About
Table of Contents
Comments

El repetitivo sonido de su alarma la sobresaltó de su profundo sueño, estirando su mano para apagar el reloj digital.

Abrió sus ojos y se encontró con el blanco techo con apenas una tenue luz que anunciaba el pronto amanecer. Se sentó y estiró sus brazos sobre su cabeza a la vez que bostezaba, haciendo crujir las sábanas bajo ella.

Saltó de su cama inmediatamente, sus pies descalzos impactando con el frío mármol.

Salió de la habitación y bajó hasta el primer piso de su apartamento, tomando el control que se encontraba en la isla de la cocina, pulsando un botón para levantar las persianas. Se dirigió al refrigerador para tomar un botellón de agua, dejándolo en la encimera y sacando un pepino picado en rodajas, colocándolo en el agua para darle sabor, bebiendo de este.

Preparó rápidamente su desayuno y su batido de proteínas para sentarse en el sofá, revisando sus redes sociales, tomando unas cuantas fotografías de su comida y el amanecer que comenzaba a tomar fuerza en el cielo.

Al terminar volvió a su habitación, levantando las persianas manualmente, caminando a su closet para cambiar su ligero pijama por un conjunto deportivo de short y crop-top de manga larga.

Salió al gimnasio del complejo de apartamentos únicamente con su celular, audífonos y agua.

Tras dos horas de pesados ejercicios corrió a la ducha apenas piso su hogar. Colocó unos rollos en su largo cabello negro para darle forma y evitar que este se mojara. Con las rodillas pegadas a su pecho se dedicó a frotar su piel con delicadeza, al salir dejando que el agua se secara libremente mientras colocaba los productos en su rostro, dando masajes.

Su maquillaje era ligero y sobrio, una media coleta en su cabello ondeado, mom jeans y un suelto jersey tejido en color blanco a juego con sus zapatos.

Luego de hacer unas cuantas inversiones en el mercado, estaba en medio de una clase virtual, ya que había comenzado su tercera carrera, la cual no podía estudiar presencialmente por sus constantes viajes.

La pantalla de su celular se iluminó junto a su laptop, con una notificación de una conocida aplicación.

Kiyoshi Ito

Situación: Boda de un socio de negocios.

Locación: Dubái.

Fecha: 16/09/2022-18/09/2022

Papel: Novia.

En las especificaciones solo requería que llevara ropa discreta y elegante, junto a uñas en tono nude.

Sonaba interesante, aunque no tenía muchas ganas de salir ese fin de semana, el monto completo por los tres días la convenció.

21.000$

Presionó el botón de aceptar sin pensarlo mucho.

Terminada su clase reservó en un showroom de confianza para comprar la ropa necesaria para el viaje, y más tarde iría a cambiar el color y largo de sus uñas.

Mientras estaba en la parte trasera de su auto con su conductor manejando en silencio, googleo el nombre de su nuevo cliente.

Se encontró con su nombre en la página de Wikipedia, enarcó una ceja.

Al entrar vio la foto de un guapo hombre asiático, en traje y ligeramente peinado hacia atrás.

Mandíbula cuadrada y fuerte, ojos rasgados de cazador, nariz de botón y labios del tamaño ideal, un pequeño lunar en su pómulo izquierdo.

Se deslizó por su información personal, 35 años de edad, empresario, dueño de una decena de empresas a las cuales no les prestó atención, estudió economía, contaduría y administración de empresas.

Muy perfecto para ser verdad, por lo que se desplazó a su información de infancia.

Nacido en una influyente familia descendiente del Clan Fujiwara, el mayor de tres hijos. Familia tradicional y conservadora, estudió en un internado en Reino Unido.

Ahora tenía sentido, se nota que era el hijo perfecto de papi y mami.

«—»

Salió con pesados pasos del edificio, haciéndole una seña con la cabeza al chofer que se iban, quien no dudó en moverse rápido al sentir el enfado del mayor.

Una vez dentro soltó un suspiro y cerró sus ojos para tratar de calmarse.

No soportaba a ese hombre, era tan falso, sentía que en cualquier momento de la reunión estrellaría su puño en esas horribles carillas.

Sintió su celular vibrar en la zona de su pecho, por lo que se dio cuenta de que no había desabrochado la chaqueta de su traje , haciéndolo de inmediato, viendo el nombre de un compañero bastante cercano, frunció el ceño y su dedo se deslizó por la pantalla para aceptar la llamada, colocando el aparato contra su oreja.

—Hey, Smith —el inglés sabiendo extraño en su lengua a pesar de hablarlo fluidamente, ya que se encontraba en China.

—¡Hombre, hasta que por fin contestas! ¡Tengo semanas llamando! —el contrario soltó de manera exagerada, haciéndolo levantar una ceja.

—Soy un hombre ocupado. Cuéntame qué ocurre.

—Quería saber si vas a venir con acompañante o solo, no quise asumir que sólo, aunque sabemos que lo harás.

No comprendió a qué se refería el otro, por lo que su rostro se contorsionó en una mueca, hasta que el recuerdo llegó.

Hace meses había recibido la invitación a la boda del rubio, este se casaría con una hermosa mujer de medio oriente. La invitación especificaba que valía para el mismo y un acompañante.

«¿Cuándo conseguirás una esposa? Pensé que querías hijos, y ya estás un poco mayor y ni una relación seria has conseguido.

“Como si ese fuera tu problema” quiso decir, pero se mordió la lengua.

—De hecho, si iré con una acompañante, tengo meses en una relación, así que reserva la habitación para dos.

Por el silencio supo que el otro se encontraba estupefacto. Eran amigos desde la adolescencia, estudiaron en el mismo internado e hicieron sus primeros negocios con el otro, eran amigos, y por ello Oliver sabía que tenía años sin tener una relación, todas las cortas aventuras que tuvo quedaron en sus días de universidad.

«Nos vemos el viernes entonces, les daré regalo de sobre porque soy terrible eligiendo obsequios, bye bye.

Y colgó.

Bien, ¿Qué se supone que haría ahora?

Rememoró cuando hace unos días estaba junto a Akame, su mejor amiga, la cual le hablaba sobre cómo los ricos alquilaban personas, era todo un negocio.

—Conozco a demasiada gente que usa ese tipo de aplicaciones, para personas llenas de dinero es muy fácil elegir al mejor partido de una noche, llevarla a una fiesta, que hable de negocios con socios para subir su reputación y luego ir a la cama con ella, es incluso más común en Europa y Estados unidos, aquí no mucho —llevó una cucharada de pasta a su boca masticando con entusiasmo para proseguir —. Sería bueno para ti, siempre estás tan tenso, y eres bastante aburrido.

Hizo un puchero infantil por el insulto hacia su persona, el cual solo causó una risa en la contraria.

Tendría que recorrer a aquello, ya se había metido en la mentira.

Fue al chat de la chica, informando de la situación, la cual envió unos extraños emojis que indicaban que se burlaba de él, y dos minutos después le envió un screenshot de dicha app, la cual descargó.

Se terminó de instalar apenas se había sentado en la terraza de un sencillo restaurante que visitaba seguido cuando estaba en la ciudad.

Creó su cuenta con algo de duda, no era fanático de la tecnología, seguro parecía un anciano.

Fue a los tags de lo que buscaba en una mujer, revisando entre varios perfiles, todas eran increíblemente hermosas, pero buscaba algo más específico.

Se detuvo al ver una hermosa joven de nombre peculiar.

Kamari Yavuz.

La primera foto era bastante formal, como si fuera su documento de identidad, las demás eran de diferentes ángulos, en restaurantes, museos y calles; se notaba su pasión por la fotografía.

Largo y espeso cabello negro, eso fue lo primero que lo encantó, almendrados ojos grises, nariz griega peculiar que lucía armónica con el resto de su rostro, mandíbula en “V”, delgados labios rosas, complexión delgada pero curvilínea, se notaba que se ejercitaba por lo marcado de los músculos en todo su cuerpo.

Graduada con honores en negocios internacionales y contaduría, pregrado y postgrado de ambos, iba en el segundo semestre de derecho. 26 años de edad, doble nacionalidad, turca y americana, residía en Los ángeles.

Los precios le hicieron abrir los ojos con asombro.

Por noche:

Misma ciudad de residencia: 4.000$

Mismo país, pero diferente ciudad: 5.000$

Diferente país: 7.000$

Las relaciones íntimas tienen un costo extra de 4.500$

Se notaba que esa chica lo valía, su belleza y conocimiento debían ser increíbles para dichos precios, por lo que pudo ver que las otras no pasaban de 4.000$. Realizó su plan de pago por tres noches en un país extranjero, sin relaciones obviamente, solo era una fachada.

Mientras esperaba comenzó una llamada con su asistente, el cual respondió al tercer tono.

—¿Sí, señor? —la suave voz del joven sonó a través de la bocina.

—¿Hay algo en mi agenda para este fin de semana?

—No señor, hice espacio para la boda del señor Smith desde hace mucho.

—No sé qué haría sin ti. Muchas gracias, te has ganado un aumento —colgó luego de la risilla que el otro soltó.

Al ver la pantalla se encontró con dos notificaciones, una en su bandeja de entrada que le informaba la confirmación de la chica, y otra que le notificaba sobre un mensaje; entró a la aplicación y se dirigió al icono de una pequeña carta, encontrando un cordial saludo y su número personal para hablar de los arreglos.

—Buenos días, es Kiyoshi Ito.

A los pocos segundos la otra lo vio, comenzando a escribir.

—Un gusto, ¿A qué hora es el vuelo?

—Me gustaría que llegaras al atardecer, así que saldrías a las 3:00 am.

—Wow, le dan los vuelos a la hora que desea, que interesante, ¿Iremos en primera clase o clase ejecutiva?

—Por favor, yo no viajo con compañía ajena, yo iré en mi jet, me encuentro fuera del país así que nos veremos allá. Tú irás en la aerolínea que quieras y la clase que elijas, yo te pagaré.

No esperó que la joven lo dejara en visto, pero supuso que solo tendría que esperar a que hiciera lo que le dijera y-

—Lo siento, señor, pero no soy su asistente, yo le daré los servicios completos y usted me atenderá como corresponde. Espero la información.

Mocosa, ¿Quién se creía? ¿Qué le costaba hacer esos trámites si de todos modos él iba a pagar?

Fue a su lista de contactos y buscó el que más veces marcaba al día.

—¿Sí, señor?

—Reserva un vuelo en una aerolínea árabe, son las mejores, para la madrugada del viernes dieciséis, primera clase, no quiero peros.

—Pero-

Dio por finalizada la llamada.

«—»

Vio el espumante líquido caer en el cristal, hasta llegar a la mitad, agradeciendo y dándole una sonrisa a la aeromoza, la cual se alejó para continuar con su trabajo.

Se reclinó en el asiento, observando la puesta de sol, pensando que era una muy buena toma, por lo que sacó su celular para tomar unas cuantas fotos, agregando su ubicación, ya que por sus historias en el aeropuerto internacional sus seguidores la llenaron de mensajes para saber a dónde se dirigiría.

Luego de postear, dio un largo trago a la flauta, el dulce sabor de la champaña empapando sus sentidos, cambiando la canción que en sus auriculares sonaba, disfrutando el momento.

Minutos después la voz de una mujer resonó por el lugar, anunciando su llegada, viendo los edificios a lo lejos, y la gran estructura del aeropuerto a unos kilómetros de distancia.

Con calma organizó sus cosas y dejó todo como lo había encontrado, para evitar darle más trabajo a los tripulantes de cabina, seguro estaban más cansados que ella.

Sus tacones resonaban por el silencioso pasillo por el que caminaba, pronto viendo a las personas que esperaban la llegada de su vuelo. Divisó a un delgado y bajo jovencito castaño con un cartel con su nombre impreso, contrastaba bastante con las pancartas hechas a mano de las personas que esperaban a sus familiares,

—Imagino que no eres el señor Ito —comentó apenas estuvo a un metro del chico, extendiendo su valija, en una seña de que se encargara de ella, lo cual hizo rápidamente, dándole una pequeña sonrisa y una reverencia.

—No, señorita. El señor nos espera en el hotel, allí lo conocerá.

Dio un escaso asentimiento y comenzó a hacer su camino a la salida, colocando unos lentes de sol con corte gatuno en cuanto pisó el exterior, el calor y el sol atacándola rápidamente.

Dubái podría ser muy hermoso y moderno, pero no dejaba de ser un caluroso desierto.

El que supuso era el asistente del hombre abrió la puerta trasera de un fino del cual desconocía el nombre.

—¿Cuál es tu nombre?

—Kei, señorita.

—Mucho gusto.

Luego de guardar su equipaje, entró por la puerta contraria, sentándose a su lado con un puesto de distancia, el chofer emprendió el viaje.

Minutos más tarde pararon ante una gran edificación, pese a no lucir muy alta, era amplia, con hermosas columnas blancas y paredes de cristal en toda el área del hall, sillones de cuero, una pequeña banda brindaba suave música en vivo, pocas personas en la misma, todos en finas vestimentas, sin grandes logos de marcas llamativas para los aficionados, pero hermosas para un ojo conocedor. Un joven del servicio llevando su equipaje a su lado.

Se limitó a seguir a Kei luego de realizar los trámites necesarios en la recepción, el cual la guio a un elevador al fondo del lugar, presionando el botón del piso 19 de los 25 que estaba en el listado.

Al llegar caminaron por el delicado mármol, no sorprendiéndome encontrar solo dos puertas en dicho corredor, ambas de un color caoba y una clásica manija dorada, un sensor destinado procesar la huella dactilar del invitado en él.

Luego del sonido que anunciaba su llegada, observó a su alrededor, era una sala de estar de tamaño moderado, con un perchero junto a la entrada y un bar a la derecha, del lado contrario, una mesa de café de cristal, rodeada de dos sillones y un sofá a juego, con un estampado en calor vino y negro. Imaginaba que dicho lugar iba dirigido a reuniones de negocios.

—¿Le gustaría que organice su closet, señorita? —el encargado del hotel preguntó, interrumpiendo su observación con un fluido inglés con cierto acento de la tierra donde se encontraba que no pasó por alto.

—No te preocupes, yo me encargo. Muchas gracias —aclaró en dicha lengua, causando un pequeño levantamiento en sus cejas que luego desapareció, retirándose del lugar, dejándola a solas con Kei, el cual realizó una pequeña reverencia, la cual era la tercera que hacía desde que se conocieron hace un rato, antes volver por el camino que habían hecho.

Supuso que su cliente se encontraba al interior, por lo que no tardó más y abrió las puertas dobles, sosteniendo firmemente su cartera.

Encontró una sala similar aún más amplia, con clásicos muebles de terciopelo blanco, con una amplia pantalla en el lado opuesto, el cual se encontraba a su derecha desde la entrada. Largas y delicadas cortinas abiertas que dejaban entrar la luz del sol, la cual hacía lucir el lugar radiante. Junto a dicha área, había un comedor para dos, de cristal al igual que las mesas de café que había en ambas salas, dándose cuenta de que iban a juego, sillas en el mismo armónico blanco.

Al fondo un largo bar de granito, con tres taburetes y tenues luces ámbar sobre el mismo, una terraza se observaba desde su posición junto a la amplia colección de licores.

En dicho bar se encontraba el hombre.

Estaba sentado despreocupadamente, con la chaqueta de su traje desabrochada, la corbata olvidada en la encimera, unos botones de su camisa sueltos, los suficientes para mostrar la cantidad adecuada de piel, evitando la vulgaridad, unos mechones de cabello sobre su rostro y un Old-fashioned en su mano derecha, dicho brazo flexionado en la superficie, manteniendo la bebida cerca de su rostro.

Dirigió sus profundos ojos a ella, provocando un ardor en su abdomen, pero no vaciló y caminó hasta quedar frente a él, el cual se levantó para extender su mano.

—Mucho gusto, señorita Yavuz, soy Kiyoshi Ito, espero sea una experiencia amena.

—El placer es mío, señor —devolvió el saludo, sintiendo el calor de la suave palma contraria de transmitía, se permitió detallar sus manos rápidamente, las cuales eran pálidas y estilizadas, dedos largos y uñas bien cuidadas, sin accesorios a la vista.

You may also like

Download APP for Free Reading

novelcat google down novelcat ios down