About
Table of Contents
Comments (5)

  El sonido de la madera siendo golpeada hace estragos en mis nervios alterados.

  Estar aquí me enferma como nunca nada lo ha hecho. Se siente incorrecto, doloroso y tortuoso, y lo único que deseo hacer es marcharme.

  Odio estar en este lugar. Odio los recuerdos. Odio sentirme como lo hago ahora mismo. Es como si la chiquilla miedosa que he tratado de mantener encadenada en lo más profundo de mi ser estuviese a punto de despertar de un sueño profundo.

  Tomo una inspiración larga y pausada y dejo escapar el aire con lentitud antes de girar sobre mi eje. Acto seguido, me encamino hacia la puerta de la entrada.

  El pasillo que da hacia la sala se siente más estrecho y largo que nunca. Las paredes de este lugar me asfixian y me abruman tanto que apenas puedo mantener el hilo de mis pensamientos. Apenas puedo mantener los recuerdos en lo más profundo de mi cabeza.

  Mis pasos avanzan rápidos por la alfombra del apartamento. El olor a humedad está impregnado en todos lados y, por más que he pasado la mañana entera limpiando, no he podido deshacerme de las partículas de polvo que revolotean y son visibles gracias a la luz que se filtra por las ventanas. Hace un año me fui de este lugar y me prometí a mí misma que no iba a volver. Hace un año decidí juntar todas mis piezas una última vez para tratar de salir adelante; y, pese a eso, ahora estoy aquí, tratando de acabar con uno de los últimos lazos que tengo con mi pasado. Uno de los últimos lazos que tengo con él…

  Mis dedos se cierran alrededor del metal de la perilla y dudo unos instantes. Estoy ansiosa hasta la médula.

  No estoy lista para hacer esto, pero sé que, si no lo hago, no seré capaz de seguir adelante. Necesito acabar con todo de una vez por todas. Necesito cortar de tajo con todo aquello que lo trae de vuelta a mí.

  Inhalo profundamente y exhalo con lentitud, en un débil intento de aminorar el nerviosismo que retuerce el nudo en la boca de mi estómago.

  La puerta vuelve a ser golpeada en ese momento y me sobresalto un poco. Una maldición baja sale de mis labios y cierro los párpados con fuerza antes de obligarme a abrir.

  Toda la sangre se drena de mi rostro en el instante en el que mis ojos se encuentran con él. No puedo creer que esté aquí. No cuando ha pasado tanto tiempo…

  Unos ojos azules me miran con diversión, y hay una sonrisa fácil y burlona pintada en los labios del chico delante de mí.

  Luce muy diferente a como lo recuerdo. Su cabello rubio oscuro está un poco más largo que antes y la palidez de su piel resalta el tono oscuro de las bolsas que hay debajo de sus ojos.

  —Pareciera que has visto un fantasma, Maya Bassi. —En este momento, incluso su voz suena diferente a como la recuerdo.

  —¿Qué quieres? —Las palabras salen con más brusquedad de lo que pretendo, pero no puedo evitar sentirme vigilada.

  «¿Qué demonios está haciendo aquí?».

  Una risita irónica brota de sus labios y niega con la cabeza mientras juguetea con el bastón que lleva entre los dedos. Luego de eso, recarga el peso de su cuerpo contra el marco de la puerta.

  No me atrevo a apostar, pero podría jurar que hay un atisbo de dolor en sus facciones mientras Luke recarga el cuerpo contra la puerta; es por eso que, en automático, mi vista se posa en su cadera —la cual descansa contra la vieja madera— y sin que pueda detener el hilo de mis pensamientos, me pregunto cuánto le duele.

  —¿Así es como saludas a quien no has visto en mucho tiempo? —habla con aire despreocupado y mis ojos barren la extensión de su delgado cuerpo hasta llegar a su cara—. Si es así, cariño, tienes un serio problema.

  —¿Qué es lo que quieres? —La frialdad en mi tono parece sacarlo de balance, pero no deja que se le note demasiado.

  Una media sonrisa juguetona se desliza en sus labios.

  —No soy tu enemigo. Lo sabes, ¿cierto? —dice.

  —Si no me dices qué demonios estás haciendo aquí, voy a cerrarte la puerta en la cara —suelto, con irritación.

  No puedo creer que esté aquí después de tanto tiempo. No tiene derecho a aparecer en mi vida cuando estoy a punto de cerrar un ciclo así de importante.

  Las cejas de Luke Thompson se disparan al cielo en un gesto cargado de fingido horror.

  —No sabía que mi presencia no era bienvenida en este lugar —dice. Sé que trata de aminorar la tensión en el ambiente, pero lo único que consigue es alterarme aún más.

  —¿Vas a decirme qué haces aquí o vas a marcharte para que yo pueda seguir con mis asuntos? —Trato de sonar enojada, pero mi declaración solo hace que sonría un poco más.

  —¿Quieres que vaya al grano, Maya? —Asiente—. Bien. Estoy aquí para detenerte de hacer una locura.

  —¿Una locura? —bufo, al tiempo que niego con la cabeza—. ¿Es una locura deshacerme de un lugar en el que ni siquiera vivo? —Mi ceño se frunce un poco en ese momento y sé que, ahora más que nunca, es capaz de notar cuán afectada me siento por su presencia en este lugar—. De todos modos, ¿quién te dijo que voy a vender el apartamento?

  Luke se encoje de hombros.

  —¿Acaso importa?

  —En realidad, sí. Necesito saber quién está metiéndose en lo que no le incumbe. ¿Cómo lo supiste? —atajo. No quiero sonar así de violenta o a la defensiva, pero lo hago de todos modos. Lo hago porque la presencia de este chico es tan abrumadora como la del mismísimo hombre que se marchó y me dejó aquí, a mi merced, la última vez.

  —Le dije a la comunicativa mujer del primer piso que, cuando vinieras, me llamara. —Luke explica, al cabo de unos segundos—. He de admitir que me sorprendió mucho recibir su llamada esta mañana. Ha pasado mucho tiempo desde que te fuiste. Creí que nunca volverías.

  El puño invisible que atenaza mi estómago se retuerce una y otra vez, y aprieto los dientes en un intento desesperado por mantener la calma.

  «Ya no eres esa chiquilla estúpida que lloraba por todo», me digo una y otra vez. «No puedes dejar que lo que diga te afecte».

  Un suspiro entrecortado brota de mis labios y niego con la cabeza antes de mirarlo a los ojos.

  —Vete de aquí, Luke —digo, con la voz enronquecida por las emociones—. Voy a vender el apartamento. Ya lo decidí, y, a no ser que vengas a hacer una oferta por él, lo mejor es que te marches.

  —Maya, no puedes deshacerte de este lugar. —La urgencia con la que habla de pronto me toma por sorpresa—. Harry no lo quería de esa forma.

  —Harry no está aquí ahora —suelto, con más brusquedad de la que pretendo.

  La tristeza tiñe las facciones de Luke y noto cómo traga duro antes de bajar la mirada al suelo.

  —Sé que estás enojada por lo que hizo, pero…

  —No estoy enojada, Luke —digo. Estoy cansada de repetir la misma historia una y otra vez—. Hace mucho tiempo que dejé de estar molesta con él por lo que pasó.

  —¿Entonces por qué demonios quieres vender este lugar?

  —Porque estoy lista para dejarlo ir. —La serenidad en mi voz me sorprende—. Necesito seguir adelante. Harry no va a volver. Lo acepté hace mucho tiempo. Quizás es momento de que tú también lo hagas.

  La boca del chico delante de mí se abre para decir algo, pero parece pensarlo mejor, ya que la cierra de golpe y aprieta la mandíbula.

  —Deshacerte de este lugar no va a eliminar el sacrificio que hizo por ti. —El reproche en su voz no me pasa desapercibido, pero no dejo que me afecte. No va a utilizar ese recurso conmigo.

  —Y quedarme atascada en el pasado tampoco va a sacarlo de la cárcel. —Mi voz suena más ronca de lo normal, pero no aparto mis ojos de los suyos.

  Un destello furioso surca la expresión de Luke, pero desaparece tan pronto como llega.

  —Lo único que él hizo fue ver por ti —dice, con un hilo de voz.

  —Y lo agradezco, pero no puedo pasar mi vida entera lamentándome su partida. Ha sido suficiente.

  —Se entregó por ti —sisea. Esta vez no disimula ni un poco el coraje que lo invade—. Mató a alguien por ti.

  Una risa irritada brota de mis labios y niego con la cabeza. No puedo creer que trate de utilizar la culpa en mi contra. No puedo creer que trate de hacerme sentir responsable por lo que pasó. No fue mi culpa. Harry se entregó porque él creía que era lo mejor para nosotros. Para él.

  Harry se entregó a voluntad, por más que le pedí que se quedara a mi lado. Se entregó porque él creía que era lo correcto.

  —No voy a hacer esto —digo, determinante—. Me rehúso a aceptar que vengas aquí a hablarme de algo que pasó hace más de un año, Luke. Voy a vender este lugar, y, a no ser que vengas a comprarlo, será mejor que te vayas.

  —¿Es dinero lo que necesitas? —inquiere, y la ira hierve en mi sangre.

  El coraje se apodera de mi cuerpo a una velocidad impresionante. Mi pulso se acelera ligeramente, mi mandíbula se tensa, mis puños se cierran con brusquedad y, de pronto, quiero estrellar mi palma contra su rostro.

  —Cuando necesito dinero, trabajo horas extras —escupo, con brusquedad. No me molesto en ocultar el enojo que siento—. Ni quiero ni necesito un maldito centavo proveniente de absolutamente nada que tenga que ver con Harry Stevens. A estas alturas deberías saberlo.

  —¿Qué hay de todo el maldito dinero que dejó a tu nombre? —Luke espeta, con irritación—. ¿A quién quieres verle la cara? —Niega con la cabeza—. No vengas con aires de dignidad, cuando…

  No es capaz de terminar su oración. No se lo permito. Mi mano, para el momento en el que me doy cuenta, ya se ha estrellado con violencia contra su mejilla; y su rostro ya se ha girado con violencia debido al impacto de mi bofetada.

  Mi palma arde y la adrenalina recorre mi torrente sanguíneo en ese momento. Mi respiración es irregular debido a las emociones contenidas, y a pesar de eso trato de reprimir la ira que me invade.

  —Ese dinero ahora es de Anne Hill. Todo está a su nombre, como siempre debió haber estado —siseo, con la voz temblorosa debido a las emociones contenidas—. No tienes derecho alguno a venir aquí a cuestionar qué demonios hago con mi vida. ¿Y el dinero que saldrá de la venta de este apartamento? Ese también estará a nombre de Anne. No necesito el dinero de Harry. Nunca lo he necesitado.

  Los ojos de Luke se clavan en mí, y noto la ira en ellos, pero también noto la culpa en su expresión. Su mejilla izquierda se ha enrojecido debido al impacto de mi mano, y casi puedo jurar que ha comenzado a hincharse.

  —Maya… —comienza, pero yo ya me encuentro negando con la cabeza para que se detenga.

  —Será mejor que te marches, Luke —lo interrumpo.

  De pronto, lo único que quiero hacer es poner distancia entre nosotros. Es poner distancia entre todo lo que su cercanía representa y su ligadura al pasado trae a la superficie.

  Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hablé con alguien acerca de Harry y de la horrible pesadilla en la que me vi envuelta a causa de Alexis Rodríguez y Tyler Lawson.

You may also like

Download APP for Free Reading

novelcat google down novelcat ios down