sepulcral en el establecimiento. Sin mirar atrás fui a recoger mis libros y sin prisa los lleve en la mano.

  Sali hacia el umbral, igual de solitario y no vi por ningún lado la camioneta del chofer.

  – Estuvo esperándote un rato... — dijo alguien detrás de mi —, pero como no salías supuso que te irías con Mia...

  Al ver al hombre que arrojaba un cigarro lejos acercarse a mi, di un paso al lado y voltee los ojos. Maldito imbécil de mi chofer.

  – Gracias por la informacion... — dije fastidiada.

  – Yo puedo llevarte — sus ojos pardos brillaron cuando una sonrisa de medio lado apareció en su rostro —. Mi auto esta por allá...

  – No hay problema. Llamare a mi madre para avisarle...

  – Sube al auto...

  De un momento a otro su voz se había hecho dura, su sonrisa había desaparecido y se acercaba peligrosamente a mi. Lo mire pensando que bromeaba, pero su expresión daba miedo y su altura me intimidaba.

  – No quiero subir a tu puto auto — dije lentamente.

  – Vamos, cariño. No me hagas hacerlo por las malas...

  Supe de inmediato que estaba en peligro y mire al interior del instituto el cual estaba vacío. A cada paso que daba hacia atrás él se acercaba. Pensé en gritar pero en el borde de su pantalón dejaba ver que tenia un arma. Trague sonoramente y pensando en escapar, le lance los libros al pecho para distraerlo.

  Empecé a correr, queriendo rodear la escuela y llamar la atención del director. Las botas negras que tenia aquel hombre sonaron fuertemente contra el pavimento. Me seguía.

  Me quite la mochila de los hombros y apunte a su cara, pero fue más ágil y la esquivo.

  – ¡Auxi...!

  Su brazo rodeo mi cuello y lo escuche sisear, iba a gritar de nuevo pero un pañuelo húmedo en mi boca y nariz me detuvo. De inmediato mi cuerpo se sintió mas pesado y lo ultimo que vi fueron sus ojos verdes dilatados.

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